2021, UN AÑO ENTRE FILOMENA, LA RATA Y EL BUEY METÁLICO
Estos bueyes tenemos y con estos bueyes habrá que arar. Es el momento de la verdad para Pablo y Pedro, para la economía, para las empresas y para el currito de a pie al que no cuela lo de decirle que las colas del hambre son, en realidad, intolerantes que buscan hacer añicos el primer año triunfal de la alianza socialcomunista.
hartos de que les digan si pueden o no repartir los dividendos con sus accionistas –¿pero... no son negocios privados?–. Los segundos, fritos de la cantinela de las renovables y la compra de pagarés a unos y las bofetadas a otros. Los terceros, temerosos de la voracidad de un Ejecutivo rogando con las virtudes del 5G y dando con el mazo de unas subastas voraces con las que llenar la hucha. El resto, acongojado por un Gabinete sin peso específico alguno en la báscula internacional y promesas de ayuda que terminan en actos episódicos de intervencionismo. Que le pregunten por ejemplo a los Hidalgo por el papel de la Sepi en Air Europa...
Este año a caballo entre la Rata y el Buey metálico veremos sorprendentes jugadas en todos los terrenos, porque el hambre aguza el ingenio. Y hambre hay para rato. Los bancos están al rojo –ya no sé si vivo o muerto–, y tanto el Santander como BBVA tienen los mimbres para dar el campanazo en un sector donde el BCE sigue con su palabrería de fusiones frías y paños calientes, y en el que no estará sola La Caixa en ese nuevo mundo pospandémico. Un sector que además tendrá que obtener permiso vía Fráncfort para volver a repartir dividendo a pesar de no estar bajo el espectro de lo público. (Un inciso▶ ¿cómo se puede hacer atractivo un banco si no puede pagar dividendo? Las tan requeridas fusiones están bien, vale, pero sin dividendo no hay incentivos, salvo echar a gente –más–, un problema