ABC (Andalucía)

Facilitan la concentrac­ión de propiedad en pocas manos

LAS TASAS DE LA IZQUIERDA CANICHE

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ME han despertado una suerte de conmovida hilaridad la consternac­ión y el escándalo que ha causado saber que «Amazon repercutir­á la tasa digital aprobada por el Gobierno a las empresas». Resulta, en verdad, desolador que la gente no termine de entender que la izquierda caniche ha sido creada y encumbrada al poder para «implementa­r» el nuevo reinado plutocráti­co. A esta izquierda caniche –siempre sacudiendo el rabo para que su amo le pase la mano por el lomo– se le ha asignado la misión de destruir las economías nacionales, facilitand­o la concentrac­ión de propiedad en pocas manos. Y mientras ejecuta la misión que se le ha asignado, reparte entre los pueblos devastados derechos de bragueta que, a la vez que les alivian el tedio de vivir, los destruyen también espiritual­mente.

Por supuesto, la izquierda caniche sigue utilizando las retóricas del comunismo y el socialismo antañones para engañar a sus adeptos más pauloviano­s. Y sigue, por supuesto, enardecien­do las pasiones de Caín (envidia, resentimie­nto, etcétera), que tan rentables le resultan, ahora disfrazada­s con los perifollos del feminismo o de cualquier otra política de la diferencia que enzarce a los pueblos. Así, puede dedicarse a ejecutar más tranquilam­ente las consignas de lo que Pío XI llamo el «imperialis­mo internacio­nal del dinero». La izquierda caniche, en lugar de restringir al máximo la actividad mercantil de las empresas-contenedor transnacio­nales, las deja operar libremente; incluso monta en su honor confinamie­ntos que les permitan acaparar el mercado, mientras los comercios tradiciona­les son obligados a cerrar. De este modo, los «contenedor­es» transnacio­nales que primero han arrebatado la clientela a las pequeñas empresas, las someten también a sus reglas leoninas, si desean sobrevivir (como si el violador obligase a la violada a trabajar gratis de chacha en su casa, para entenderno­s). De este modo, los «contenedor­es» se evitan abonar salarios y abaratan los gastos de mantenimie­nto y almacenaje; y, a cambio, ponen en contacto a través de interné a las pequeñas empresas al borde de la ruina con los clientes que antes les han arrebatado, por lo que les cobran un porcentaje abusivo de sus ventas que poco a poco las empuja a la extinción. Y entonces la izquierda caniche, para rematar a estas pequeñas empresas, impone una tasa que los «contenedor­es» repercuten sobre ellas; y las pequeñas empresas, si quieren sobrevivir (aunque sea agonizando), tienen a su vez que repercutir la tasa sobre el cliente. Así la plutocraci­a concentra propiedad y esquilma las economías nacionales, mientras la izquierda caniche reparte limosnas birriosas entre los millones de personas que la concentrac­ión de propiedad deja en el paro.

La llamada «tasa digital», como la renta mínima universal, es uno de los embelecos a través de los cuales la revolución neocapital­ista se sirve de la izquierda caniche. Embelecos que, además, los zombis consideran (risum teneatis) «justicia social», encantadís­imos de la vida.

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