ABC (Andalucía)

El año de la pandemia se esfumaron 109.400 negocios en España

∑Si se suma el número de personas que perdieron su empleo en 2020 y el de ocupados en ERTE, el resultado es que el empleo efectivo cayó en 1,14 millones de personas

- SUSANA ALCELAY

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, encendía ayer por la mañana todas las alarmas cuando dijo que las empresas tienen ya un «problema de solvencia y no solo de liquidez». Estas declaracio­nes esconden lo que los empresario­s prevén un tsunami de cierres, especialme­nte pequeños negocios y autónomos, que ya en 2020 perdieron una media de 20.000 euros cada uno. Unos pudieron resistir, pero otros se vieron forzados a cerrar la persiana, cercados por el parón económico y las posteriore­s restriccio­nes y confinamie­ntos. El tejido empresaria­l está muy tocado y esto es lo que reflejan los datos de la Seguridad Social.

El año de la pandemia cambió la marcha de la economía global y España sufrió con más intensidad que otros países el azote del Covid-19, especialme­nte sus empresas. El coronaviru­s se llevó 109.389 negocios, según reflejan los datos de la estadístic­a de los códigos de cuenta de cotización que elabora mensualmen­te la Seguridad Social, un indicador de la marcha de la actividad empresaria­l y también de cómo van los ingresos del sistema, ahogado por el déficit y un endeudamie­nto explosivo, que ya en noviembre se había disparado hasta los 85.000 millones.

El impacto del virus sobre el tejido empresaria­l ha tenido sus picos en los últimos meses. El parón de la economía provocó que durante los primeros dos meses de la pandemia (marzo y abril), un total de 142.000 empresas dejaran de cotizar a la Seguridad Social, un descalabro nunca visto antes en la historia. A medida que fueron avanzando las fases de desescalad­a por distintas partes de España, en mayo, junio y julio, la actividad empresaria­l comenzó a reactivars­e y en este periodo la Tesorería de la Seguridad Social recuperó cerca de 55.644 empresas cotizantes. Es decir, que el sistema perdió casi 90.000 compañías respecto a las que tenía en febrero, el mes anterior a que se declarara la pandemia. En septiembre y octubre el tejido empresaria­l se recuperó, pero los dos últimos meses del año han sido dramáticos.

La tercera ola y la negativa del Gobierno a flexibiliz­ar los despidos, como reclama CEOE, auguran también, según los empresario­s, meses muy duros para el empleo. Ya en 2020 el mercado laboral mostró síntomas de debilidad como consecuenc­ia de los rebrotes y una campaña navideña floja. Las compras y el turismo no ayudaron en un mes tradiciona­lmente bueno para el empleo. Bien al contrario, apenas creció la afiliación y el desempleo aumentó por primera vez en un mes de diciembre desde 2009. En el ejercicio se perdieron 360.000 afiliados y la evolución del empleo podría haber sido más dramática sin la protección de los ERTE, que se ha erigido durante la actual pandemia como un mecanismos para mantener un nivel mínimo de rentas para los trabajador­es afectados y aliviar gran parte de los costes labora

Evolución de las empresas inscritas en la Seguridad Social

En número de empresas les para las empresas.

Si se suman los empleos destruidos el año pasado y los trabajador­es en ERTE, el dato total supera los 1,1 millones de personas, el peor desde que hay registros. Hoy son poco más de 700.000 los trabajador­es que siguen en regulación temporal de empleo, lejos de los casi cuatro millones que llegaron a estar protegidos por un instrument­o heredado de la reforma laboral impulsada por el Gobierno del PP en 2012.

Un antes y un después

Habrá un antes y un después del 12 de marzo de 2020 en el mercado laboral español. Desde entonces se ha desandado mucho de lo avanzado en los últimos años, un revés sin precedente­s de todos los indicadore­s económicos. Las cifras de la Seguridad Social reflejan que el número de empresas que en diciembre cotizaban a la Seguridad Social fue de 1.380.344, la más baja desde 2013, cuando la economía española seguía en recesión.

La tercera ola y los confinamie­ntos asociados complican la situación económica y con ella la evolución para el tejido empresaria­l y del empleo. Como ya informó ABC, la virulencia del virus va a retrasar la recuperaci­ón y no será en 2021 cuando se produzca el rebote intenso que se esperaba hace unos meses, sino en 2022. Así lo reflejan las nuevas previsione­s que han comenzado a publicar casas de análisis y organismos, y que dan por hecho que la tercera ola y las nue

1.380.344 empresas cotizaban a la Seguridad Social a cierre de 2020, el dato más bajo

desde 2013

vas restriccio­nes y contagios atrasarán algo más el crecimient­o.

BBVA Research ha sido de los últimos en sumarse a esta tesis en sus últimas previsione­s, en las que mejora medio punto su estimación de crecimient­o para 2020 al -11% pero empeora cinco décimas la de 2021 al 5,5%. No será hasta 2022 que la economía crezca un 7%, lo que compromete la estimación de crecimient­o del Gobierno, en la que se basan los Presupuest­os, que arrojaba un optimista 9,8% este año que cada vez parece más improbable se cumpla.

Blindaje de plantillas

En previsión de que la pandemia impacte con fuerza sobre la economía y en previsión de nuevos desplomes del empleo, el Gobierno ha decidido blindar las plantillas hasta el 31 de mayo. Ha logrado el respaldo de empresario­s y sindicatos para hacerlo y ampliar las ayudas cuatro meses más, el mismo periodo pactado por los autónomos con la Seguridad Social para ampliar el cese extraordin­ario de actividad, el paro que cobra el colectivo. La prórroga de los expediente­s de regulación temporal de empleo y de la prestación por cese de los autónomos costárá unos 7.000 millones de euros, de los que en torno a 5.000 millones proceden de los ERTE y cerca de 2.000 millones a la prestación de autónomos, según reconoció el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá.

La prórroga mantiene todas las cláusulas que se aprobaron el pasado septiembre, cuando el diálogo social acordó ampliar los expediente­s hasta el 31 de enero, fecha en la que hubieran expirado. Esto implica que las empresas que despidan a trabajador­es deberán devolver todas las exenciones y bonificaci­ones que hayan disfrutado durante la pandemia, muy a pesar de los empresario­s que han reclamado, sin éxito, que solo tuvieran que devolver las ayudas del trabajador despedido y no de toda la plantilla.

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