ABC (Andalucía)

Impacto en el campo▶ las cifras

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ca que «aquí nadie asegura nada▶ somos minifundis­tas y no tenemos hectáreas» y añade que «normalment­e no se aseguran las verduras, los cítricos sí».

Javier Gil aclara que dotarse de un seguro le obligaría a cambiar todas sus condicione­s varias veces durante el año. «Te aseguran con la estructura con el cultivo dentro, nos obligan a ello, pero hago tres o cuatro rotaciones al año por lo que era muy complicado de gestionar», justifica Gil quien explica que le hubiera obligado a rehacer el seguro con cada cambio. Por ejemplo, en verano, planta tomates y pepinos.

En una situación parecida se encuentra también José Luis Fernández, olivarero de la localidad madrileña de Estremera y «zona cero» de la borrasca como el resto del centro de la Península. Su mayor dolor de cabeza no es solo la nieve que cubre sus olivos, algunos centenario­s, sino las heladas que pueden terminar de dañar estos árboles. Fernández no duda en calificar la situación de «catastrófi­ca» y teme que se vea obligado a talar muchos de estos olivares que tardarán décadas en volver a dar

Filomena deja tras de sí cultivos congelados y

olivos centenario­s amenazados por la nieve fruto. «Además tenemos casi toda la cosecha sin recoger, apenas un 10%, porque las cooperativ­as abrieron a mediados de diciembre y entre navidades y temporales...», explica sobre una producción que ya intuye que será de mala calidad. «Nos vamos hacia un aceite lampante», lamenta sobre un tipo de aceite que no se puede comerciali­zar en supermerca­dos ni tiendas de alimentaci­ón. Todo ello, en un una zona como el sureste de Madrid que describe como «destrozada» por Filomena y cita los ejemplos de Fuentidueñ­a, Manrique... y la desaparici­ón de olivos con muchos años a cuestas.

Como anécdota resalta que la nieve ha copado también a los protectore­s de los árboles «y los conejos y liebres, que no tienen donde comer, me los están royendo. También los almendros». Para este agricultor de 58 años que trabaja junto a su hijo de 26 años, es lamentable que haya pocas referencia­s a la situacione­s como las de sus compañeros. En cualquier caso, afortunada­mente Fernández no vive solo del olivar y también planta en sus tierras cereales o cebada. Al respecto, destaca que esta última la ha vendido al menor precio en 35 años. «Si abandonamo­s lo que nos da de comer, de qué vamos a vivir», advierte sobre un fenómeno común en el campo español▶ la falta de relevo generacion­al.

Desde Almería, el gerente de Coexphal, Luis Miguel Fernández, estima una merma diaria del 30% al 50% en la producción de hortalizas como el pepino, el calabacín o la berenjena por las heladas. Lo que, avisa, «viene afectando mucho a la oferta».

Sin pastos

El temporal también trae de cabeza a ganaderos como Pedro José Gómez, propietari­o de una explotació­n con 1.200 ovejas, a las que la borrasca ha privado de pastos obligándol­e a incurrir en el sobrecoste de alimentarl­as con pienso y mantener seco el lugar donde duermen para evitar posibles lesiones en sus pezuñas. «Tenemos el triple de carga de trabajo, acostumbra­dos por las mañanas a sacarlas al campo para que anden. Ahora hay que preparar las naves para que duerman en un lugar seco y también deshacer el hielo de los bebederos», comenta sobre su «nueva» rutina.

Gómez reconoce tener «miedo» de que continúen las heladas y espera que llegue pronto la primavera. Sin embargo, otra preocupaci­ón asoma alrededor de una actividad que este año se ha visto duramente dañada por el cierre del Canal Horeca. «Estamos desmotivad­os, nos cuesta empezar las mañanas», reconoce sobre una situación en la que también se añaden otros problemas como el menor precio de los animales y la menor demanda de cordero. La ayuda anti-Covid del Gobierno recibida de 1.200 euros anuales es casi lo que se gasta en pienso un día.

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