ABC (Andalucía)

A las 18.23 del 23 de febrero de 1981

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tán del Cesid y quiere ver a Tejero’». Les dejó pasar y en segundos llegó el comandante Ricardo Pardo Zancada, recién llegado de la Acorazada al frente de una columna de policías militares. Conocía a mi compañero. El teniente le informó de la novedad.

«¿Queréis ver al teniente coronel Tejero?, nos preguntó el comandante. Le respondí que no, que no teníamos ningún mensaje para él, que solo queríamos pasar para tener informació­n de lo que ocurría. Dio su permiso». También pidió entrar en el hemiciclo, pero esta vez Pardo Zancada consultó con el teniente coronel▶ «Si se van a quedar con nosotros, se pueden mover libremente por el edificio; en caso contrario, no», respondió el mando. «Al analizar por qué tuvimos tantas facilidade­s comprendí que fue por ser agentes del Cesid, que estaba involucrad­o en el golpe».

Ángel Galán escuchó a la 1▶14 el mensaje de Don Juan Carlos y su defensa cerrada de nuestro sistema constituci­onal▶ «Fue como ver aparecer el sol en plena madrugada. Estaba claro que el Rey mandaba y que era un demócrata... Realmente, esto seguía siendo España». Poco después, el teniente general Jaime Milans del Bosch retiraba las tropas de Valencia...

En el Congreso esa situación era ajena a los golpistas. «Del exterior, según comprobé, Tejero solo hablaba con el sindicalis­ta Juan García Carrés, que le intoxicaba con noticias falsas de varias regiones militares que se iban a sumar al golpe, le hablaba de su mujer, le decía que era cuestión de muy poco tiempo... Quería fomentar su espíritu de resistenci­a. Si no acabó todo antes fue por esta intervenci­ón».

En cuanto a los sublevados, «mi primera sorpresa fue ver allí al capitán de la Guardia Civil Sánchez Valiente, al que Cortina nos había presentado el viernes anterior como nuevo miembro de la AOME. Eso confirmaba mis sospechas. Pero sobre todo me llamóla atención el ambiente entre los oficiales. A varios los conocía por destinos anteriores o por ser compañeros en la Academia. Estaban indignados, frustrados y se sentían engañados; al menos, eso me pareció. Me contaron que se había presentado allí Armada y que le dijo a Tejero que quería hablar con los diputados para proponerse como presidente del Gobierno... Además le enseñó una lista con su gabinete, en la que había socialista­s y hasta algún comunista. También le dijo que se tenían que ir a Portugal, que en Torrejón les esperaban un par de aviones y que ya volverían cuando las cosas estuviesen tranquilas. Al entrar pensaban que hacían un servicio a España y a la Corona y se veían casi como secuestrad­ores que tenían que irse de allí de forma poco honrosa»...

«En cierta manera el golpe lo para Tejero al negarse a que Armada se dirija a los diputados... No tuvieron en cuenta el factor humano. El plan se frustra ahí porque el Supuesto de Anticonsti­tucionalid­ad Máximo previsto era un hecho, la demostraci­ón de fuerza del Ejército con lo de Valencia estaba más que conseguida y quedaba esa tercera fase», reflexiona Camacho, hoy coronel retirado.

A las cuatro y media el protagonis­ta ve que ya queda poco que hacer allí y junto con su compañero piden permiso a Tejero para salir. Minutos después se produce la escena ya relatada al principio en Castellana 5. Pero los acontecimi­entos se siguen sucediendo. Tras la entrevista con Calderón y Cortina el capitán Camacho, a través de un tercero, pide una nueva cita con el secretario general del Centro. Tendría lugar la noche del 24.

Reunión en una cafetería

«No me recibió en su despacho, sino en la cafetería de las Torres de Colón. Le expuse todo lo que sabía y hablé de la implicació­n de Cortina. Me espetó▶ ‘¿Cortina implicado en el golpe? Imposible. Es como si me dices que mi mujer me pone los cuernos’. Reaccioné rápido y le respondí que no sabía lo que hacía su mujer, pero que el jefe de la AOME estaba implicado. Molesto, me dijo que se encargaría él de investigar­lo y me ordenó que yo no hiciera nada sobre este asunto».

Ya en su casa, Camacho recibe una llamada del suboficial que primero le puso sobre la pista. «¿Le has contado a alguien lo que te dije, mi capitán?». «Hace un rato a Calderón», le respondió. «Pues me ha llamado Cortina que quiere verme a la una y media de la madrugada en el parque de Berlín»... «Le ordené que no fuera».

Al día siguiente el capitán habló con el jefe de Involución, comandante Bastos, a quien le puso al corriente de su informació­n. «Ahora lo entiendo todo... ¿Qué podemos hacer?», preguntó. Camacho le dijo que había que abrir una investigac­ión interna sobre lo ocurrido y que sus resultados fueran estudiados por la autoridad judicial. Fue el llamado «informe Jáudenes», que a día de hoy nadie sabe dónde está...

Pájaros muertos

«No se abrió de inmediato, sino el 30 de marzo, 35 días después de que Bastos se lo pidiera a Calderón... En ese intervalo los ‘díscolos’ fueron hostigados y algunos, los suboficial­es, directamen­te amenazados e insultados. A mí no se atrevían, pero en mi coche pusieron dos pájaros muertos. Pero además me intentaron comprar con ascensos, la última vez en la casa de la sierra del secretario general del Centro. Con una cerveza en la mano, me dijo que era muy inteligent­e y que me quería de jefe de Operacione­s, el número 3 del escalafón del Centro... Eso sí, Cortina seguiría hasta el verano. Le dije que tenía la impresión de que me quería comprar y me fui. Al día siguiente se abrió la investigac­ión interna».

El Cesid estaba el 23-F en manos de Calderón y Cortina, próximos a Gutiérrez Mellado, tras la destitució­n en septiembre de su general jefe y siguieron hasta mayo; el primero llegó a teniente general y en 1996 dirigió la Casa; en ese momento, Camacho fue expulsado; Cortina quedó absuelto; Sánchez Valiente huyó de España el 24-F con documentos y solo fue acusado de abandono de servicio; del Cesid, el capitán Gómez Iglesias fue el único condenado; se le indultó en 1984... Una opinión unánime▶ EE.UU. lo sabía todo.

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