Histórico del humor gráfico
Fue uno de los fundadores de la revista satírica «El Jueves»
«Gracias a un vecino editor y con una extensa biblioteca –nunca le estaré lo suficientemente agradecido–, a los doce años yo ya era un ávido lector, especialmente de ciencia ficción. También me encantaban las revistas científicas, donde descubrí la reciente invención del desfibrilador». Con estas palabras jalonadas de viñetas en blanco y negro y chistes punzantes, pura retranca mitad Bruguera mitad Terry Gilliam, se presentaba Antoni «Tom» Roca en «Mi puta vida» (Astiberri), libro de memorias que explica mejor que cualquier reseña o artículo lo que fue y, sobre todo, lo que significó el creador barcelonés para la historieta y el humor gráfico español. Porque Roca, fallecido ayer a los 67 años, trascendió los límites de la viñeta y fue, además de humorista gráfico, guionista, productor ejecutivo y director de programas de televisión.
Un «dibujante de primera», como a él mismo le gustaba calificarse medio en guasa, que acabó llevando su fascinación por los Monty Python y su «Flying Circus» a la televisión española al tiempo que se multiplicaba en libros, revistas e infinidad de colaboraciones.
Nacido en el barrio de Sants de Barcelona, a los trece años empezó a trabajar en una rotativa, donde se encargaba de imprimir las multas de tráfico del Ayuntamiento. Con el tiempo llegaría el entintado de historietas y, ya en la editorial Bruguera, la compaginación de revistas como «Pulgarcito», «Tío Vivo», «Jabato», «Capitán Trueno»... Ahí conoció a Vázquez, Raf, Ibáñez, Conti y Escobar, dream team de la historieta que marcó el rumbo del tebeo español en la segunda mitad del siglo XX. Con todo, si hubo un nombre al que Roca se sentía cercano, ese era El Perich, maestro y amigo con quien, además de comentar por teléfono casi todas sus dibujos para tantear el potencial carcajeable de sus viñetas, acabaría colaborando en «Filiprim», popular programa de la televisión catalana.
De natural inquieto y con hambre de mundo, Roca viajó a París siendo poco más que un adolescente y descubrió publicaciones que, como «Hara-Kiri», «Pilote» y «Charlie Hebdo», moldearon su manera de entender el humor. De ahí saltaría a Londres, donde juró amor eterno a los Monty Python. De vuelta a España, el dibujante se convirtió en el miembro más joven de la Redacción de «Por favor», donde coincidió con Juan Marsé, Maruja Torres o Vázquez Montalbán, entre otros, y empezó a abultar un currículum en el que ya destacaban, como relucientes medallas, colaboraciones con «Penthouse», «Playboy», «El Periódico de Catalunya» o «Interviú», entre muchos otros. En 1977 formó parte del equipo fundador de «El Jueves», revista satírica en la que firmó series como «El bar de Paco».