ABC (Andalucía)

LA TENACIDAD

- POR ANTONIO GARRIGUES WALKER ANTONIO GARRIGUES WALKER ES JURISTA

«Vamos a demostrar nuestra tenacidad. Vamos a recuperar la garra, la convicción de que es posible superar cualquier obstáculo, y vamos asimismo a denunciar las intolerabl­es mentiras de los que detentan el poder a todos los niveles. En ningún país europeo quedarán inmunes las falsedades con las que se pretenden justificar actuacione­s o informacio­nes injustific­ables. No podemos ser tan diferentes al resto de nuestros colegas»

JORDI Nadal, en su buen libro «La invención de la bicicleta» resume así la biografía de Abraham Lincoln▶ 7 años: tuvo que empezar a trabajar para ayudar a sostener a su familia después de que se vieran obligados a abandonar su casa.

9 años: su madre murió.

22 años: fracasó en sus negocios.

23 años: fue derrotado en las elecciones a legislador y no consiguió entrar a la Facultad de Derecho.

24 años: se declaró en bancarrota y pasó diecisiete años pagando deudas a sus amigos.

25 años: fue derrotado nuevamente en las elecciones a legislador.

26 años: cuando estaba a punto de casarse, su novia falleció, lo que le destrozó el corazón.

27 años: tuvo una crisis nerviosa y pasó seis meses en cama.

29 años: fue derrotado en las elecciones para representa­nte del estado.

31 años: no pudo formar parte del colegio electoral.

34 años: fue derrotado en las elecciones al Congreso.

37 años: fue nuevamente derrotado en las elecciones al Congreso.

39 años: fue derrotado por tercera vez en las elecciones al Congreso.

40 años: no fue aceptado para un trabajo como alto funcionari­o de estado.

45 años: fue derrotado en las elecciones al Senado.

47 años: fue derrotado en las elecciones del Partido Republican­o para candidato a vicepresid­ente del país (obtuvo menos de cien votos).

49 años: fue nuevamente derrotado en las elecciones al Senado.

51 años: Abraham Lincoln es elegido presidente de los Estados Unidos de América.

Un ejemplo perfecto de cómo la tenacidad en la lucha por conseguir un objetivo puede, antes o después, superar todos los obstáculos por insalvable­s que parezcan. Ese es el género de actitud que necesitamo­s en una España muy afectada por la pandemia y la crisis económica local y global.

Vamos a tener que poner en marcha todos los resortes morales que nos permitan actuar con firmeza, con audacia y con un profundo sentido de la solidarida­d que siempre ha sido un factor clave en la sostenibil­idad de los sistemas incluso en épocas de crecimient­o intenso. Lo que

España no puede hacer ahora es quedarse sin fuerza, sin ánimo y sin objetivos dignos. Hay que reclamar un liderazgo más firme, más comprometi­do y menos ambiguo, y sobre todo menos condiciona­do por la obsesión de mantener el poder que puede conducir a situacione­s similares a las que se han vivido en los Estados Unidos, o las que podemos vivir en varios países europeos, y entre ellos, y de manera especial, en España, en donde la erótica del poder parece justificar y legitimar pactos entre partidos con ideologías dispares e incompatib­les que van a limitar y entorpecer inevitable­mente la capacidad de acción y podrán poner en riesgo la convivenci­a en democracia.

El estamento político tiene que asumir responsabi­lidades como cualquier otro estamento. La idea de utilizar el poder, no para transforma­r la sociedad, sino exclusivam­ente para mantenerse en el poder es inmoral desde todos los puntos de vista. Es un «delito» democrátic­o que la ciudadanía acabará castigando con sus votos o por otros medios que habrá que desarrolla­r, porque la ciudadanía está harta de tanta doble moral, de tanto cinismo, de tanto engaño. Va a dar un golpe en la mesa y va a decir ¡basta! No llega a ser categoría de amenaza, pero es algo más que una advertenci­a. Todo tiene un límite y ya lo hemos superado con creces. O reaccionam­os o merecemos lo que nos pasa. No hay otras opciones. Y la única válida es la de seguir luchando con la moral y la tenacidad de Abraham Lincoln hasta convertirn­os en un país con la capacidad de acción y el protagonis­mo que nos merecemos.

Bastaría con convencern­os de que España tiene un enorme potencial de desarrollo político, económico y sobre todo cultural que podría poner en marcha en cualquier momento, pero como buen país latino padece de insegurida­d en sí misma y mantiene una alta capacidad autocrític­a que frena ese potencial sin justificac­ión alguna.

Es en este momento histórico, cuando nuestro país podría compartir el liderazgo en todos los problemas del mundo y liderar en solitario varios de ellos. Nuestra condición de país europeo y de país latino y la fuerza de nuestro idioma nos coloca en una situación privilegia­da. Ningún otro país europeo tiene ese potencial. ¿A qué viene entonces tanta pobreza de acción en los problemas globales? ¿tanto complejo de inferiorid­ad? ¿tanta pereza mental? Pongámonos a ello porque va a merecer la pena. Va a sacarnos de este letargo y va a generar una nueva sociedad con nuevos impulsos, nuevos personajes y nuevas perspectiv­as. ¿Se puede pedir más?

Sí. Se puede pedir que nuestra sociedad civil levante la voz y además de ejercer el derecho a la crítica se cuide también de ofrecer ideas y soluciones. Es ahí donde reside la diferencia, la enorme diferencia entre nuestra sociedad civil y la anglosajon­a. Limitarse al ejercicio crítico es demasiado fácil. Ofrecer salidas y colaborar con las autoridade­s competente­s es la verdadera obligación. Es así como se construye y se cimenta una vida democrátic­a auténtica y como se gestan valores cívicos profundos que en España escasean. Pero podemos revertir la situación. Vivimos en sociedades complejas que afrontan problemas complejos y tenemos que estar dispuestos a renunciar al que «resuelvan ellos». Tenemos la suerte de que nos toca a nosotros.

Vamos a demostrar nuestra tenacidad. Vamos a recuperar la garra, la audacia, la mentalidad innovadora, la convicción de que es posible superar cualquier obstáculo, y vamos asimismo a denunciar las intolerabl­es mentiras de los que detentan el poder a todos los niveles. En ningún país europeo quedarán inmunes las falsedades con las que se pretenden justificar actuacione­s o informacio­nes realmente injustific­ables. No podemos ser tan diferentes al resto de nuestros colegas. La mentira probada tiene que provocar la dimensión del mentiroso y abrir un proceso de posibles responsabi­lidades penales o civiles. En nuestro país hasta ahora ni siquiera se ponen colorados. Seamos tenaces en denunciar esta situación.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tiene ya cuatro recursos que resolver contra la arbitrarie­dad y el abuso que supuso el decreto aprobado por la Generalita­t para retrasar hasta el 30 de mayo las elecciones autonómica­s. La argumentac­ión viene a ser común▶ ese decreto genera indefensió­n a los partidos que habían sido convocados a las urnas el 14 de febrero, pero sobre todo se reserva una prerrogati­va caprichosa e ilegal, como es la de aplazar sine die la convocator­ia de los comicios con la coartada de la pandemia. Cataluña está fuera de plazo, no tiene un presidente legítimame­nte designado, y su vicepresid­ente actúa en funciones. No hay, o no debería haber, posibilida­d legal alguna de que el separatism­o cite a las urnas solo cuando le venga en gana o le convenga tácticamen­te. No deja de ser otro modo de usurpar la soberanía de los ciudadanos que quieran votar. Si se avala ese decreto, se avalará peligrosam­ente la prórroga de una legislatur­a moribunda desde que nació.

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NIETO

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