LOS TRIUNFOS DE LA IZQUIERDA
«La izquierda con la que se ha metido Pedro Sánchez en la cama no es la socialdemocracia, ya casi desaparecida en Europa, sino la más rancia y asilvestrada del continente, antimercado, anticapitalista y hasta cierto punto antieuropea, neomarxista y, si nos descuidamos, leninista, con vetas castristas, chavistas y montoneras, traídas por exilados de aquellos países, que han hecho carrera rápida en Podemos»
LAS recientes elecciones catalanas han dejado la impresión de ser un gran triunfo del nacionalismo y de la izquierda, lo que es sólo una verdad a medias. Lo que ocurrió allí el domingo pasado fue más bien una decepción general, ya que ninguno se aproximó a poder gobernar en solitario y los pactos para hacerlo acompañados se presentan difíciles. Dicho de otra forma▶ nadie ganó, que equivale a▶ todos perdieron. Unos más que otros, de acuerdo, pero nadie puede tirar cohetes, como algunos esperaban. Los socialistas lograron más votos que los republicanos, pero no más escaños, lo que limita bastante las opciones de su candidato, Salvador Illa, a la presidencia. Mientras los nacionalistas en conjunto logran por primera vez superar el 50 por ciento de los votos, pero resulta que sus dos principales partidos, ERC y Junts, se odian a muerte, dependiendo además de la CUP, un pequeño partido que sabe aprovechar las oportunidades para servir de balancín –como hizo en su día la Convergencia de Pujol (que por cierto fue borrada del mapa) y sigue haciendo el PNV–. Hoy, todo el mundo está chantajeando a los demás y es chantajeado por ellos.
Mucho más fácil es señalar a los vencidos, que figuran al final de la clasificación, el PP y Ciudadanos, amenazados con desaparecer si siguen equivocándose en su mensaje. Caso aparte es el de Vox, que se ha plantado en cuarto lugar de un salto, con gran sorpresa. Aunque tanta no es▶ a algún lugar tenían que ir los votos desamparados del centro y de la derecha, si no se quedaron en casa, ya que la abstención fue grande. En cualquier caso, Vox tiene un largo camino por recorrer antes de significar algo más que un refugio de acogida.
Las repercusiones que estos resultados –más bien no resultados– de las elecciones catalanas en la política general española son, sin embargo, mucho más claros y determinantes. Por lo pronto, deja en suspenso los planes que se hacían en La Moncloa para una solución rápida al problema catalán. El efecto Illa no ha tenido los resultados apetecidos▶ una rápida negociación con Esquerra Republicana y los nacionalistas que quieran unirse, para indultar a sus líderes encarcelados, restaurar los artículos eliminados del estatuto vigente y nuevas concesiones económicas, que les haga olvidar, al menos de momento, su mayor reclamación▶ un referéndum de autodeterminación. Algo que no ya el Gobierno de Pedro Sánchez, sino cualquier otro, no puede darles, al no tener poder, capacidad ni respaldo suficiente para ello, incluso dentro de su propio partido. Y fuera de él, menos. Moncloa filtra que siguen pensando que ERC acudirá a la mesa de negociación y se mostrará ‘flexible’. Pero que haya firmado un acuerdo con las demás fuerzas independentistas para no negociar con Illa por no haberse opuesto a la entrada en vigor del artículo 155 de la Constitución, que suspendía las competencias de la Generalitat tras el referéndum no autorizado, es un escollo. Y la mejor prueba de que Sánchez conoce esta situación es que, tras meses de no responder a las llamadas de Casado, le ha citado para hablar de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, otro asunto importante también pendiente. Pero seguro que en la conversación también se filtra el tema catalán y el bloqueo que allí se dibuja para formar gobierno. El líder del PP tiene que andarse con cuidado, pues al menor descuido le hará cómplice no sólo de una mayor competencia de los partidos políticos en el nombramiento de nuevos jueces, sino también de las concesiones que haga a los secesionistas catalanes para que sigan apoyando su permanencia al frente del Gobierno. El doctor Sánchez no es precisamente la persona ideal para comprarle el coche.
Por si fueran pocos los problemas que tiene para mantener su gobierno Frankenstein, los que le esperan en el exterior no son menos graves. La izquierda con la que se ha metido en la cama no es la socialdemocracia, ya casi desaparecida en
Europa, sino la más rancia y asilvestrada del continente, antimercado, anticapitalista y hasta cierto punto antieuropea, neomarxista y, si nos descuidamos, leninista, con vetas castristas, chavistas y montoneras, traídas por exilados de aquellos países, que han hecho carrera rápida en Podemos. Que Iglesias le haya dado un toque final iraní con sus contactos con los ayatolás no es precisamente la mejor tarjeta de presentación en una Bruselas donde Alemania tiene la última palabra y los países del Este, antiguas colonias soviéticas, tienen cada vez más influencia, pese a recibir de tanto en tanto llamadas de atención por ciertos malos hábitos de la etapa anterior.
Algo parecido puede decirse de los nacionalistas catalanes, que también apoyaron su investidura, aunque últimamente le han dado un par de avisos recordándole los compromisos que tiene con ellos. Y el gran temor de la Comunidad Europea es la fractura de alguno de sus miembros, por algo se llama también Unión. Con el Brexit ha tenido bastante para verse envuelta en un conflicto independentista que es, a fin de cuentas, lo que buscan los Junqueras, Puigdemont y compañía.
Si se le unen los problemas económicos ocasionados por la pandemia en marcha, con miles de muertos y miles de millones de euros en pérdidas, España entre las más afectadas, entenderán los llamamientos de Bruselas a nuestro Gobierno para que presente planes tan claros como rigurosos sobre lo que quiere hacer con los 140.000 millones de euros asignados a España de los fondos de recuperación, que deben ayudarnos a salir del agujero en que nos hallamos. La ministra Calviño, que fue alta funcionaria de la Comunidad Europea, está usando sus conexiones y sus conocimientos económicos para que nos lleguen cuanto antes. Pero todavía no han dado la luz verde. Y es que si resulta difícil coordinar la política con un comunista pata negra, coordinar la economía es imposible. La globalización ha hecho que los puestos de trabajo hayan volado a otros países y al nuestro lleguen frutas de otros continentes. Sólo dentro de grandes bloques los países pueden defender sus intereses y garantizar el bienestar de sus ciudadanos. Y da la casualidad de que los dos socios de Pedro Sánchez, el nacionalismo y el comunismo, están contra ellos. También es mala suerte. O mala elección. De él y de nosotros.
En este escenario sombrío, sólo faltaba la luz anaranjada de las llamas de contenedores y mobiliario urbano incendiados por las turbas pidiendo la libertad de un rapero condenado por creer que se puede injuriar, insultar, amenazar, ofender y denigrar a todo el que considera merecedor de ello. Con los consiguientes enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad y los vándalos. Defendidos por el socio principal del Gobierno. Díganme ustedes qué confianza puede depositarse en alguien que tan poco respeto tiene a la ley, al orden y a los demás.