En «estado de shock» a la espera del nuevo Jemad
email el día 13 de enero por parte de la Igesandef. Es en este contexto donde se encuadra la vacunación del general Villarroya y otros 300 militares bajo el organigrama del Emad y pertenecientes al Mando de Operaciones, el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, el Mando Conjunto del Ciberespacio, el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional y el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de la OTAN, con base en Torrejón de Ardoz (Madrid).
Se trata de cinco mandos críticos para la Defensa Nacional, y donde imperaba la necesidad de garantizar la vacunas era evitable» si con anterioridad a la vacunación, iniciada el martes 19, «se hubiera informado y explicado al conjunto de la sociedad cómo, dónde, qué prioridades y con qué objetivo se iba a llevar a cabo la vacunación en las Fuerzas Armadas▶ Emad, Ejército de Tierra, Armada, Ejército del Aire, Unidad Militar de Emergencias, Guardia Real y personal del Ministerio de Defensa».
Porque la realidad es que el Ministerio de Defensa, a través de la Igesandef, tenía un plan propio de vacunación, al margen del resto de la sociedad, por la propia idiosincrasia de la actividad militar. Como sucede en otros países.
«Y también fue evitable la crisis porque no se supieron detectar las señales que se transmitieron tras las vacunaciones de alcaldes o del consejero en la Región de Murcia que desataron la polémica en el conjunto de la sociedad, pese a que los casos no tienen nada que ver. Había un caldo de cultivo propicio», explican.
Ahora, en el seno de las Fuerzas Armadas se espera que la designación del nuevo Jemad calme las aguas esta semana. La dimisión del general Villarroya, quien tan destacable y positivo papel tuvo en lo peor de la pandemia comunicando y liderando a las Fuerzas Armadas en un momento de incertidumbre, no ha tenido hasta ahora precedentes desde que se creara el puesto de Jemad en 1984. Aún resta conocer si el Gobierno respetará el turno que el Ejército del Aire ostentaba –aún le quedaban tres años al general Villarroya–, una opción probable.
Las Fuerzas Armadas esperan dar por zanjada la crisis de las vacunas con la designación hoy de un nuevo jefe de Estado Mayor de la Defensa, el tercero en dos años y medio
Otros relevos
«Hemos recuperado el apoyo de los fundadores del partido. Los valientes que hace quince años dieron su apoyo a Ciudadanos han renovado el apoyo por escrito y esto no se había producido en 15 años». Son palabras de Inés Arrimadas a raíz de la firma de un manifiesto de buena parte de los fundadores del partido en apoyo a su candidato en las elecciones del 14-F, Carlos Carrizosa. Desde la dirección, la carta se exhibe como la constatación de que, bajo la batuta de Arrimadas, Cs se ha reconciliado con sus esencias. O dicho de otro modo▶ los fundadores apoyan la estrategia de Arrimadas, algo que, como ella mismo dice, nunca sucedió con Albert Rivera.
En Cs, los fundadores son como una especie de gurús. Son como González para el PSOE o Aznar para el PP, pero sin haber asumido responsabilidad alguna en el partido. ¿Quiénes son esos fundadores y cómo se han comportado en esos tres lustros? ¿Hasta qué punto tienen autoridad para marcar el camino a la dirección? Hay dos hechos ciertos y una pregunta▶ siempre irrumpen cuando Cs tiene que posicionarse ideológicamente, tratando de influir desde la barrera; y siempre —o casi siempre— que aparecen planea el fantasma del PSC. Y la pregunta▶ ¿en qué se habría convertido Ciudadanos si Albert Rivera se hubiera plegado a los deseos de los fundadores?
Momentos convulsos
Un análisis retrospectivo de la historia de Ciudadanos –de Ciutadans– arroja luz sobre el papel de los fundadores. La relación de muchos de ellos con Rivera sufrió siempre de momentos convulsos, y siempre con un trasfondo▶ la negativa de la mayoría de ellos a implicarse en el proyecto en puestos de responsabilidad.
En el entorno del expresidente de Ciudadanos, siempre han mirado con recelo a aquellos referentes intelectuales▶ consideran que no estaban comprometidos con un proyecto político autónomo, sino que siempre interpretaron que su objetivo era condicionar la posición de los socialistas hasta terminar integrándolo en el PSC. Ese intento de absorción también llegó por parte del PP catalán en tiempos de Josep Piqué.
En junio de 2006 se celebró el congreso fundacional de Ciudadanos, un año después de que ese primer manifiesto de los intelectuales hubiera visto la luz. Es conocida la historia de que Albert Rivera fue elegido presidente siendo un desconocido por incomparecencia de alternativas más sólidas o conocidas▶ se le eligió por la sencilla y alfabética razón de llamarse Albert.
Durante ese congreso fundacional, ninguno de los impulsores quiso ponerse al frente. Había muy pocas posibilidades de éxito. ¿Qué persona reconocida querría ponerse al frente de un proyecto con más opciones de fracaso que otra cosa? Cuentan incluso que Teresa Giménez Barbat rompió a llorar cuando se le ofreció. A ella, por cierto, se le consideró la descubridora de Rivera dentro del partido, cuando el futuro presidente coordinaba un pequeño grupo de jóvenes de la plataforma en Granollers.
El futuro de Cs era toda una incógnita, hasta el punto de que una semanas antes de las elecciones autonómicas catalanas del 1 de noviembre de 2006, varios de esos intelectuales propusieron en una reunión a los dirigentes de Cs no presentarse a las elecciones catalanas y apoyar al PSC condicionándolo con algunas pocas propuestas relativas al
Una relación tortuosa
La relación de Rivera con los fundadores fue tortuosa: nunca aceptó tutelajes, ni en los éxitos ni en los fracasos
bilingüismo y plasmando que no se volvería a pactar con ERC.
Manifiesto original
Antes de la constitución del partido, el manifiesto original había dado lugar a la Asociación «Ciutadans de Catalunya». Una vez el partido empezó a rodar, el criterio mayoritario era que el tiempo de esa plataforma había terminado. Pero tres de los 15 impulsores originales –Giménez Barbat, Albert Boadella y Arcadi Espada– apostaron por su continuidad e inauguraron una nueva etapa. En la dirección eso se interpretó como un intento de desestabilizar a la dirección del partido, en la que en sus orígenes sólo participaba Francesc de Carreras.
Es ahí donde el grupo de Rivera interpreta que empiezan a producirse las primeras crisis internas, que provocó el segundo Congreso de Ciudadanos en 2007. En el que Rivera tuvo enfrente a un rival para hacerse con la presidencia, Luis Bouza-Brey. Albert Boadella, Arcadi Espada, Xavier Pericay y Teresa Giménez Barbat dieron apoyo a la lista alternativa. La indisimulada intención de aquella candidatura en esos momentos era acelerar los contactos con Fernando Savater y Rosa Díez del movimiento Basta Ya para proceder a la convergencia en un partido nacional. Así lo explicaba Giménez Barbat entonces▶ «Hasta ahora, la actual dirección ha hecho alguna tentativa de acercamiento a Basta Ya, pero no ha habido suficiente entendimiento y no ha cuajado. Rivera es una persona que puede tener muchas cualidades, pero ahora nos hace falta una persona con más experiencia, sinceramente».
Consolidación del proyecto
En aquel momento, Rivera, que contaba a su lado con De Carreras, apostaba por la consolidación del proyecto autónomo de Ciudadanos en Cataluña. Un cónclave en el que se rechazó el informe de gestión de la dirección. 166 votos en contra, 163 a favor y 70 abstenciones. Un cónclave en el que el propio secretario general, Antonio Robles (que fue elegido por llamarse Antonio), que era uno de los tres diputados autonómicos, tomó la palabra para criticar el rumbo de la dirección. Y sin embargo Rivera se impuso con contundencia en la elección del líder. Un cónclave en el que se aprobó la famosa «enmienda Carreras» al ideario y en el que se explicaba que «nuestras raíces nacen del vacío de representación que existía en el espacio electoral de centro-izquierda no nacionalista». La votación de esa enmienda tiene poco que ver con un partido homogéneo▶ 238 votos a favor, 156 en contra y 34 abstenciones.
El éxito de la entrada en el Parlament no fue acompañado de un buen resultado en las municipales de 2007. Y cada vez que llegaban elecciones los planteamientos en busca de una absorción por parte de UPyD, que había debutado con un escaño en el Congreso de los Diputados en 2008, fueron una constante. Ninguna fructificó, y con ello se produjeron los cambios de partido. Teresa Giménez Barbat fue candidata de UPyD a las elecciones europeas y Antonio Robles, fue candidato de UPyD a las elecciones catalanas de 2010.
«Aunque sí es cierto que en momentos puntuales algunos de los impulsores del manifiesto que dio origen a Cs apoyaron a Rivera, la tónica general que se ha ido repitiendo a lo largo de la historia ha sido la críticas y el intento de disolver a Cs. En 2006 en el PSC y posteriormente en UPyD», reflexiona un histórico dirigente cercano a Rivera.
La historia de los fundadores de Cs es mucho más larga y llega hasta el manifiesto de hace dos semanas. En los últimos tiempos de Rivera, también marcaron distancia, por ejemplo, en la crisis con Manuel Valls o la dimisión de Toni Roldán. Pero cuando Arrimadas asegura que el apoyo de los fundadores no se ha producido en quince años tiene toda la razón▶ en su afán por mandar sin estar en primera línea nunca encontraron una dirección dócil, sino todo lo contrario. Hasta hoy, cuando la presidenta ha ofrecido una coalición de Gobierno... con el PSC.
por la provincia de Barcelona, dado que finalizó el plazo legal de presentación y corrección de candidaturas, y a estas alturas del proceso electoral no puede ser excluido formalmente de las papeletas del 14-F.
La supuesta agresión sexual se remontaría a 2016, según informó el TSJC, cuya Sala Civil y Penal investiga el caso ya que Serrano es diputado autonómico y por tanto aforado. El TSJC recibió la exposición razonada el 2 de noviembre procedente del Juzgado de Instrucción número 30 de Barcelona. Poco después, el 18 de noviembre, tras la primera valoración de la Fiscalía, el TSJC admitió a trámite la acusación.
Investigación
Los hechos se remontarían a 2016 cuando mantenían una relación amorosa, pero se denunciaron en otoño
Sin medidas cautelares
Serrano y M. R. G., que en la actualidad son miembros de la dirección del PP catalán de Alejandro Fernández, declararon, citados por el tribunal, el 18 de diciembre. El magistrado instructor acordó entonces la práctica de diligencias para seguir investigando el suceso denunciado.
Según informó el TSJC, ni la Fiscalía ni la denunciante solicitaron medidas cautelares contra Serrano, por lo que el tribunal autonómico no le impuso ninguna condición al dirigente popular por unos hechos que habrían tenido lugar en 2016.
Serrano no ha querido hacer declaraciones en los medios, pero el domingo, antes de anunciar ayer la decisión de renunciar a sus cargos y aspiraciones políticas a corto plazo, aseguró en un breve comunicado del PP catalán que «confía plenamente en la Justicia».
En este sentido, se defendió de la acusación y señaló que «los hechos son falsos y responden a una extorsión en base a un chantaje que se hace público en plena campaña para erosionar mi imagen».
Con este son cuatro los casos relacionados de supuestos acosos en la política catalana que han trascendido en los últimos meses. Eduard Pujol fue portavoz de JpC en el Parlament hasta octubre de 2020, cuando su partido lo destituyó y él dejó su escaño por una denuncia interna, que no habría llegado a la Justicia. Hace unos días, Pujol anunció que se querellaba por «falsas acusaciones». Alfred Bosch (ERC) dejó el Govern en marzo por «encubrir» un supuesto acoso sexual de un subordinado y Quim Arrufat dejó la CUP en 2019 tras dos denuncias internas.