LO MÍNIMO
A fin de cuentas, si uno tiene a Bárcenas en su partido, lo mínimo que puede hacer es espiarle. Cerrar el Congreso a la democracia y abrirlo sólo para pasar cuentas con tus rivales es venezolano. El PSOE haría bien en recordar que cualquier gran maquinaria produce daños colaterales y que lo peor de los navajazos es cuando te los devuelven. La Kitchen es folclore. Un folclore que tiene algo de truculento, algo de delirante y algo de comprensible. La política de «no soltar el hueso» es deprimente, vulgar y cortoplacista. Usar el Congreso como una piscina de fango es de horteras y de tiranos. A Pedro Sánchez le da igual su partido y sólo entiende la política como una herramienta para mantenerse en el poder el máximo tiempo posible. Tal vez crea que estas argucias van a servirle mientras dure, pero dejará tras de sí un tremendo agujero de desconfianza y resentimiento, con los extremos incendiados y el centro deshecho. Lo de la Kitchen es algo parecido, y menor en comparación, a tantos escándalos socialistas en los que el PP también hurgó de un modo irresponsable y cínico. Los populismos no surgieron de la nada. El fanatismo no ha crecido por generación espontánea. A los Bárcenas de la vida lo mínimo que puedes hacer es espiarles. Y todo el teatro que el PSOE ponga de más, se lo va a tener que tragar cuando el siguiente fantasma sea el que se escape de su armario.