El Concierto de Año Nuevo en Viena, bajo la fuerza de lo ausente
∑Riccardo Muti fue el encargado de dirigir a la Orquesta Filarmónica de Viena por sexta vez en el evento musical más popular del planeta
na vez más, el mundo ha sido absorbido con la voracidad de un ciclónico Earth Zoom, y ha concentrado su atención sobre el Musikverein, famoso edificio musical situado en el distrito centro de Viena. En su sala dorada actúa la Filarmónica de la ciudad, una orquesta de méritos artísticos estratosféricos, pero cuya popularidad depende del Concierto de Año Nuevo, el evento musical más popular del planeta. Es una costumbre repetir que su magnitud se calibra mediante una audiencia cercana a los 50 millones de espectadores que lo siguen en directo, aunque ésta se multiplique de inmediato y a un
Uritmo exponencial gracias a la inmediata distribución de los distintos soportes que preservan la grabación. Es fácil entenderlo porque sobre la matemática de la propagación se ha aprendido mucho en este tiempo de pandemia, especialmente voraz para la Navidad austriaca, donde se observa un tercer confinamiento hasta el 18 de enero. La celebración del Concierto de Año Nuevo 2021 se promueve bajo la fe en el optimismo, según apuntó el presidente de la orquesta vienesa, Daniel Froschauer, al concluir la primera parte del concierto. En los minutos finales, Riccardo Muti, responsable musical de esta edición, señaló el valor incalculable de una cultura que sigue viva y presente. La salud es un estado esencial del cuerpo, dijo en su alocución, pero también de la mente, y a ello colabora la música cuando se defiende como una misión y no solo como una profesión. Una vez más, el director italiano recordó a los dirigentes políticos la obligación de fomentar la cultura como elemento fundamental de la sociedad. Recordó el poder espiritual que emana de la Musikverein gracias a Bruckner, a Brahms… y tantos otros músicos que por allí han pasado. Para Muti se trata de un concierto que en las actuales circunstancias materializa la «speranza» del mundo. Estos últimos días ha reflexionado sobre ello y sobre el posible efecto que una música tan interactiva (si es que alguna no lo es) puede generar al interpretarse en una sala sin espectadores.
Muti había dirigido el Concierto de Año Nuevo en cinco ocasiones y a la Filarmónica de Viena unas 550 veces, de manera que conoce bien la existencia latente de un repertorio tan aparentemente inocuo. Lo ha demostrado, volviendo a parangonarse con el viejo Toscanini, al que el historiador y crítico Paul Stefan, en la biografía que escribió de él en 1935 con introducción de Stefan Zweig, llegó a llamar «Sua Eccellenza». El escrúpulo moral les asemeja y en lo interpretativo hay que referirse al carácter resuelto, determinado, inflexible, entusiasta, e impetuoso. Tempestuoso, incluso, según se vio ante la obertura de «Poeta y campesino» de Suppé, con la que se abrió la segunda parte del concierto y que incluyó una impecable ejecución a cargo del violonchelista Tamás Varga y la arpista Charlotte Balzereit.