ABC (Andalucía)

Visión de la vida

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«Disfruto más del día a día, pero no valoro más las cosas. Lo aprendí al viajar y ver la pobreza»

das. En ningún momento he tenido miedo, nunca he pensado en la muerte. Pero, claro, yo no sé cómo responde el cuerpo por dentro, no sé si el siguiente tac va a ser igual de bueno. Lo peor es la incertidum­bre, no saber si te vas a curar.

—¿Se vive demasiado rápido?

—Creo que sí, vivimos muy rápido. Y creo que el confinamie­nto de marzo y abril a mucha gente le abrió los ojos. Es una desgracia y no es lo mejor que sea por algo así, pero mucha gente recapacitó y se ha dado cuenta de las cosas importante­s que a lo mejor no se tenían en cuenta.

—¿Qué es la vida ahora para usted?

—Lo mismo, no me ha cambiado. Lo digo muchas veces porque me lo suelen preguntar ahora. Yo ya era muy consciente de todo. En 2019 estuve en África, en el confinamie­nto estuve en el banco de alimentos y he vivido situacione­s que me han ayudado a valorar ciertas cosas. He viajado mucho, he visto mucho mundo, muchas culturas... Sé el dinero que hay y, sobre todo, sé la pobreza que hay. En ese sentido, no me ha cambiado tanto la perspectiv­a,

—¿Ha pedido ayuda? ¿Ha hablado con alguien?

—Sí, he hablado con un chico que se llama Rubén Merchán, que jugaba al tenis. Fui a comer con él, hemos estado en contacto durante el tratamient­o. Yo quería saber un poquito cómo era vivirlo en primera persona, que me aconsejara, que me hablara de los procesos. Me fue muy bien.

—¿Le sirve hablar del tema?

—No he hablado tanto. Hablé con Rubén y con los médicos, pero en el día a día no es algo de lo que yo haya hablado mucho. Obviamente, me preguntaba la gente.

—¿Le incomodaba eso, ser el centro de atención o que se le viera como a una enferma?

—No, eso no. La gente se interesaba, sobre todo al principio. En algunos momentos me veía desbordada, pero se agradece mucho el cariño y la atención, te da energía.

—¿Ha tenido algún momento de bajón?

—No, ningún bajón, no, no. Es una suerte porque prácticame­nte no he tenido ninguna sesión mala. La sexta la pasé mal, estuve casi tres días sin moverme de la cama, pero las otras fueron bien. No lo pasé realmente mal como para tener un bajón.

—Y en los peores días, ¿con qué se animaba?

—Bueno, estaba con mi madre, era un día a día muy tranquilo. No me ponía alarma, me despertaba cuando el cuerpo me lo pedía. Estaba en el sofá, charlaba con mi madre, leía, veía series, noticias, mucho deporte... Tampoco nada especial.

—¿Se ha aficionado a algo?

—Nada diferente de lo que hacía. Me gusta el ajedrez y he jugado bastante por internet. He hecho puzles... Cosas muy mundanas, no me he puesto a investigar, no he tenido inquietude­s. He estado relajada, ha salido la Carla que soy más que nunca.

—Muy canaria, ¿no?

—Mucho. El estar en casa a mí no me agobia. Por eso lo he llevado tan bien. Estar en casa tranquila en el sofá además no es habitual en nuestras carreras.

—Lo que sí que ayudaría es el escenario del coronaviru­s.

—A ver, a mí me pillaron la enfermedad a tiempo. He respondido muy bien, he tenido mucho cuidado. Y con el coronaviru­s lo mejor era quedarse en casa y eso es lo que hacía. Cuando he salido ha sido para ir al gimnasio o para ir a desconecta­r un poco. Tenía mucha tranquilid­ad en casa. Me lo he tomado de una manera que ni tan mal. Y más viendo a gente que sufría mucho, con tantas muertes...

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de Barcelona
ABC Carla Suárez, esta semana en el Puerto de Barcelona

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