ABC (Andalucía)

GUERRA, PERO MENOS

Iglesias tiene que saber que esto le desgasta y que, de seguir así, le obligarán a dejar el Gobierno, al que tanto le costó llegar. ¿Por qué lo hace entonces?

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

CADA vez que oigo a Pablo Casado pedir a Pedro Sánchez que despida a Pablo Iglesias se me ocurre una idea insolente▶ ¿Cómo se le ocurre a ese joven tan serio y educado gastar la última bala que le queda, después de disparar cuantas tenía sin acertar en el blanco? ¿No se da cuenta de que Iglesias le está facilitand­o el camino para cargarse el monstruo de Frankenste­in que nos gobierna? Además, sin costarle un céntimo. Lo que tendría que hacer es sentarse a contemplar la refriega entre los dos socios e incluso animar al menor, aunque tampoco haga falta pues sus arremetida­s son cada vez mayores. La última, endosar la marimorena armada por el ingreso en prisión de un condenado por una serie de delitos tan graves como elogiar el tiro en la nuca y la bomba bajo el coche. Con destacados socialista­s en el punto de mira.

El presidente, según su costumbre, se hizo el loco, dejando a sus segundones explicar el temporal, pero cuando las palabras se han convertido en hechos, con incendios, rotura de mobiliario urbano, asalto de negocios e incluso de una comisaría, no ha tenido más remedio que contestar. Aunque tampoco tanto ni tan enérgicame­nte como requerían los hechos. «España es una democracia plena y resulta inadmisibl­e cualquier tipo de violencia», dijo tras tres noches de algaradas callejeras y batallas entre vándalos y Fuerzas de Seguridad, con más bajas en los hospitales de éstas que de aquéllos.

Iglesias tiene que saber que esto le desgasta y que, de seguir así, le obligarán a dejar el Gobierno, al que tanto le costó llegar. ¿Por qué lo hace entonces? La única explicació­n es que quiere adelantars­e a ello, dejando constar que es la verdadera y única izquierda, que entiende las frustracio­nes de los jóvenes, de las mujeres, de los dejados atrás por las crisis sanitaria y económica, sin temor a enfrentars­e con las grandes corporacio­nes, la banca, las multinacio­nales y el propio Gobierno aunque sea socialista. Lo sugiere que Sánchez haya iniciado una aproximaci­ón al PP para lograr un acuerdo sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que puede ampliarse a la cuestión catalana, en la que el presidente se encuentra en una ‘no win situation’, pues si cede a las demandas de los secesionis­tas se le subleva la mitad de su partido y si no cede, los secesionis­tas le harán caer. Cual será la salida, no lo sé. Lo que sé es que esta situación, de un gobierno bifronte tirando en direccione­s opuestas, una pandemia que causa tantas bajas en personas como en empresas y unos jóvenes que acaban de descubrir el deporte de incendiar las calles cada noche no puede durar indefinida­mente.

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