El odio acorraló a los Mossos
La Generalitat se replantea cómo proteger comisarías como la de Vic, escenario de un asalto violento sin precedentes
Las pedradas de los encapuchados que hicieron trizas los ventanales de la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Vic (Barcelona) sorprendieron a una víctima de violencia machista que, en aquel momento, junto a su abogada interponía una denuncia contra un maltratador en las dependencias policiales. Para resguardarse de los violentos que pretendían tomar la sede policial, las dos mujeres, siguiendo indicaciones de los agentes, se refugiaron en la primera planta del edificio, que no abandonaron hasta que horas después se calmaron los ánimos. Aquel asedio era inaudito para los Mossos, pues nunca antes sus comisarías habían sido atacadas de esa manera. El mejor ejemplo de la «violencia extrema» –las comillas son del consejero de Interior de la Generalitat, Miquel Sàmper–, que la noche del martes sembraron los radicales en varias ciudades catalanas durante las marchas en contra del encarcelamiento de Pablo Hasel.
Tras la detención esa mañana del rapero en el rectorado de la Universidad de Lérida, se convocaron un total de 32 marchas de condena en toda Cataluña. Ninguna había sido comunicada, como era obligatorio, a la Consejería de Interior, y en todas se incumplieron los protocolos sanitarios. En cuatro ciudades se produjeron graves disturbios▶ Barcelona, Gerona, Lérida y Vic. Esta última concentración fue la que cogió por sorpresa a los Mossos d’Esquadra y desbordó las previsiones de sus servicios de información.
En Barcelona, Lérida y Gerona se registró una violencia «desmesurada», reconoció en rueda de prensa el inspector y portavoz de los Mossos, Joan
Carles Molinero. Y aunque para algunas concentraciones, como la de Gerona, los Mossos solicitaron el apoyo de la Policía Nacional –que desplazó efectivos desde La Junquera–, se pudo mantener la situación controlada. Blindaron con agentes antidisturbios, como es habitual, los puntos estratégicos que siempre suelen ser objetivo de los radicales en este tipo de marchas▶ sedes de la Policía Nacional, Fiscalía y ,sobre todo, la Delegación y subdelegaciones del Gobierno. Ante estos edificios acabaron la mayoría de marchas, registrándose graves altercados. Pero los Mossos no contaban con que los radicales de Vic tomaran la comisaría. Y no habían enviado antidisturbios.
Pánico en Vic Una mujer que
estaba en la comisaría para denunciar malos tratos se vio acorralada
La concentración de Vic reunió a tres centenares de manifestantes, que se dieron cita ante los juzgados de la localidad. El problema fue que de forma «improvisada», según Molinero, un grupúsculo de unos 50 o 60 se desvió hacia la comisaría de los Mossos, ubicada en las inmediaciones. La emprendieron a pedradas contra los ventanales, que reventaron en su práctica totalidad y consiguieron tomar el vestíbulo ante la impotencia de los pocos agentes que había en su interior. Les contuvieron durante media hora como pudieron y sin apenas medios –no son antidisturbios ni tienen material–, y hasta tuvieron que echar mano del conocido como Código 33, una llamada