¡AL TRAIDOR!
Lo único imponderable es
la cuota de poder del partido, «sujeto político»
Si el diablo, como dicen, está en los detalles, en las leyes se encuentra en las disposiciones adicionales, que son como la letra pequeña de la política.
En la reforma en curso del reglamento que regula el funcionamiento del Parlamento andaluz, han añadido la siguiente▶ «... Se entiende en situación de transfuguismo a los diputados que, traicionando al sujeto político (partido político, coalición o agrupación de electores) que los presentó a las elecciones, hayan abandonado el mismo, sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes».
El contexto de esta reforma es el pacto antitransfuguista y se pretende arreglar el desaguisado que Teresa Rodríguez le genera a Podemos en Andalucía, desde donde se irá extendiendo a todo el país en virtud del principio contagioso de las autonomías. Es la urgente situación que lo impulsa, pero el espíritu latente es que los partidos aten aún más en corto a los diputados díscolos y neutralicen los efectos de su desobediencia. No perderá el partido su parte del botín y tampoco su parte de poder en los órganos de la vida parlamentaria manteniéndose, rígida, la proporción de los votos que obtuviera. Si surge un díscolo, los votos valdrán más o menos para que el partido mande lo que tenga que mandar. Esto es extender la proporcionalidad a toda la vida parlamentaria, como en una ley de hierro, llegando al punto de ponderar el voto de un diputado como se ponderan también los votos ciudadanos. Lo único imponderable aquí es la proporción de la cuota de poder del partido, definido como «sujeto político», cuyo criterio es asumido perrunamente por el diputado aunque la Constitución prohíba el mandato imperativo.
Hablar de incumplimientos de la Constitución es como hacerlo de Pablo Iglesias, demasiado fácil, pero lo curioso de la reforma es que instituye la figura del traidor al partido. La traición a la patria suena a arcaísmo, a cosa pretérita, y está prevista solo en situación de guerra, pero el partido, como pimpante sujeto político que es, sí puede definir (y define) la figura de quien lo traiciona.