Dios y política
Algunos autores empiezan a superar una forma de laicismo anticuado. Un ejemplo es el último libro del politólogo Víctor Lapuente, catedrático de la Universidad de Gotemburgo, ‘Decálogo del Buen Ciudadano’. Lapuente, que es un pensador laico, sostiene que buena parte de lo que nos sucede en la vida pública tiene que ver con un egocentrismo que cada vez nos hace más narcisistas.
Según él, ese narcisismo sería consecuencia de que la derecha ha matado a
Dios y la izquierda se ha vuelto individualista y ya no cree en la patria. Tradicionalmente la derecha se había apoyado en principios judeocristianos y así había construido Europa. Pero a su juicio, ahora solo cree en el mercado y en el beneficio personal. Tradicionalmente la izquierda, por su parte, había creído en los proyectos comunes, no solo en la reclamación de derechos subjetivos, pero eso empezó a cambiar en los años 70.
Quizá no le falte razón a Lapuente. crecer en 2021 y 2022 más que ningún otro país de la Comunidad Europea. Sí, pero va a crecer tanto en el incremento del Producto Interior Bruto, como en el del número de empresas que no van a poder evitar de ninguna manera la quiebra.
Triste consuelo para el empresariado español, que ve cómo el tejido industrial y comercial se desmorona, y con él se quedan en la calle miles y miles de personas; mientras, en las altas instancias financieras pronostican una recuperación en función de unas ayudas públicas que solo van a servir para tapar agujeros, porque el socavón es demasiado grande.
De nada les sirven tan optimistas previsiones a las empresas que van a echar el cierre y sobre todo, a los muchos trabajadores que se van a quedar sin empleo, porque las previsiones de una futura recuperación no solucionan los problemas del presente, que son los que tendrían que abordar los responsables políticos antes de plantear hipótesis de futuro.