CUARENTA AÑOS AL SERVICIO DE LAS VÍCTIMAS
«Si en los comienzos se trabajó por la visibilidad de las víctimas, ahora debemos trabajar para que no nos hagan invisibles. Porque hacernos invisibles significa enterrar nuestras reivindicaciones de verdad, memoria, dignidad y justicia. Esto allanaría el camino a los que defienden que la reclamación de justicia es venganza, de memoria es rencor, de verdad es engaño y de dignidad es odio»
EL 4 de febrero de 1981 tres mujeres valientes (Ana Mª VidalAbarca, Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O’Shea) dieron un paso al frente y fundaron, casi en la clandestinidad, la Asociación Víctimas del Terrorismo. Desde entonces, durante estos 40 años, la Asociación ha trabajado sin descanso por hacer la vida más fácil a las víctimas del terrorismo y por reivindicar memoria, verdad, dignidad y justicia para todas ellas.
Desde su fundación, cinco han sido los objetivos perseguidos por la AVT▶ dar visibilidad al colectivo de víctimas del terrorismo, sin distinción de ideologías o del grupo terrorista responsable; ofrecer asistencia integral, específica y profesional a las víctimas; concienciar e interpelar a la sociedad sobre el problema del terrorismo en España –y en el mundo–, sus causas injustificables y sus víctimas; llevar la voz de las víctimas y defender la memoria, verdad, dignidad y justicia del colectivo ante las instituciones (públicas y privadas, nacionales e internacionales), tribunales de justicia y medios de comunicación y alzar la voz de alarma frente a algunas decisiones políticas que han resultado lesivas para este colectivo.
De los 200 primeros asociados con los que contaba la AVT en sus primeros años, hemos pasado a tener actualmente más de 4.700, distribuidos por todo el territorio nacional. Todos ellos víctimas directas del terrorismo, bien porque han resultado heridos o bien porque han perdido a su cónyuge, hijo/a, padre/madre o hermano en un atentado terrorista. Lo que nos convierte, además de en la asociación de víctimas del terrorismo más antigua del mundo, en la más numerosa.
Los inicios de la AVT fueron prácticamente clandestinos. Las víctimas eran invisibles para la sociedad, para las instituciones y eran invisibles como colectivo. De ahí que una de las primeras acciones de las fundadoras fuera poner un anuncio en prensa (en concreto en ABC, el sábado 25-4-81)▶ «Queremos unirnos, conocernos, ayudar a compartir nuestros problemas y llevar a la conciencia de la sociedad española el testimonio de nuestro sacrificio», invitando «a todas las viudas, huérfanos y demás allegados de asesinados en acciones terroristas que se pongan en contacto en el Apartado de Correos 50.037 de Madrid».
Poco a poco, las víctimas fuimos haciéndonos visibles hasta lograr en 1999, y tras mucho
Podemos como partido, y Pablo Iglesias e Irene Montero como pareja, son una caja de sorpresas. Por un lado está el discurso con el que alcanzaron el poder con Pedro Sánchez▶ regeneración política, transparencia, populismo, «democracia real», defensa de los desfavorecidos aplastados por un sistema injusto... Pero por otro va la oscura realidad del enchufismo, el amiguismo, la opacidad, los privilegios de casta, la guillotina orgánica... Demasiadas mentiras. Las purgas en Podemos han dado lugar al conocimiento público de los abusos que Iglesias comete en la gobernanza del partido, triturando a cualquier disidente, y ahora también en el Gobierno, valiéndose de su cargo de vicepresidente. Una antigua auditora de Podemos a la que nunca cuadraron las maniobras contables de Iglesias, y que osó investigar esos abusos hasta su despido fulminante, ha comunicado a un juez que la hoy jefa de gabinete adjunta de Irene Montero en el Ministerio de Igualdad es la niñera que al menos durante un tiempo se ocupaba de los hijos de ambos. Antes fue diputada, su sueldo público supera los 53.000 euros, tiene despacho en el Ministerio, y entre las obligaciones asesoras de su cargo no figura la de cuidadora de los menores. Sea legal o no, lo cual es muy discutible, porque los hechos se basan en la utilización de dinero del partido para uso particular, y de dinero público para justificar un cargo-escaparate, lo cierto es que todo es una desfachatez desde la perspectiva de la ética pública y la ejemplaridad. O bien ficharon como alto cargo a su amiga –irónicamente también «responsable de políticas de cuidados» del partido–, o bien utilizan las prebendas de un cargo para ahorrarse un gasto que generan sus hijos. En cualquiera de los dos casos, el motivo para que dimitan es obvio. Sobra imaginar qué habrían dicho si esto hubiese ocurrido en un Gobierno del PP.