ABC (Andalucía)

Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta interpreta­n la obra de Marta Buchaca bajo la dirección de Lautaro Perotti

- JULIO BRAVO

amilia y muerte. Son los dos ingredient­es de «Rita», la obra de Marta Buchaca que acaba de llegar al Teatro Fernán-Gómez. Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta, pareja en la vida real, interpreta­n a dos hermanos en esta comedia dramática que dirige Lautaro Perotti. Los dos intérprete­s llegan a «Rita» sin tiempo para «descomprim­irse» después de participar en una producción de «Macbeth» con un componente emocional muy intenso y que echó el telón el pasado domingo.

Familia y muerte son también los ejes sobre los que gira la obra de la dramaturga catalana, que pensó la obra el día en que su hermana le llamó para que la acompañara al veterinari­o, porque tenía que sacrificar al perro. Allí, en la consulta, con el animal en su transportí­n, empezó a imaginar esta obra. «Tengo una abuela que padece alzhéimer desde hace doce años. Y pensé que por qué sacrificam­os a un perro para que no sufra, y no hacemos lo mismo con una persona a la que queremos».

Obra humana «Es una obra que nos roza a todos, que habla de la vida y de la muerte», dice Perotti

FSufrimien­to y debate

«¿Qué pasa con el sufrimient­o humano? –se pregunta Marta Buchaca– ¿Qué pasa cuando quien sufre es una madre? Rita, la madre de Julia y Toni, tiene alzhéimer desde hace muchos años y está en estado vegetal. Cuando Toni acepta que debe sacrificar a su perra Rita, siente la necesidad de hacer lo mismo con su madre. No soporta verla sufrir. Y es precisamen­te este hecho lo que me empuja a escribir la obra y lo que abre el debate. Como le dice su hermana Julia▶ “Eres tú quien sufre, no te engañes. Y si no puedes soportar que tu madre esté así, te aguantas”».

Más que de la eutanasia, Marta Buchaca habla del testamento vital, del derecho a «decidir cómo quiere morir cada uno. Nuestra sociedad vive de espaldas a la muerte. Actuamos como si no tuviéramos que morir nunca y, en general, no aceptamos que la muerte es parte de la vida. La obra, a través de la historia de Julia y Toni, habla de un tema que no es habitual ver en nuestros escenarios▶ la eutanasia y el derecho a morir dignamente».

«Rita» no quiere ser en absoluto doctrinari­a ni exponer tesis. «La obra plantea preguntas, no ofrece respuestas, entre otras cosas porque yo no las tengo. ¿Por qué tenemos asumido que a un perro no lo tenemos que dejar sufrir y, en cambio, a los humanos a veces los dejamos vivir hasta estados de una dignidad muy cuestionab­le? ¿Por qué no está legalizada la eutanasia en España? ¿Qué es vivir con dignidad? ¿Qué es el sufrimient­o? ¿Qué es amar? ¿Es dejar que nuestra madre se consuma al final de la vida? ¿Es ayudarla a morir? ¿Es hacerle compañía y cuidarla hasta el último suspiro? Es un texto que duda como lo hago yo. Desde las tablas no adoctrinam­os. “Rita” pone la pregunta en escena y dispone la historia para generar un debate en el espectador».

Lautaro Perotti, el director, se refiere a la obra como «humana». «Es una obra que nos roza a todos, que habla de la vida, la muerte, de cómo entender el afecto y el amor, y también de la dificultad de “soltar” a las personas que queremos y de ponerse en el lugar del otro. Es un viaje de muchísimo crecimient­o para los personajes». «Es una comedia preciosa –tercia Carlos Hipólito–, tiene hondura sin ser doctrinari­a, con unos diálogos prodigioso­s, con personajes empáticos y reconocibl­es». «Hay mucha verdad en la función –completa Mapi

Comedia «Hasta con los

temas más difíciles –dice Marta Buchaca– podemos hacer

humor»

es como si el público viera a través de una mirilla la vida de estos dos hermanos».

Como humanos, los personajes resultan contradict­orios. «Julia –dice su intérprete– tiene una gran facilidad para decidir sobre los problemas de los demás, pero una gran dificultad para enfrentars­e y decidir sobre los propios. Es, además, una mujer muy dependient­e de su madre», Por contra, el personaje de Toni parece tener todo muy claro... Hasta que se le plantea el dilema de tener que sacrificar a su perro. Su seguridad, entonces, se desvanece.

A pesar del calado de los asuntos que trata, «Rita» es una comedia y toda la obra está teñida de humor. «Hasta con los temas más escabrosos y difíciles –dice Marta Buchaca– podemos hacer humor. Yo no sé hacerlo de otra manera más que a través de la comedia. EmSagaseta–;

Crítica de teatro

a su padre en un teatro vacío que suele cuidar éste. Allí nace la idea de crear un espectácul­o y, ante la necesidad de encontrar músicos y actores con el que desarrolla­rlo, la nómica de habitantes del teatro va creciendo. El proceso de creación se une en «Post» a la peripecia de los arquetípic­os personajes, dibujados con trazo grueso aunque bien perfilados▶ desde el payaso augusto que es el protagonis­ta, un eterno perdedor que, sin embargo, no pierde las esperanzas de un «final feliz» para sus historias –su espectácul­o y su

Edu Soto

evivir el mal trago del cáncer podría ser una experienci­a horrible para cualquiera, pero no para Stellan Skarsgård, curtido en la vida y en los platós. El veterano actor, cuya primera mujer sufrió esta enfermedad, traslada de su pasado esa «pasividad» que requería su personaje, marido ausente pero compañero perpetuo de la intérprete Andrea Braein Hovig cuando la esperanza ya es lo único que les queda. «Todo lo que hago está siempre relacionad­o con mi propia experienci­a y eso me hace entender las cosas», explica a ABC el protagonis­ta de «Hope», la candidata de Noruega a los premios

Oscar que se estrena hoy en España. «Sobre todo me ayudó a comprender la pasividad de mi personaje, Tomas, porque cuando a la persona con la que convives le cae una sentencia de muerte encima lo único que sientes tú, como persona a la que no le ha tocado, es absoluta impotencia. No hay forma de poder compartir con esa persona lo que le está ocurriendo, por mucho que lo intentes. Puedes ofrecer un apoyo práctico, estar ahí siempre, pero siempre estarás fuera. Es una sensación horrible».

El intérprete, fetiche del siempre provocador Lars von Trier, a punto estuvo de rechazar el proyecto consciente de lo saturado del género, pero cambió de opinión cuando leyó las dos páginas que le envió Maria Sødahl, tan satírica como cruda en esta visión creativa sobre su propia vida. «La directora y su marido, también cineasta (Hans Peter Molan), son viejos amigos míos. Ya conocía la historia porque la he vivido. Cuando Maria me envió el boceto pensé▶ “Otra película de cáncer no”. Pero al leerla me di cuenta de que era una película muy divertida, con toques de humor, y que más que una cinta

Rsobre el cáncer era una historia en torno al amor», reconoce Skarsgård. A pesar de que es la protagonis­ta la que lidia con el cáncer, el que sale peor parado es su marido, al que escupe verdades y rencores durante el metraje. Y como la confianza da asco, Skarsgård echó el resto sobre el personaje. Eso sí, tuvo la caridad de advertir a su amigo. «Él es muy leal al trabajo de su mujer, lo respeta, y entiende que es el punto de vista de ella y no el suyo. Cuando acepté el papel, le dije▶ “Nadie va a querer hablar contigo después del retrato que voy a hacer de ti en la película”. Y le dio un poco de miedo», bromea al otro lado del teléfono, siempre con una carcajada sonora preparada. «Pero no intenté imitarlo, simplement­e hice el papel de un hombre en esta situación, no de amigo».

Se lo toma a broma porque, después de más de cien títulos, ya no quiere «más papeles trágicos». Le sobran en su filmografí­a, tan abundante en número como escasa en grandes premios. En 2020 ganó el Globo de Oro por su papel de Boris Shcherbina en «Chernobyl», pero estos galardones tienen una importanci­a efímera en su vida, donde el éxito y el orgullo tienen otro significad­o.

Además de una historia sobre el cáncer y sobre el amor, con ese afecto que solo consigue hacer resurgir la fatalidad, «Hope» es también una película sobre la familia. Padre de ocho hijos, cuatro de ellos han seguido sus pasos. El más conocido es Alexander Skarsgård, protagonis­ta de «True Blood» o «Big Little Lies», y le siguen Gustaf («Vikingos»), Bill (el payaso malévolo de «It») y Valter («Señores del caos»). «No me siento un patriarca sino su amigo. Cuando supe que mis hijos seguirían mis pasos pensé que lo tendrían más difícil, porque empiezan bajo mi sombra. Me hace muy feliz su éxito», admite.

nuestras vidas», dice sin perder el buen humor.

Estilos latinos

Este lanzamient­o, de repercusió­n mermada por la pandemia, ofrece una sabrosísim­a mezcla de danzonete, son, bachata, chacarera, bambuco viejo, sangueo, rumba jarocha, ranchera, bolero, bossa nova, zamba, tango y otros estilos del folclore más popular y profundo, nacidos en los barcos y abordados por primera vez por una intérprete española, como es el caso de la petenera mexicana y la malagueña venezolana. «Es un disco grabado en directo, con la reverberac­ión natural de la sala, casi cien por cien analógico, sin autotune ni cosas de esas, porque tenía que primar la pureza de las canciones y la calidad de los músicos que las han interpreta­do», describe la autora, que ha «mamado» todas estas músicas desde pequeña. «En la música de Andalucía es muy latente ese tronco común con muchos de los estilos latinos», continúa, «pero la velocidad que ahora llevamos con todo hace que se diluyan esas conexiones. Todos esos sonidos que nos resultan familiares, poco a poco, se van dispersand­o por la irrupción de las modas».

Presentaci­ón de Pablo Cano

«Va a ser el pistoletaz­o de salida para la carrera de su hijo Pablo, y estar ahí es un orgullo y un honor»

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ABC La intérprete presentará en mayo «Todo lo que tengo»

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