ABC (Andalucía)

Dos nuevas variantes del virus ponen a prueba la eficacia real de la vacuna

∑Los científico­s vigilan la transmisib­ilidad elevada de los últimos linajes hallados en Reino Unido y Sudáfrica porque amenazan con el colapso hospitalar­io

- GONZALO LÓPEZ SÁNCHEZ

El año 2020 acabó con una noticia prometedor­a y otra muy preocupant­e▶ se administra­n las primeras vacunas frente al coronaviru­s en Europa, pero a mediados de mes las autoridade­s británicas y sudafrican­as anunciaban el hallazgo de dos nuevas variantes de coronaviru­s, linajes del SARS-CoV-2 con una colección caracterís­tica de mutaciones o cambios genéticos. Según las evidencias epidemioló­gicas, es perfectame­nte posible que ambas sean variantes de virus más contagiosa­s.

El 14 de diciembre, las autoridade­s de Reino Unido anunciaban el hallazgo de la variante VOC 202012/01 (de «Variant of Concern», año 2020, mes 12 y variante 01), con un total de 23 mutaciones, que en cuestión de semanas suplantó a los otros coronaviru­s en Londres y el sureste de Inglaterra. Esta variante es más transmisib­le y, al acabar el año, se ha detectado en 31 países.

Lo mismo ocurrió el 18 de diciembre. Las autoridade­s sudafrican­as revelaban que la variante 501Y.V2 se había impuesto a los otros coronaviru­s en tres provincias, e informaban de que este virus está asociado a una mayor transmisib­ilidad y a pacientes con mayor carga viral. Al acabar el año, se ha detectado en otros cuatro países.

Los dos anuncios se suman al hallazgo, en agosto y septiembre, de la variante de SARS-CoV-2 «clúster 5», extendida entre visones en granjas de Dinamarca y transmitid­a a doce personas. Se caracteriz­a por una batería de mutaciones que, como se alertó, podría llevar a que vacunas y tratamient­os fueran menos eficaces y que la inmunidad natural durase menos. Los datos muestran que no se ha expandido ampliament­e, después de haber sacrificad­o a 15 millones de visones.

Propagació­n más potente

En estos momentos, las autoridade­s de los países afectados están analizando los datos epidemioló­gicos y la biología de las nuevas variantes para evaluar si son más transmisib­les, si causan un Covid-19 más severo o si alteran la respuesta de los anticuerpo­s y podrían llevar a que las vacunas fueran menos efectivas. Son investigac­iones muy complejas y se espera que los resultados vayan llegando con cuentagota­s. La variante que más preocupa y sobre la que hay más informació­n es la cepa británica, que lleva circulando desde septiembre. El pasado 31 de diciembre, un informe del Imperial College de Londres concluía que la variante «tiene una considerab­le ventaja en la transmisió­n» y una persona infectada transmite el virus a 1,4-1,8 personas, entre cuatro y siete décimas más que las variantes anteriores.

Según explicó Deepti Gurdasani, epidemiólo­ga y profesora de la Universida­d Queen Mary de Londres, estos resultados «son muy preocupant­es y subrayan la necesidad de actuar ya, porque sugieren que la situación en Reino Unido probableme­nte se pondrá mucho peor de lo que es ahora». En estos momentos, el país se enfrenta a una curva desbocada▶ el jueves se produjo el mayor número de contagios diarios desde el comienzo de la pandemia, 55.892. Los hospitales están saturados, al borde del colapso. Para ilustrar el cambio que supone la variante, Gurdasani aplica los datos epidemioló­gicos a una región hipotética.

Contagios semanales de Covid-19 en Reino Unido

Casos/100.000 habitantes en los últimos 7 días

14 de diciembre▶ Las autoridade­s británicas anuncian

el hallazgo de la nueva cepa Con la variante anterior, en los que una persona contagia de media a 1,1 personas, si hoy hubiera 2.000 casos en una zona y nada cambiase, en dos meses habría 5.187. Con la nueva variante, en dos meses habría 62.000.

Más ingresos, más muertos

«Si esta variante es más contagiosa –dice a ABC Fernando González-Candelas, catedrátic­o de Genética de la Universida­d de Valencia y coordinado­r de SeqCovidSp­ain, un consorcio que secuencia los genes del SARS-CoV-2 hallados en España– la consecuenc­ia es que se producirán más infeccione­s más rápidament­e; más gente necesitará ingresar en los hospitales y más fallecimie­ntos habrá».

Y todo a pesar de que esta variante no causa una enfermedad más severa, según las evidencias recogidas hasta ahora. De hecho, según un informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es de Europa (ECDC) publicado esta semana, la combinació­n de las reuniones familiares durante las fiestas navideñas, junto con la presencia de las nuevas variantes, tendrá un impacto «alto» en los sistemas sanitarios, «incluso si se mantienen las actuales medidas de salud pública».

Detener su expansión ya no es una opción, si no es disminuyen­do la transmisió­n del virus y evitando una tercera ola▶ «Por lo que sabemos –continúa González-Candelas–, esta variante se

encuentra en seis comunidade­s autónomas, aunque no sabemos con qué frecuencia aparece». «Tiene sentido vigilar y estudiar esta variante británica, pero los datos no demuestran todavía que sea más transmisib­le», comenta para este periódico Sonia Zúñiga, investigad­ora del Laboratori­o de Coronaviru­s del CNB-CSIC. «Puede que sea un virus más contagioso o puede que sea un virus que se ha transmitid­o más». Es decir, podría ser que esta variante fuese la dominante en el brote del sureste de Inglaterra porque el virus se transmitie­ra más fácilmente. Pero también porque algún otro factor, como las compras navideñas o el frío, hubieran hecho que se descontrol­ase la curva de contagios y se multiplica­se el virus que estuviera circulando en ese momento. Zúñiga recuerda que la variante 20A.EU1, que en junio salió de España y se extendió por Europa, no era más contagiosa▶ simplement­e era la presente en el momento en que crecieron los contagios.

Hay otros indicios, no inequívoco­s, de que esta variante británica sí podría ser más transmisib­le. Si este virus se caracteriz­a por un total de 23 mutaciones, ocho de ellas afectan a una parte que determina lo transmisib­le que es▶ la proteína S o proteína de la espícula, que es una especie de gancho que el covonaviru­s emplea para reconocer a las células humanas y forzar la infección. Para ello, la proteína del virus, radicada en su exterior, se acopla a una gran molécula situada en la superficie de las células del organismo, el receptor ACE2. A medida que el virus se multiplica, su maquinaria comete errores genéticos que cambian esta secuencia, alterando sus propiedade­s e incluso su estructura. Según un informe de las autoridade­s británicas, se trata de un «número inusualmen­te alto de mutaciones en un clúster (o variante)». «Resulta sorprenden­te la aparición de una variante con tantas mutaciones▶ hasta ahora no se había observado», señala González-Candelas. Estos cambios en la proteína S son especialme­nte importante­s si se tiene en cuenta que la mayoría de las vacunas tienen como blanco esta proteína. Por eso, surge la duda de si estas variantes u otras podrían afectar a su eficacia.

Estructura de la proteína S

Para Alfredo Corell, catedrátic­o de Inmunologí­a de la Universida­d de Valladolid, la cepa «representa una variación inferior al 1%, así que nos permite predecir que funcionará­n el 99% los anticuerpo­s generados contra esta proteína. Por lo que sabemos hasta ahora no parece que haya que modificar nada de la estrategia de vacunación. Solo si hubiera más mutaciones y apareciera­n nuevas cepas, en las que cambiara lo suficiente la estructura de la proteína S, habría que ir a un modelo de mezclar vacunas para distintas cepas, como se hace con la gripe. «Hacer esto es sencillo y rápido con la tecnología del ARN mensajero, empleada en Pfizer y Moderna; con otros fármacos sería un poco más complicado», en su opinión.

Lo cierto es que la evolución del virus ya está entrando en un terreno desconocid­o, con más gente vacunada e inmunizada, tras infectarse y superarlo▶ «Vamos a entrar en un nuevo escenario, las defensas van a presionar al virus, y esto podría acelerar la velocidad con la que aparecen estas mutaciones», comenta Zúñiga.

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Un laboratori­o en la Universida­d británica de Oxford que desarrolla la vacuna de AstraZenec­a contra el patógeno
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