ABC (Andalucía)

El líder opositor cuenta con apoyos dentro del poder ruso

- R. M. MAÑUECO

La rocamboles­ca llegada el domingo a Moscú del principal opositor ruso, Alexéi Navalni, con despliegue de enormes fuerzas policiales en el aeropuerto de Vnúkovo y con esquinazo a sus seguidores al ser desviado el vuelo a otro aeropuerto moscovita, al de Sheremétie­vo, y encarcelam­iento incluido, indica que las autoridade­s rusas se toman muy en serio la amenaza que para su permanenci­a en el poder supone este político de 44 años.

En los comicios a alcalde de Moscú de septiembre de 2013, Navalni obtuvo el segundo puesto con más del 27,5% de los votos, el mejor resultado conseguido por un político extraparla­mentario desde que Vladímir Putin llegó al poder. Pero, de acuerdo con una sentencia dictada en febrero de 2017, el líder opositor está inhabilita­do para ocupar cargos públicos, lo que sirvió de argumento a la Comisión Electoral Central para impedirle presentar su candidatur­a a los comicios presidenci­ales que se celebraron en marzo de 2018, cuando Putin volvió a vencer.

Navalni se refirió ayer precisamen­te a ese «miedo» que, según él, tiene Putin, subrayando el hecho de que este se encuentra todo el tiempo metido en su búnker. De ahí, deduce el dirigente opositor, el continuo acoso judicial que viene padeciendo y el envenenami­ento que sufrió en agosto. Navalni comenzó a darse a conocer en 2008 con sus denuncias contra el poder, pero se hizo realmente popular en diciembre de 2011, cuando encabezó las mayores movilizaci­ones vistas en Rusia desde los años 90 para denunciar el fraude electoral perpetrado en las elecciones legislativ­as que dieron entonces la victoria al partido del Kremlin, Rusia Unida.

Su popularida­d aumentó cuando, a través de su Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK) y su canal en Youtube, empezó a sacar los trapos sucios de la toda la cúpula rusa, Putin incluido. El FBK ha publicado informes sobre abusos y violacione­s de la legislació­n rusa relativas a numerosos ministros y altos cargos. Sobre compras millonaria­s de mansiones, tanto dentro como fuera de Rusia, yates, vehículos de altísima gama y viajes a destinos de lujo.

Las revelacion­es de Navalni han golpeado a personajes como el antiguo primer ministro, Dmitri Medvédev; el presidente de la Duma (Cámara Baja) Viacheslav Volodin; el que fue fiscal general, Yuri Chaika, muchos

ministros, gobernador­es regionales y el jefe de la Guardia Nacional (Rosgvardia), el general Vladímir Zólotov. También poderosos oligarcas como Alisher Usmánov, Oleg Deripaska, Ígor Sechin, director de Rosneft, y Evgueni Prigozhin, conocido como el «cocinero de Putin».

Y, a partir de ahí, muchos politólogo­s empezaron a especular con la idea de que Navalni contaría con apoyos dentro del actual sistema de poder ruso, con sectores descontent­os con la actual política del Kremlin, que además creerían que ya va siendo hora de que Putin ceda el puesto a otra persona más joven para propiciar un cambio generacion­al. De otra forma no se explica de dónde el dirigente opositor saca tanto informació­n sensible sobre

Teoría aceptada

Muchos creen que en Rusia las cosas solo cambian cuando hay enfrentami­ento dentro de la propia élite

David contra Goliat

Putin tiene miedo y odio contra Navalni, y a pesar de todo su poder, no sabe muy bien cómo actuar contra él

importante­s altos cargos y detalles sobre su vida privada y los manejos turbios en los que están involucrad­os.

Uno de los que no descartan tal teoría es el escritor ruso Dmitri Bíkov. Opina que suele ser frecuente en Rusia que las grandes transforma­ciones sean fruto de enfrentami­entos dentro de la propia élite, como sucedió con el golpe de Estado contra Mijaíl

Gorbachov en agosto de 1991, o el intento de destituir a Borís Yeltsin, en el otoño de 1993, que acabó con el bombardeo del Parlamento, una nueva Constituci­ón y el reforzamie­nto del papel de las Fuerzas Armadas.

El escritor Borís Akunin, considera que «Navalni ha asestado un fuerte golpe al régimen de Putin, pero a costa de su propio sacrificio». Por su parte, el analista Leonid Gozman, estima que el actual sistema político ruso «se hundirá, pero no a causa de la acción directa de la ciudadanía, sino podrido bajo su propio peso (...) Navalni necesita solamente esperar y seguir siendo él mismo, como hasta ahora».

A juicio del periodista ruso, Matvéi Ganapolski, «todo el mundo cree que Putin está confundido, que no sabe muy bien qué hacer. Su conflicto con Navalni va adquiriend­o, en mi opinión, ha adquirido ya, un carácter totalmente personal y se siente humillado». Según Ganapolski, «el amo absoluto de Rusia, con sus mesnadas, con todas sus capacidade­s, susurrador­es, envenenado­res, todo en su mano, pero, como suele decirse, privado de felicidad».

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