Votar en pandemia: el día de los abstencionistas
Sin menoscabo de los enamorados, el 14-F fue la jornada de la baja participación
‘Hoy es el día de los enamorados’ era el estribillo de la película homónima que emitía TreceTV con el elegante Jorge Rigaud de San Valentín. Con siete grados menos de temperatura y sirimiri, el 14 de febrero debía ser el día de los votos, tras el gobierno zombi de Esquerra y Junts por Puigdemont▶ reyertas, embajadas, paro, NASA catalana, obsesiones identitarias y, lo peor, más de 8.000 ancianos muertos en residencias.
Sin menoscabo de los enamorados, que compran en la pastelería un corazón de frambuesa, el 14-F acabó siendo el día de los abstencionistas.
En la escalera un vecino me advierte.
Si vas a primera hora a votar corres el riesgo de que te obliguen a completar la mesa▶ «Con tanto recurso, si la gente no se presenta...». Pero el consejero asegura «suficientes suplentes de primera y segunda para el 99% de las mesas». Al vecino no le convence▶ «No sé ni cómo se llama», replica. «Solé, consejero de varias cosas, condenado a un año de inhabilitación por el 1 de octubre».
«Como para fiarse», masculla el vecino. Ya en casa compruebo el luengo marbete de la consejería▶ ‘Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia’. ¡Ah, claro! Solé sustituyó a Alfred Bosch, dimitido por ocultar meses un caso de acoso sexual en su departamento. El colega Xavier Rius le preguntó sobre el balance de la fugada Meritxell Serret, antes consejera de Agricultura, ahora delegada de la Generalitat ante la UE (87.000 euros anuales) y el consejero de Transparencia evacuó opacidad▶ «En una rueda de prensa es imposible resumirlo… El trabajo de Meritxell Serret es evidente y la percepción de la ciudadanía así lo demuestra. Ha tenido un papel relevante en la gestión de los fondos europeos y ha sido esencial en la gestión de la pandemia». Desde que la exconsejera de agricultura se piró a Bruselas, no he notado esa «percepción de la ciudadanía» sobre el «papel relevante» de Serret en Europa.
Voto en un espacio vecinal cerca de casa, que antes fue sede de la ONCE. Dos colas bien nutridas de ciudadanos aguardan en la calle. La visera del edificio nos protege de una lluvia cada vez más atomizada. El acceso es fluido. Tras confirmarse que las mesas se han constituido, se incrementa el flujo de votantes. Aunque el tiempo no acompaña, la pareja de abuelos que tengo detrás no descarta comer fuera de casa. «Al fin y al cabo es domingo y el día de los enamorados», argumenta ella. «¿Y eso que tiene que ver? Aunque sea domingo las restricciones son las mismas», zanja él. «Estas colas se veían antes en los cines», comentan al unísono. Me uno a la plática▶ «Era el mundo de ayer. Ahora hacemos cola para una mala película con pésimos actores». El matrimonio, que habla castellano, asiente.
Aunque en Cataluña la pandemia mantiene un descenso sostenido con riesgo de rebrote de 300 puntos, índice de transmisión de 0,81, positividad por debajo de 5 y 600 pacientes en UCI, la restauración sigue con horarios acotados▶ de 7 a 10,30 h y de 13 a 16,30 h. Para más inri, la climatología adversa dificulta la afluencia a las terrazas.
Como todo el mundo habla de la feria según le va en ella, los resultados enjuiciarán la oportunidad de haber mantenido la cita electoral. Si ganan con claridad los separatistas, que tacharon la negativa de los tribunales a trasladarla al 30 de mayo como un 155 «vigente» (Puigdemont) o «encubierto» (Junqueras), el 14-F habrá sido una demostración más de la voluntad democrática del ‘poble’; si su mayoría es precaria o el escrutinio arroja una victoria del constitucionalismo, las elecciones serán legales, pero ilegítimas, al haberse celebrado por la ‘imposición’ de los jueces o, como dicen ellos, por la judicialización propia de una baja calidad democrática. Es como el Barça y la Copa del Rey▶ si queda eliminado, es un torneo antipático y devaluado; si lle