Las cifras
millones de euros
ro a Marruecos porque necesitan ayuda». Joana, en cambio, es una de las reincidentes. A sus 55 años, esta mallorquina había conseguido ganarse la vida limpiando casas pero los problemas familiares la han empujado de nuevo a la prostitución. No quieren dar la cara. «Nos avergonzamos. No hacemos esto por gusto».
Mientras en Médicos del Mundo han detectado un aumento de mujeres que vuelven a la prostitución, en el Casal Petit notan que llegan chicas que no ejercían y lo hacen por primera vez. Son trabajadoras en ERTE o personas sin derecho a prestación porque «las condiciones del gobierno son demasiado estrictas» y se han quedado sin sustento.
A bajo precio
La crisis sanitaria y económica ha aumentado todas las vulnerabilidades y «el putero renegocia, más si cabe, los precios y exige prácticas de riesgo», denuncia Inma Mas. El proxeneta también se ha aprovechado del confinamiento domiciliario para solicitar servicios a domicilio e incluso forzar a que pasen toda una noche saltándose las restricciones impuestas por el toque de queda. Ellas se ven presionadas a realizarlos para no aumentar sus deudas con los pisos, casas y clubes.
La prostitución mueve, sólo en Baleares, un negocio ilícito de más de 70 millones de euros al año. Alrededor de 90.000 hombres pagan cada año para prostituir a mujeres y, en 2020, había 2.350 mujeres ejerciéndola.
La prohibición de la prostitución ante la incompatibilidad de adoptar medidas preventivas frente a la pandemia ha hecho que los clubes públicos, «los que se anuncian con rótulos y luces de neón», hayan cerrado las puertas y las mujeres hayan sido trasladadas a pisos y casas. «Este hecho las invisibiliza y permite a los proxenetas ejercer mayor control sobre ellas», señala la portavoz de Médicos del Mundo. Esto obliga a hacer constantes búsquedas de nuevas ubicaciones. «Actualmente desconocemos qué tipo de situaciones están viviendo muchas de estas personas». Y eso les inquieta y preocupa.