Culto de izquierdas
«Algo se convierte en religión cuando apela a creencias acríticas asociadas a ser ‘una buena persona’»
des una fuente de ingresos casi ilimitada, pero entonces se pusieron en aprietos económicos al construir muchos edificios nuevos y expandir la administración con ‘servicios para estudiantes’. Eso provocó que retener a los estudiantes y ceder a sus deseos fuera la mayor prioridad por encima de la educación, porque estaban peleando por ese dinero y, como resultado, comprometieron su misión. El hecho de que las facultades de magisterio se dedicaran de lleno a esto a principios de los 80 y que formaran profesores que enseñarían a los estudiantes a pensar de esta manera cuando fueran a la universidad a principios de 2000 creó la tormenta perfecta».
De la universidad salen los llamados ‘wokes’, jóvenes que han despertado al activismo de la lucha social, conscientes de invisibles sistemas de dominación▶ el racismo blanco, la heteronormatividad... Una ideología del victimismo y del agravio. «Son entrenados por la corrupta educación que reciben para identificar las formas en que las cosas que se dicen o hacen pueden ofender a alguien, y luego se les recompensa por tomar esa ofensa en consideración y hablar de ella. Es la esencia de aquello en lo que se convierte la Teoría Crítica cuando deja de ser una filosofía altamente intelectual. El razonamiento en su lógica alternativa es que todo lo que ofende perjudica a las personas y las hace menos capaces de competir o salir adelante en el mundo (lo que a veces es cierto, pero a menudo lo contrario, ya que la lucha y el desafío también nos hacen más fuertes). Debido a que las escuelas asumieron estas ideas, además de impulsar la autoestima como una prioridad central durante varias décadas, mimando a los
actual activismo académico de la Justicia Social.
Estirando la imagen, ese árbol ofrecería el fruto del bien y del mal. La ideología muta en religión e impone una ‘pseudorrealidad ideológica’, una ‘falsa realidad’. «Para mí, algo se convierte en una religión cuando tiene ciertas características y apela a ciertas necesidades de la gente, especialmente creencias acríticas y no falsables, asociadas a lo que significa ser ‘buena persona’. Hay además ciertas prácticas (como reuniones y protestas), hay una liturgia (se hacen ciertos tipos de declaraciones por escrito o antes de las intervenciones), y toda una serie de elementos▶ como profetas (los oprimidos), sacerdotes (los académicos), santos (las víctimas), mártires (por ejemplo, George Floyd), y diáconos (los activistas) y una interpretación de la Historia que de verdad parece sustituir la visión tradicional de Dios (‘el lado malo de la historia’ es una afirmación religiosa). Lo definen como una ‘práctica’ y dicen que nadie lo ha hecho y hablan de hacer un trabajo interior como el ‘anti-racismo’».
Trampas kafkianas
Ese culto habita su propia realidad y tiene su propia lógica, lo que explica la extraña sensación política de los últimos tiempos. La ‘zombificación ideológica’ o las trampas kafkianas▶ negar ser algo se convierte en prueba de culpabilidad. Lo ejemplifica la identificación de Trump con Hitler. «No hay una explicación razonable para ello. Es una fabricación completa y un sueño de fiebre paranoica, y un signo seguro del triunfo y hegemonía de ese exacto pensamiento mágico que se llama ‘alquimia social’. Dicho esto, la explicación se puede encontrar en la literatura pertinente sobre teoría crítica, específicamente en el muy influyente ensayo de 1965 de Herbert Marcuse ‘Tolerancia represiva’. Allí escribe▶ «Todo el período posfascista es un período de peligro evidente e inminente. De ahí que una verdadera pacificación exija que la tolerancia sea retirada antes del hecho consumado▶ en el estadio de la comunicación oral, impresa y escrita. Ahora bien, una tan radical supresión del derecho de libre expresión y libre reunión solo está justificada cuando la sociedad en conjunto se halla en sumo peligro. Yo afirmo que nuestra sociedad se encuentra en semejante situación de emergencia y que ésta se ha convertido en estado normal». Él llama a esto una forma necesaria de ‘precensura’ y dice que es necesario detener todos los «movimientos de la derecha». Literalmente. Escribió▶ «Liberar la tolerancia, entonces, significaría intolerancia contra los movimientos de derecha y tolerancia de los movimientos de izquierda. Claramente, vincular falsamente a Trump con el nazismo demostró ser un medio muy efectivo de hacer esto, y está exactamente en línea con lo que Marcuse recomendó en su paranoia sobre el fascismo».
Contra esto, Lindsay solicita devolver al hombre normal su autoridad mo