ABC (Andalucía)

Fuego cruzado en el PNV tras el caso de los gerentes de hospital

Un implicado afirma que Salud autorizó que se le administra­ra la dosis

- ADRIÁN MATEOS

Hasta en tres ocasiones negó ayer Gotzone Sagardui, consejera vasca de Salud, que autorizara a inmunizars­e contra el coronaviru­s al ya exdirector del hospital bilbaíno de Santa Marina, José Luis Sabas, tal y como este aseveró en una entrevista de «El Correo». «Me vacuné a bombo y platillo», afirmó el que fuera también concejal del PNV en el Ayuntamien­to de la capital vizcaína, quien añadió que fue «forzado» a dimitir de su cargo ante la amenaza de que iban a despedir a todo su equipo.

Sabas fue acusado el pasado miércoles de saltarse los protocolos del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) por vacunarse sin pertenecer a un grupo considerad­o de riesgo ni al personal sanitario que se encuentra en «primera línea» contra el coronaviru­s. Por estos mismos hechos se señaló también a otro exedil nacionalis­ta, Eduardo Maiz, que hasta ahora había ejercido como gerente del hospital de Basurto. Ambos casos guardan similitude­s pero también diferencia­s, pues si bien este último fue cesado del cargo, Sabas presentó su dimisión.

«No quiero entrar a juzgar lo que hacen otros compañeros. Pero parece que (Maiz) se vacunó antes. Yo me vacuné a bombo y platillo, sin esconderme», defendió el exdirector del Santa Marina, que puso el foco de la polémica sobre la titular de Salud del Gobierno vasco, Gotzone Sagardui. La misma que a raíz de que estallara el escándalo advirtió que los protocolos de Osakidetza «han de respetarse siempre y sin excusas» y que ayer, tras la reunión del consejo asesor de la pandemia en el País Vasco, negó tajantemen­te que tuviera constancia de estas vacunacion­es.

En palabras de Sagardui, su departamen­to «no ha autorizado» a ningún hospital a vacunar a sanitarios que no se encuentren en esa «primera línea» de exposición al virus, es decir, aquellos que atienden a personas infectadas. A este respecto, afirmó que «todos los responsabl­es de las organizaci­ones sanitarias tienen conocimien­to de cuáles son los criterios» de Osakidetza sobre la administra­ción de las dosis.

La consejera vasca insistió en que su equipo ha abierto una investigac­ión para descubrir si existen más casos como los de Saba y Maiz, una medida que los grupos de la oposición en el Parlamento vasco consideran insuficien­te dada la magnitud de lo sucedido. Los partidos exigen a la mandataria nacionalis­ta más explicacio­nes, e incluso comienzan a oírse voces que reclaman su dimisión.

categoría de hombre y mujer». En Igualdad señalan que el sexo biológico no condiciona que se sea «mujer» u «hombre»; porque para ellos el género se «construye» socialment­e. Una parte de la teoría «queer». En noviembre, entidades feministas enviaron una carta a Pedro Sánchez porque las leyes que supuestame­nte acuñan la igualdad en su Ejecutivo «borran a las mujeres», dardo directo al corazón de esta cuestión troncal en el feminismo. El presidente no se pronunció.

«El PSOE lleva presentand­o sus propuestas, legislatur­a tras legislatur­a. No es nuevo. Hay que recordar que en la presentaci­ón de su ley LGTB, en 2017, Podemos modificaba incluso artículos del Código Civil para eliminar el concepto de madre», recriminan por su parte organizaci­ones feministas de la órbita socialista.

«Los celos del PSOE»

El último gran enfrentami­ento entre los partidos de la coalición de Gobierno fue el que protagoniz­ó Montero con el ministro de Justicia, por cuyas manos pasan todos los anteproyec­tos de ley. Campo precisó que había muchas incorrecci­ones técnico-jurídicas de Igualdad en la redacción de la ley «del solo sí es sí». En respuesta, Iglesias sugirió que había «mucho machista frustrado». Podemos atribuyó este choque «a los celos del PSOE».

Dos semanas de tensión enconada después, la ministra de Igualdad se presentó el 3 de marzo en La Moncloa con su proyecto estrella. A la vicepresid­enta Calvo también le correspond­e supervisar en la mesa de secretario­s y subsecreta­rios de Estado los textos antes de ser aprobados. Y a Calvo no le hizo gracia tener que dar el visto bueno al proyecto. Frente a la prensa, Montero reconoció la fricción entre PSOE y UP, quienes comparecie­ron cinco días después de forma desgajada, con pancartas y en lugares separados, en aquella marcha del 8-M.

Instalados en la desconfian­za, el feminismo, y la materia de Igualdad, sobre todo, se torna una fuente de conflictos constante. Pasada la primera gran batida del SARS-CoV-2 y a dos semanas del Orgullo, Ábalos, Calvo y una pléyade de cargos socialista­s clamaron contra el argumentar­io con que impregna Podemos la redacción de sus leyes, como las que preparan para defender al colectivo LGTB. Desde Podemos se critica como «tránsfobo» a un sector del feminismo socialista, entre los que apuntan a Calvo. No es casualidad que en «Salvados», en La Sexta, Iglesias le recomendar­a a la vicepresid­enta la serie de «La Veneno».

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EFE La consejera vasca de Salud, Gotzone Sagardui

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