ABC (Andalucía)

Prueba de fuego para los servicios jurídicos del Estado

El Supremo trasladará los indultos a la Abogacía después de Reyes

- N. VILLANUEVA

«Serán condicione­s tácitas de todo indulto que haya sido oída la parte ofendida». El artículo 15 de la ley del indulto es clara▶ obliga a pedir informe a los afectados por la conducta del condenado. Y en este caso la Abogacía del Estado lo fue por la malversaci­ón cometida por cuatro de los doce condenados. Fue precisamen­te ese delito el que justificó la personació­n de los servicios jurídicos del Estado en el juicio del «procés» al tratarse de dinero de las arcas públicas.

Una vez que ya ha informado la Fiscalía (lo hizo el 22 de diciembre en escritos demoledore­s para los condenados), el Tribunal Supremo tiene previsto trasladar los expediente­s de los indultos a la Abogacía del Estado después de Reyes. Será el último trámite antes de que se pronuncie el tribunal del «procés» y todos esos informes no vinculante­s sean remitidos al Gobierno, que tendrá la última palabra. Fuentes jurídicas consultada­s ven «muy improbable» que los indultos puedan estar sobre la mesa del Consejo de Ministros antes del 14 de febrero.

Bajo lupa

La pelota de los informes sobre esta medida de gracia recae ahora sobre una institució­n que ya estuvo bajo lupa a las puertas del juicio del «procés», cuando meses después del aterrizaje de Dolores Delgado en el Ministerio de Justicia, de forma repentina la Abogacía del Estado cambió el criterio que había mantenido durante toda la instrucció­n de la causa y decidió acusar por sedición en lugar de por rebelión, como venía haciendo en consonanci­a con la Fiscalía.

El cambio de postura se tradujo en el relevo de Edmundo Bal como abogado-jefe Penal y en su posterior salida de la institució­n, donde ya había un profundo malestar tras el anuncio, en pleno mes de agosto de 2018, de que los servicios jurídicos del Estado no iban a defender al juez Llarena ante la demanda civil que Puigdemont le había puesto en Europa.

Credibilid­ad La pelota está ahora sobre una

institució­n cuestionad­a desde

el relevo fulminante de Bal

Horas después el presidente del Gobierno daría un golpe de timón y corregiría a la ministra Delgado.

Como ha sucedido en el caso de los fiscales del «procés», debería ser Rosa María Seoane, quien defendió los intereses del Estado en ese juicio, quien se hiciera cargo de esos informes.

Su actuación en el Tribunal Supremo estuvo marcada por luces y sombras, pues si bien a lo largo del juicio –y a pesar de esa modificaci­ón de sus conclusion­es provisiona­les– había caminado en paralelo a la Fiscalía, hasta el punto de que parecía que acusaba por rebelión, en su informe final se alejó de las tesis de esta y negó la existencia de violencia en el «procés». Aseguró que no había prueba ni de que fuera «estructura­l» ni de su uso instrument­al, es decir, que se utilizara para conseguir un fin.

Para la Fiscalía se trataba de un delito contra el orden constituci­onal; para la Abogacía del Estado, contra el orden público. «El uso de la violencia no ha sido uno de los elementos estructura­les del plan llevado a término por los acusados como un medio de conseguir los fines ni se organizó de manera proporcion­ada», señaló la representa­nte de los intereses del Estado. Seoane cuantificó la malversaci­ón en casi dos millones.

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ABC Rosa María Seoane

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