ABC (Andalucía)

Así queda la pelea por el título

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Arrancó un velocista criado en la cantera del Madrid, De Frutos, y Bardhi terminó la tarea del contragolp­e con criterio y propiedad. Control y disparo en carrera. Oblak, el hacedor de milagros, tampoco resolvió esta vez.

La fe visitante

Lejos de achicarse o especular, la tropa de Simeone creyó con más firmeza en su objetivo. Por encima de tácticas, de tres centrales que se desdoblan en cinco defensas, de los volantes abiertos para entrar por la banda o de otras cuitas tácticas, lo que sobre en el Atlético es fe. Convicción en el modelo, en el espíritu que impregna el entrenador, en el goleador que ha venido de tan lejos y en la dinámica de un grupo que parece más sólido que nunca.

Redobló la presión la gente del Cholo, se fue a morder hierba hasta el banderín de córner y amilanó al Levante hasta convertirl­o en un espectador que solo tenía esperanzas en el contragolp­e. De nuevo se obligó el Atlético a levantar una remontada, una costumbre ya en los últimos partidos, como si necesitase la referencia del gol enemigo

PTOS. PARTIDOS para articular todo su fútbol. Hubo ocasiones de Suárez, rematando frigorífic­os. De Saúl en busca de su antiguo látigo de media distancia. Y de Correa, tan impreciso siempre para todo. El gol llegó, inevitable, en la bota de Marcos Llorente, tocado por una varita. El derechazo presuntame­nte colocado del exmadridis­ta rebotó en la cabeza de un defensa, descolocó al portero y se fue para dentro. Otra vez Llorente al rescate.

El impulso del gol se mantuvo en el

Atlético en los primeros minutos del segundo tiempo. Suárez se fabricó una ocasión más gracias al nuevo estilo combinativ­o de su equipo y el rechace de Aitor se la dejó suelta y libre, un caramelo para que Correa la empujase. El argentino cumple una estadístic­a▶ acierta una y falla siete. La de este miércoles fue clamorosa. A lo Cardeñosa, la portería vacía y el tiro a la grada.

Como si se hubieran desplomado sus compañeros por un fallo tan tremendo, el Atlético aflojó, se atascó y se encomendó a Llorente, retrasado a lateral derecho, pero con pulmones para subir y bajar sin perder energía en el trayecto. Como un ascensor. Casi todo lo hizo Llorente por su cuenta en la banda. Fijar al marcador, girar profundo hacia la derecha o recortar hacia la izquierda y generar siempre peligro.

Salió Joao Félix y el Atlético reclamó su ingenio, que apareció en cuentagota­s. Dos pases excelsos a Saúl y Suárez para enfilar el gol y poco más. Siempre se le pide continuida­d en la acción, algo que parece le cuesta al joven portugués. Suárez chutó al pecho del portero y Saúl marcó con finura, pero estaba en fuera de juego.

El Levante aún reaccionó desde su estrategia caparazón. Sacó una ocasión magnífica en el tiempo extra, zurdazo de Rochina que exigió al mejor Oblak en semanas. Paradón abajo, plenitud de reflejos y la mano salvadora que no alteró un marcador insuficien­te para su equipo.

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REUTERS Luis Suárez se lamenta por una de las ocasiones perdidas

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