LOS MINUTOS DE LA BASURA
El independentismo no será derrotado mientras no decaiga el régimen que lo azuzó
CUANDO se promulgó la Constitución vigente, sólo cinco de cada cien catalanes se proclamaban independentistas▶ hoy ya se proclaman la mitad; y en unas pocas décadas (o acaso años) lo será una proporción tan abultada que la unidad de España semejará la unidad horrenda de los cachos de carne putrefacta que recolectó y cosió el doctor Frankenstein para crear a su monstruo. El ‘régimen del 78’ –conviene recuperar esta expresión, ahora que sus acuñadores postureros se dedican a vivir opíparamente de sus rebañaduras– ha sido una pasmosa fábrica de separatistas. Y no podía ser otra cosa, pues consagra como forma de organización política la exacerbación de los antagonismos sociales, azuzados por las oligarquías partitocráticas; y como forma de organización administrativa las malhadadas autonomías que, lejos de combatir los males del centralismo, los ha multiplicado por diecisiete, convirtiendo cada autonomía en un Estado diminuto. Tales formas de organización política y administrativa han actuado como gasolina arrojada sobre el fuego, allá donde existía un sentimiento identitario arraigado, aniquilando el sentido de pertenencia a una patria común.
Y para combatir la tensión separatista que él mismo ha disparado, el ‘régimen del 78’ no tiene otros recursos sino exacerbar los sobornos o los antagonismos. Exacerbar los sobornos es lo que hace el nihilista doctor Sánchez, que pretendió que el infladísimo Illa, con su pinta de enterrador vegano, apareciese ante los catalanes como una suerte de mesías; y con sobornos tratará de encabezar un tripartito fiambre. Y exacerbar los antagonismos es lo que hace la derecha, planteando una confrontación desquiciada y estéril entre ‘independentistas’ y ‘constitucionalistas’ (como si el ‘independentismo’ no fuese el hijo respondón del ‘constitucionalismo’) que, amén de ahondar la fractura entre los catalanes, cada vez rendirá resultados más exiguos. Ahora, al calor de los resultados electorales, los analistos de ‘Madrit’ empezarán a dar la tabarra con la recomposición del mapa de la derecha, mientras Cataluña se pierde. El triunfito de Vox en el seno de la derecha españolista es inane, tanto como hace cuatro años lo fue el triunfete de Ciudadanos en el seno del ‘constitucionalismo’▶ aspavientos logrados a costa de perder irremisiblemente a una porción cada vez más abultada de catalanes, que a cada generación que pasa se tornan, además, más irrecuperables para una causa común.
El independentismo no podrá ser derrotado mientras no decaiga el régimen que lo azuzó. Pero, en la medida en que pueda entretanto ser contenido, lo será solamente por quienes renieguen de los antagonismos sociales y de los sobornos y se atrevan a convencer a los catalanes –también a los independentistas– en su propia lengua y con un discurso que recupere su tradición distintiva, integrándola en un auténtico proyecto común. Mientras esto no ocurra, sólo nos resta contar los minutos de la basura hasta la definitiva marcha de Cataluña.