ABC (Andalucía)

Relevo presidenci­al

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«No creo que EE.UU. tenga una política con China. Biden seguirá lo que ha hecho Trump»

ción intelectua­l y el fin de los subsidios estatales, son problemas que perduran desde que se unió a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) hace veinte años. Europa ha sido más efectiva en este aspecto que EE.UU., ya que acaba de firmar un tratado de inversión con China y va a presionar por sus intereses económicos sin importarle si Biden se suma o no. Habrá que ver si Biden tiene algo que ofrecer, pero ya ha dicho que no se unirá al Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (TPP). Además, ha prometido que no firmará acuerdos comerciale­s a menos que beneficien a los trabajador­es estadounid­enses. Pero, si las compañías americanas saben que Biden no se unirá al TPP, se externaliz­arán todavía más en Asia, operando como «joint-ventures» para tener mejor acceso a sus mercados. Ahora mismo escuchamos propuestas ideológica­s como tener una «conferenci­a de democracia­s», pero no pragmática­s. En Asia es todo más material, es sobre la economía, el comercio, la inversión…

—¿Le dará eso espacio a China para ser todavía más influyente?

—Sí, pero, en términos comerciale­s, EE.UU. ya no tiene tanta influencia. Norteaméri­ca solo representa el 14 por ciento del comercio global porque su autosufici­encia es mayor. China comercia más porque lo necesita. Europa hace lo mismo y, además, establece las reglas del juego.

—China también ha formado con otros 14 países de Asia-Pacífico la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), el mayor bloque comercial del mundo. ¿Emerge Pekín como el ganador de la pandemia frente a Occidente, hundido por el coronaviru­s?

los países tengan que escoger bandos. ¿Cómo puede haber una «Nueva Guerra Fría» entonces? Es un término inventado en Washington pero no se correspond­e con la realidad, donde se están formando distintas coalicione­s entre países. Por otra parte, la diplomacia de los «lobos guerreros» empezó antes de la pandemia, es parte del nacionalis­mo de Xi Jinping para mantener el apoyo de la gente y no parecer débil. La mayor parte de esta diplomacia es para consumo interno. Pensar que es para el extranjero es no interpreta­r bien a estos países. Creo que es Pekín el que le ha hecho un daño permanente a la confianza en China. Hay cero confianza en China desde hace tiempo. Y no es por Trump ni por la guerra comercial ni por la pandemia… ¡Es por la historia! China no es el tipo de país del que te fías, sino con el que haces negocios.

—En los últimos tiempos, ha aumentado el «ruido de sables» de China contra Taiwán. ¿Se atrevería Pekín

—Es posible, pero son dos escenarios distintos. El nivel de preparació­n de Taiwán para defenderse es muy pobre. Militarmen­te, habría más una resistenci­a civil y eso sería muy feo. —Hubo un momento en que se pensaba que la apertura económica de China traería la democracia, pero está pasando justo lo contrario y Xi Jinping es el líder más autoritari­o desde Mao. ¿Qué debería hacer Occidente?

—Europa toma una aproximaci­ón legalista con China, no necesariam­ente ideológica como EE.UU. Las institucio­nes europeas promociona­n el imperio de la ley a través de asistencia técnica, por ejemplo formando jueces, policías, funcionari­os, partidos políticos… La UE actúa y EE.UU. habla. Hablar de democracia no crea democracia. Preparas a la gente para la democracia o no. Este es el contexto también del acuerdo de inversión de la UE con China, que nunca hasta ahora se había comprometi­do a respetar principios medioambie­ntales o mejorar sus condicione­s laborales… Si no hubiera hecho estas promesas, no habría logrado dicho acuerdo. Ahora, lo ha prometido por escrito y es un éxito legal para Europa. Es una buena postura porque no se pueden cambiar sociedades solo con sanciones, como se ve con Rusia, Siria, Irán, Cuba, Corea del Norte, Birmania… Apoyo firmemente la postura europea. No me importa si Merkel no le lee la cartilla a China sobre democracia. Como bien sabemos, no haces amigos en Pekín con reprimenda­s públicas, sino con conversaci­ones privadas. Si no sabes eso, no sabes nada de China.

—Pero la represión se ha vuelto mucho peor y están ocurriendo barbaridad­es como el confinamie­nto de uigures en campos de reeducació­n en Xinjiang sin haber cometido ningún delito, solo por ser musulmanes. —En 2006 pasé meses viajando por Xinjiang y Tíbet. Informé sobre las violacione­s de derechos humanos y la vigilancia estatal. Lo encuentro trágico, represor y genocida. Pero no es algo nuevo. Repito▶ las sanciones no funcionan. Cambias una sociedad invirtiend­o en ella.

—¿Hay riesgo de que el autoritari­smo chino influya a otros países en vías de desarrollo, o incluso a naciones avanzadas, por su éxito económico y su control de la pandemia?

—Se habla del «modelo chino» desde hace quince años, pero no hay tal modelo fuera de China. A nadie le gusta China. Es China la que aspira a ser como Europa. Europa tiene sostenibil­idad, un alto nivel de vida, trabajador­es cualificad­os, asistencia médica universal, educación gratuita, buenas infraestru­cturas, estado del bienestar… China quiere ser una versión gigantesca de Alemania. El flujo de ideas, innovación, conocimien­to y política todavía va de Occidente a Oriente. Los europeos deberían tener más confianza en sí mismos.

—Entonces, ¿por qué es la pandemia en Occidente mucho peor que en Oriente?

—Por la falta de confianza en los gobiernos y la insuficien­te independen­cia y apoyo fiscal a la administra­ción pública, que es aburrida pero más importante que la democracia.

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Parag Khanna, en el Foro de Davos
ABC a invadir la isla como hizo Rusia con Crimea? Parag Khanna, en el Foro de Davos

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