UN DÍA NEGRO
Si 2020 empezó sombrío, con el Covid-19 asentado en España, terminó peor, con España, ciega de rencor y torpeza, convertiendo una «vergüenza» en un regalo a sus explotadores durante 300 años. Teniendo todos los triunfos morales y legales en la mano, lo que convierte el acto en la mayor traición desde que el conde don Julián facilitó a Tarik ben Ziyad la toma de Gibraltar, de quien le viene nombre. Y ha sido allí también donde se ha perpetrado la segunda. Se lo venía anunciando, basado en medio siglo de seguir el contencioso, aunque me resistía a aceptar que tal desvergüenza pudiera volver a ocurrir. Pero la capacidad de inflingirnos daño supera todo lo imaginable.
El principio de acuerdo entre Londres y Madrid para eliminar la Verja alzada por los ingleses en 1909, en un terreno que no les pertenecía, y de paso, la puerta paralela que el general Monereo hizo alzar en 1954 para impedir que siguieran avanzando, es, en efecto, «histórico» como anuncio la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, una de sus muñidores.
Pero histórico porque pocas veces se habrá dado en la historia tal olvido de principios, tal dejación de funciones, tal falta de espinazo y alarde de cinismo, al presentarlo como triunfo. En mi próxima Tercera de ABC les analizaré los olvidos de la señora González
Laya. Hoy sólo les enumero los últimos.
No sólo ha evitado que los gibraltareños tengan una frontera dura con Europa, sino que les ha abierto la puerta a ella, al permitirles moverse por zona Schengen, que no tenían con el Reino Unido, ajeno a ella.
Los controles pasarán al puerto y aeropuerto y serán efectuados por agentes europeos sin presencia de españoles, a los que deberán «informar» sin decirse cómo. Puede que haya agentes gibraltareños, al no citárseles.
Durante los próximos seis meses se flexibilizarán los controles en la Verja con «sistemas de reconocimiento facial», para «dar más fluidez al tráfico».
El acuerdo tendrá una duración de
Fracaso Pocas veces se habrá dado en la historia tal olvido de principios, tal dejación de funciones
cuatro años y no se nos dice qué ocurrirá después. La experiencia, sin embargo, advierte que, una vez que ingleses y gibraltareños echan mano a algo, ya no lo sueltan. Ocurrió con los «pabellones sanitarios» montados en el Istmo durante las dos epidemias en el siglo XIX, que convirtieron en instalaciones militares.
El acuerdo deberá ser ratificado en Bruselas. Dado que dio a España carta blanca en el asunto, puede ser un simple trámite. Pero como saben lo que significa▶ meter en una Europa que busca la unidad fiscal, económica y social una colonia extranjera, un paraíso fiscal, un nido de contrabandistas y de dinero negro, tal vez se lo piensen mejor que España.