ABC (Andalucía)

CERRADO POR COGOBERNAN­ZA

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El presidente de Castilla-La Mancha se suma al frente que pide un nuevo estado de alarma contra el Covid-19

Tenía razón Pedro Sánchez cuando el pasado marzo decidió calificar de «dinámica» la situación provocada por la pandemia. Además de permitirle dar bandazos por decreto para adaptarse al medio pandémico y autorresca­tarse del desastre, ese dinamismo se traduce ahora en una cogobernan­za en la que cada cual se dinamiza como puede. El mismo toque de queda que los socialista­s califican en Castilla y León de «rebelión», por la gloria de Oriol Junqueras, es solo unas provincias más abajo –a la altura de donde García-Page confiesa su amargura y combate con épica manchega «el oleaje» del Covid-19– una oportunida­d para protegerse del virus. La dinámica es absoluta en un país que Sánchez quiso dejar alarmado hasta mayo para dedicarse a otros menesteres y no tener que dar explicacio­nes en las Cortes. El «Estado compuesto» del presidente del Gobierno es hoy una red de diecisiete centros de salud con horarios discrecion­ales de cierre y cuyo marco jurídico responde antes al dinamismo político del propio Sánchez que al diagnóstic­o actualizad­o de una enfermedad cuyo ajetreo trató de dejar atado y bien atado –«preveyéndo­lo»– con una visión de futuro que llegaba hasta mayo. La rebelión, por la gloria de Junqueras, debe de ser consecuenc­ia de la cogobernan­za.

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