TRUMP O LA CONSTITUCIÓN
Ganarse otro «impeachment» parece ser la contumaz resolución que todos los años hace Donald Trump. Ante su espiral de abuso de poder, que empieza a resultar incluso más grave que Watergate, convendría recordar la fórmula constitucional (Artículo II, Sección 1) utilizada por todos los ocupantes de la Casa Blanca para tomar posesión de su cargo▶ «Juro (o prometo) solemnemente que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente de los Estados
Unidos y que al máximo de mis facultades sostendré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos».
A esta pauta oficial, la tradición añade un «So Help me God» (Que Dios me ayude). Aunque para aguantar las dos próximas semanas, hasta llegar al relevo presidencial previsto para el próximo 20 de enero, la ayuda divina debería ser invocada no para Joe Biden sino para Estados Unidos en general y su Constitución en particular. Ya no queda línea roja que Trump no esté dispuesto a cruzar. Y restablecer esas líneas rojas resulta vital para una democracia tan abusada durante los últimos cuatro años de nacional-populismo y que arranca el 2021 con todos sus problemas exacerbados por la pandemia.
Un vergonzoso número de congresistas republicanos en el Senado y en la Cámara Baja se han prestado a secundar el sabotaje constitucional de
Trump. Aunque su número no es suficiente para impedir la inevitable llegada de la nueva Administración Biden-Harris, que tras múltiples recuentos y litigios desestimados han ganado los comicios del 3-N tanto en votos populares como electorales. Ante esta inútil confrontación en el Capitolio se han impuesto las ambiciones para liderar el trumpismo sin Donald Trump.
En su cada vez más desesperado cuestionamiento de la Constitución, el presidente ha llegado a presionar públicamente a su número dos Mike Pence para que en virtud de una autoridad inexistente rechace la certificación final de los resultados del Colegio Electoral. Lo que supone una interpretación lunática y ahistórica de la Constitución de Estados Unidos. Exactamente la misma Constitución que Trump ha jurado cumplir desde el primero hasta el último día de su mandato.