Tres años de investigación cercan la trampa del comisario
Su tiempo en prisión preventiva se agota en noviembre y, sin condena firme para entonces, quedará en libertad. Mientras, el caso acumula 30 piezas separadas, de las que 20 siguen vivas
Cuando el comisario jubilado José Manuel Villarejo ha rebasado ya los tres años en prisión preventiva de un máximo de cuatro que puede cumplir en esta situación, todas las miradas se fijan en el calendario. Aun siendo causa con preso, lo que da prioridad para poner fecha al juicio, los plazos están ajustados▶ quedará en libertad si en noviembre no tiene ya una condena firme.
No será por falta de indicios. Tres años de investigación sobre el arsenal documental intervenido al comisario han dado ya para una treintena de piezas separadas, algunas tan amplias que podrían constituir causas independientes. En total, la perspectiva es de más de cien años de cárcel por organización criminal, cohecho, blanqueo, extorsión, delito fiscal, revelación de secretos e incluso allanamiento.
Todos los delitos se presumen en contextos muy similares que son el hilo conductor de la macrocausa bautizada como Tándem. En primer lugar, se presume que Villarejo seguía en activo como policía mientras asumía encargos profesionales por cuenta de sus empresas de investigación. En segundo lugar, que se servía de sus contactos en la Policía para nutrir esos encargos con datos privados de otros. En tercer lugar, que se fraccionaban y camuflaban los pagos con facturas de conceptos genéricos. Amasó una fortuna millonaria a través del entramado empresarial.
Todo ello, regado por su costumbre de grabarlo todo y a todos y archivar las cintas en carpetas con los nombres en inglés, más o menos originales, que daba a los proyectos. Tiene una frase el comisario que explica bien esté afán suyo▶ «El ratón se olvida de la trampa, pero la trampa no se olvida del ratón».
Se añade una permanente sombra de duda sobre la veracidad de lo que acababa vendiendo a sus clientes▶ en algunos casos, los supuestos informes de inteligencia eran recortes de prensa. En otros, los teóricos servicios puestos a disposición, como tecnologías dignas de la Nasa para escuchas o un ejército de espías en moto, no han llegado a aparecer. Pero él lo dejaba igualmente por escrito. Por eso, hay quien le define como «meticuloso».
Este patrón tiene excepciones. La más clara es Carol, la pieza abierta a partir de los audios que grabó a la examante de Don Juan Carlos Corinna Larssen. Archivada ya dos veces, ha dado pie a que las fiscalías de Suiza y España investiguen el patrimonio del anterior Jefe del Estado. Aquí no hay un encargo claro y más bien parece que el cliente es el propio Villarejo. En plena guerra con el exdirector del CNI grabó aquellas cintas que él mismo vería como un salvoconducto. Sólo que llegado el momento, no le sirvieron para esquivar ni la detención ni la cárcel. La segunda excepción es Kitchen, el espionaje al extesorero del PP Luis Bárcenas y que afecta ya al exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y a quien fue su número dos, Francisco Martínez. No es un encargo empresarial sino el ejemplo de que el afán de Villarejo por grabar y guardar ha acabado sacando a la luz los trapos de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía en la que se desempeñaba. No se descarta que afloren más maniobras de aquella etapa, como en Cataluña.
Y como no hay dos sin tres, la tercera excepción es Dina, el turbio asunto sobre el móvil robado a la exasesora de Pablo Iglesias Dina Bousselham que ha acabado salpicando a ambos tanto como a Villarejo. Tampoco hay cliente ni pago. El juez ha terminado la investigación y está a lo que digan el Supremo sobre su petición de imputar al ahora vicepresidente del Gobierno y la Audiencia sobre el procesamiento de Villarejo y dos periodistas.
Tres causas y media, a juicio
Al margen de Dina, hay tres líneas de investigación que sí están listas para llegar a juicio. Se trata del espionaje a un despacho de abogados (pieza 2, Iron), a una familia adinerada (pieza 3, Land) y la extorsión a un exjuez (pieza 6, Pintor). En los tres casos se han presentado ya los escritos de acusación y se han resuelto los recursos. Es cuestión de tiempo que la Sala de lo Penal fije la fecha del primer juicio y será un momento determinante, pues se establecerá la validez de los audios como prueba.
Además, el juez ha acordado el procesamiento, que es una fase previa al juicio, de dos investigados en la pieza 1. Se trata del también comisario retirado Carlos Salamanca y el empresario Francisco Menéndez, que pagaría en regalos al otrora jefe de Extranjería en Barajas la alfombra roja con la que recibía en el aeropuerto de Madrid a clientes suyos guineanos que, por no tener, no tenían ni visado.
No obstante, hay una pieza más que está en su recta final. Se trata del proyecto Pit (pieza 4) y que investiga el encargo de los navieros Pérez Maura a Villarejo para frenar la extradición que el mayor de los hermanos afrontaba por un caso de corrupción en Guatemala. La Audiencia Nacional ha asumido también la investigación que se seguía en aquel país, donde se señala al español por un presunto pago de sobornos a altos funcionarios para conseguir una adjudicación. Se juzgarán así los dos asuntos en uno.
Un patrón
El cohecho es una constante en los proyectos, como
los pagos con facturas opacas y las grabaciones
Crecen las investigaciones
Mientras, un total de 20 piezas siguen vivas y abarcan desde encargos particulares, como el que podría haber realizado el empresario Javier López Madrid para amenazar a la doctora Elisa Pinto (pieza 24); o el diseñado para presionar a un empresario de Marbella (pieza 8), hasta trabajos para grandes empresas, como los diez años de encargos por cuenta del BBVA (pieza 9), los realizados para Iberdrola (17) o el sufragado por Repsol y Caixabank (21, Wine). También los hay para compañías de menor tamaño, como el proyecto Kids (pieza 26) de la extinta Seguribérica; Grass (pieza 29) para un abogado; o Saving (25), por cuenta de un fabricante de detergentes.
Estas pesquisas coexisten con otras que siguen bajo secreto, como es el caso de las piezas 27 y 28, sobre el mercadeo con información de Villarejo. La perspectiva es que se abran más, pues aún quedarían supuestas víctimas del comisario esperando ajustar cuentas. El exministro Rodrigo Rato, sin ir más lejos, ha pedido al juez unos audios en los que se le menciona, y el mayor del clan Pujol viene reclamando ejercer acusación. Fiscales de Anticorrupción, detectives, abogados, empresarios, siguen con atención el avance de la causa por si un audio destapa lo suyo. Se da la vuelta así a la frase de Villarejo, devenido en el ratón de su propia trampa.
Excepciones Grabó las cintas de Larsen como salvoconducto, en
Kitchen era un trabajo policial, y en Dina no se sabe
Son los grandes contratos los que explican el ritmo creciente de su fortuna, empresas que a través de sus direcciones de Seguridad, en muchos casos desempeñadas por antiguos miembros de la Policía Nacional, le encomendaban diversos servicios. En el caso del BBVA, por ejemplo, se pagaron más de 10 millones de euros a lo largo de una década por supuestos trabajos como acabar con Ausbanc. Para Iberdrola, entre otras cosas, se habría espiado a unos ecologistas. Hay
variedad.
La causa se bautizó al inicio como Tándem porque los protagonistas eran Villarejo y el abogado de sus empresas, Rafael Redondo. Sin embargo, a lo largo de la instrucción ha tomado peso la pareja conformada con el también comisario
Enrique García Castaño. El juez y la Fiscalía le sitúan como la persona que le suministraba datos privados de bases policiales o fruto de relaciones de la Policía con instituciones y entidades que él luego vendía a sus clientes. Era el valor añadido del negocio, una información que no estaba al alcance de cualquier detective.