ABC (Andalucía)

Silencio en Madrid por la ausencia de aves tras el temporal

La nieve ha sepultado el alimento de estos animales, que han muerto o migrado

- BEATRIZ L. ECHAZARRET­A

«Hace dos días di un paseo por Madrid y lo que más me impresionó no fue la estampa idílica de la nevada, sino el total silencio de la ciudad por la ausencia de aves. Me dio un escalofrío», reconoce Luis Martínez, técnico de Biodiversi­dad Urbana de la Sociedad Española de Ornitologí­a. Cientos de pájaros apareciero­n muertos en las calles de Roma el 1 de enero por los fuegos artificial­es de Año Nuevo. Aquella fotografía casi de ciencia ficción parece ahora el preludio de los efectos que ha traído Filomena para nuestros vecinos alados. El temporal del siglo en España ha terminado de rematar lo que está siendo un periodo anómalo no solo para el hombre, sino también para las aves, por una pandemia y un episodio meteorológ­ico histórico. El cielo de Madrid amanece tras el temporal vaciado de animales, como la antítesis del argumento del clásico «Los Pájaros», de Hitchcock. En la capital no hay plagas de aves enloquecid­as, sino su carencia.

Aunque aún es pronto para cifrar el número de aves que han tenido que migrar o que se han congelado por el frío, Martínez vaticina que el balance de mortalidad que ha dejado el temporal de nieve y frío extremo será dramático. «Si nos referimos a las aves que aún quedan en Madrid, cada día que pasa puede ser el último». Las aves, cuenta Martínez, son animales de sangre caliente –suelen tener una temperatur­a media de 40 grados centígrado­s– y necesitan energía para mantener el calor. Cuando las temperatur­as descienden intensific­an su búsqueda de alimento, pero el problema de estos días, afirma, es que la comida ha quedado sepultada bajo la nieve. Este contratiem­po lo han sufrido las aves que se han quedado en la urbe, pero un gran porcentaje se ha movido con la llegada del temporal en lo que se denominan «fugas de tempero». «Lo preocupant­e es que los pájaros de ciudad se han quedado sin recursos alimentici­os. Los comederos hay que abastecerl­os y quien se podría encargar de hacerlo estos días –como es normal– se ha dedicado a otras tareas», recalca.

Estos animales resisten bien las bajas temperatur­as gracias al plumaje, siempre y cuando tengan fácil el acceso a la comida. Precisamen­te porque vuelan, no pueden engordar ni acumular grandes reservas de grasa, pues esto las convierte en fáciles presas para sus depredador­es. Necesitan nutrirse a corto plazo; una tarea prácticame­nte imposible estos días.

Alpiste en la repisa

La pandemia ha trastocado la vida de los pájaros, sobre todo de las especies que más dependen de la presencia del ser humano, como la paloma doméstica. Pero no todo ha sido negativo, pues hay aves «más tímidas y sensibles a la presión de la gente, como ruiseñores, que han podido criar en las zonas donde no había mucho tránsito en el confinamie­nto», comenta Martínez.

Ahora solo queda aprender del compromiso de la ciudadanía en países como Reino Unido, donde está extendida la costumbre de alimentar a las aves. Un recipiente con alpiste en el balcón puede salvar la vida de muchas.

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ABC Los pájaros no acumulan reservas de grasa para poder volar

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