ABC (Andalucía)

POLÍTICA CON LA NIEVE

Los Gobiernos no pueden conjurar los temporales, ni antes ni ahora

- LUIS VENTOSO

Aveces en invierno el tiempo loquea. Es «como si el cielo se fuese a desplomar sobre nuestras cabezas», que diría Abraracúrc­ix, el jefe de la aldea de Astérix. En el centro y el este de España ha caído la que consideran la mayor nevada desde los años setenta. Aunque con los hitos meteorológ­icos ocurre como con las gestas deportivas «históricas» y las «bodas del siglo», hay poca memoria de asombros anteriores.

Busco en la excelente sección de Ciencia de la web de ABC la posible explicació­n de Filomena y la ola de frío. Cuentan que puede atender a un calentamie­nto repentino de la estratosfe­ra, que provoca la ruptura del vórtice polar en vórtices más pequeños. Los castizos lo resumirán diciendo que «ha caído la de Dios». Y es cierto▶ 33 litros por metro cuadrado de nieve en Madrid en solo 24 horas; 36,4 en Toledo, su récord histórico. De propina, temperatur­as bajo cero, que convertirá­n la nevada en un incómodo y resbaladiz­o bloque de hielo. Como consuelo, el cachondeo infalible de los españoles (por guasap circuló enseguida una foto de las avenidas de Madrid sepultadas por la nieve bajo esta leyenda▶ «Un año de comunismo y ya estamos como Moscú»).

Cuando nieva a espuertas sobre España poco se puede hacer, más allá de tener las quitanieve­s a punto, echar sal a manta y movilizar a las policías y el Ejército para que auxilien a los atrapados. España no es Siberia. En general goza de un clima benigno. No podemos mantener unos dispositiv­os de emergencia­s tan ambiciosos y permanente­s como si esto fuese Alaska o Finlandia. Las autoridade­s y las Fuerzas de Seguridad –antes y ahora– lo hacen razonablem­ente bien. Pero a veces nieva tanto que la situación se desborda y no se puede circular.

Estas considerac­iones de básico sentido común chocan con un pueblo que todo lo fía al Estado, que pretende que los gobiernos garanticen la seguridad absoluta. Nos gusta más culpar a las autoridade­s que asumir nuestra responsabi­lidad personal. Hubo avisos hasta en la sopa de que no se debía circular por Madrid y aledaños en la tarde del viernes y el sábado. Pero jamás escucharán a los conductore­s atrapados, quejumbros­os en los reportajes televisivo­s, reconocien­do que metieron la zueca al ponerse al volante con la predicción que había. El resultado de esta psicología es que se tiende a politizar las nevadas. A comienzos de enero de 2018 cayó una repentina y del carajo, que dejó atrapados a numerosos conductore­s de madrugada en la A-6. Sánchez, Iglesias y Ciudadanos saltaron como panteras contra el Gobierno del viejo Mariano. Hablaron de «caos» y «absoluta imprevisió­n» y exigieron la dimisión del jefe de la DGT. Hoy también hay caos y gente atrapada, por la sencilla razón de que ha nevado una burrada. Pero ahora la izquierda se limita a elogiar con cursilería la labor de los «servidores públicos» y son los del otro lado los que hacen oposición con la nieve. Sánchez es un pésimo presidente del Gobierno, e Iglesias, un peligro público. Pero no▶ todavía no crean vórtices polares.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain