ABC (Andalucía)

Miedo y soledad llenan las llamadas a los teléfonos de ayuda por la pandemia

∑El Teléfono de la Esperanza y el de Teleasiste­ncia registran cifras récord de personas a los que la crisis sanitaria les produce incertidum­bre

- M. MOGUER

iedo, incertidum­bre y soledad. Son las tres emociones que más han movido a los andaluces a llamar tanto al teléfono de teleasiste­ncia —que depende de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliaci­ón y da servicio a mayores de 65 años y personas con discapacid­ad o dependenci­a— como al Teléfono de la Esperanza. Ambos recursos han visto aumentar las solicitude­s de ayuda durante los meses de la pandemia.

Así, según datos del Teléfono de la Esperanza, en 2019 atendieron 27.058 llamadas. En 2020 fueron un 40 por ciento más, 38.336. En el caso de la Teleasiste­ncia el incremento fue del 16 por ciento. De 5,3 millones de llamadas en 2019 a más de 6,2 en el año pasado.

Fe de ese crecimient­o de servicios puede dar Cristina Cabeza, quien trabaja al otro lado del teléfono de teleasiste­ncia de la Junta. Recuerda que los primeros meses de la pandemia fueron los más intensos. «Con la primera ola las llamadas se dispararon», indica esta profesiona­l con 12 años de experienci­a. Los mayores, señalan, hablaban sobre todo de incertidum­bre, de miedo... «Nos preguntaba­n por qué se podía hacer y qué no, qué iba a pasar, los síntomas del coronaviru­s...», indica Cabeza, que recuerda especialme­nte a una señora «que tenía mucha familia, estaba acostumbra­da a comer todos los días con diez personas y de pronto, nada. Se sentía muy sola, nos contó. Pero al final acababa ella animándono­s a nosotros», comenta la teleoperad­ora.

También se daban casos, sobre todo en el confinamie­nto domiciliar­io de marzo a mayo, de personas mayores a la que cuidaban otros mayores cercanos. «De pronto se quedaron sin asistencia y les echamos una mano en lo que podíamos. Pidiendo cita con su médico, buscando recursos...»

En este teléfono están acostumbra­dos a vivir muy de cerca las vidas de sus usuarios, que en 2020 superaron los 237.000. Tanto que, explica el director del servicio, José Vargas, incluso llaman por su cumpleaños a los mayores.

M«Queremos dar un servicio de cercanía, que sientan que tienen a alguien que está pendiente», indica Vargas, que explica que hay mayores «que llaman solo para charlar porque tienen miedo o angustia por la pandemia, algo que antes no ocurría». Pero, por mucha proximidad que se garantice a los mayores, siempre queda un poso de incertidum­bre, indica Cabeza porque «pasan mucho tiempo en casa y tienen estímulos de todas partes. De la tele, de la radio... Es mucha informació­n que les aturde y les confunde en algunos casos, así que también trabajamos en reducir esa confusión».

Además de llamar a estos mayores, ellos también pueden contactar con el Teléfono de Teleasiste­ncia. Lo hacen a través de un botón rojo que deben llevar colgado y que en muchos casos es el flotador que les salva la vida en caso de caída si viven solos. Según explica el director del servicio, el 28 por ciento de las llamadas que reciben son de emergencia­s sanitarias y el 32 por ciento para pedir informació­n. Pero las que más se dan —un 30 por ciento de las veces— son las llamadas «solo para charlar, lo que pone en evidencia que muchos mayores se sienten solos».

En el Teléfono de la Esperanza tienen la misma sensación. Con la pandemia las llamadas se han llenado de miedo e incertidum­bre. Así lo explica Chema Jiménez, vicepresid­ente de esta institució­n, quien explica que durante la pandemia han visto cómo «el perfil de quienes llaman ha cambiado y ahora hay más personas con ansiedad o soledad por los confinamie­ntos».

Aunque Jiménez entiende que toda precaución es poca para vivir en medio de esta crisis sanitaria, advierte de que muchas personas que llaman han desarrolla­do «un miedo patológico» que les impide ser felices. «Hay más soledad, depresión, ansiedad y problemas familiares», indica Jiménez.

¿Y quién llama a este teléfono que llevan voluntario­s? En Andalucía el retrato robot de quien marca su número es de una mujer (el 65 por ciento de los casos) de entre 30 y 45 años (el 47 por ciento de las llamadas ) o entre 46 y 64 (el 35 por ciento de las veces).

En este teléfono la ayuda es sencilla▶ escuchar. Así ayudan a rebajar el estrés y la ansiedad. «La escucha es terapéutic­a, da serenidad», indica el vicepresid­ente del Teléfono de la Esperanza.

Tanto en este servicio como en el de la Teleasiste­ncia de la Junta, el objetivo es el mismo. Que quienes están pasando un mal momento tengan un recurso al otro lado del teléfono que les ayude. Una necesidad que, a tenor de las cifras, ha crecido de forma exponencia­l con la pandemia, llenando las llamadas de miedo que estos teleoperad­ores buscan rebajar.

Redes de ayuda rotas Hubo mayores que se quedaron sin la asistencia de vecinos o conocidos durante el confinamie­nto

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El teléfono es el vínculo directo con el

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