Biden crea polémica por su elegida para un cargo técnico
La nominada para la oficina presupuestaria acumula años de insultos en Twitter
Una decisión del presidente Joe Biden está poniendo a prueba su promesa de tender puentes y gobernar de forma bipartidista, tendiendo una mano a derecha e izquierda. Se trata de la persona elegida para dirigir la poderosa Oficina de Administración y Presupuesto del Gobierno de Estados Unidos. Y la razón es muy común en estos días de ciberpolítica▶ Neera Tanden, vieja colaboradora de Hillary Clinton, se ha despachado a gusto en Twitter contra prácticamente todo el mundo en Washington (siempre que no fuera Clinton). Sus diatribas digitales han incendiado tanto a la izquierda demócrata, comenzando por Bernie Sanders, como a la derecha republicana.
Biden se obstina en mantener la candidatura de Tanden a pesar de que ningún republicano va a votar por ella y un demócrata moderado, Joe Manchin de Virginia Occidental, ha dicho que va a hacer lo propio, condenándola al fracaso. Sanders todavía no ha anunciado cuál será su voto, pero sus relaciones con Biden son lo suficientemente buenas como para que perdone aquella ocasión en que le acusó de ser «una marioneta de Rusia» o un «instrumento al servicio de Donald
Trump». Tan ácidas han sido las críticas de Tanden a Sanders que cuando le llegó el turno de las vistas orales en el Senado para confirmarla en el cargo, un senador republicano, John Kennedy, le dijo▶ «Usted le ha llamado al senador Sanders de todo excepto zorra ignorante». Tanden, abochornada, se disculpó.
Pero el problema para los senadores es en realidad que Tanden ha sido nominada para un cargo de gabinete que en realidad es más técnico, encargado de la gestión y los contratos del Gobierno federal, lejos de los focos. Pocas polémicas ha protagonizado hasta ahora quien fuera que ocupase la dirección de la Oficina de Administración y Presupuesto del Gobierno. Y Tanden tiene descalificaciones en Twitter para aburrir. Al senador Ted Cruz le ha llamado ‘Voldemort’, el villano demoniaco de ‘Harry Potter’. Al líder de los conservadores en el Senado, Mitch McConnell, le ha llamado ‘Mitch de Moscú’ para retratarlo como una marioneta del Kremlin, algo que a ese veterano político que recientemente ha roto con Trump le molestó especialmente.
Ahora Tanden tiene el fracaso de su candidatura asegurado, porque son más los senadores que están en contra que los que están a favor. Biden de momento se ha negado a enmendar el rumbo y nombrar a un sustituto, señal de que quiere pelear por que se la confirme. Y mientras tanto, el presidente se arriesga a mantener descabezada una agencia crucial para el funcionamiento diario del Gobierno federal.
Fracaso seguro
Son más los senadores que están en contra de Neera Tanden que los que están
a favor
Hay una perversión de la lengua en la antesala de las tragedias. Cuando el periodista Jean Hatzfeld (Madagascar, 1949) viajó a la cárcel de Rilima, en Ruanda, para recoger el testimonio de algunos responsables del genocidio de 1994, una matanza que acabó con la vida de unos 800.000 tutsis y hutus moderados en apenas tres meses, no se encontró con unos fanáticos envilecidos por la violencia, sino con unos campesinos modestos, que hablaban de sus crímenes como de una tarea agrícola un poco más agotadora de lo normal. «Cuanto más rajábamos –le confesó Fulgence, uno de los asesinos entrevistados en ‘Una temporada de machetes’ (Anagrama, 2003)–, más inocente nos parecía rajar. Para unos pocos, se volvía gustoso, por decirlo de alguna manera».
En ‘La lengua del Tercer Reich’ (1947), el filólogo Viktor Klemperer (1881-1960), encarcelado y hostigado por ser judío, estudió cómo el nazismo, envenenando el alemán, había expandido la ideología que provocó el Holocausto. Entre los hutus entrevistados por Hatzfeld, algunos se seguían refiriendo a los tutsis como ‘cucarachas’, un término que había popularizado Radio Ruanda o la Radio de las Mil Colinas, emisoras en las que se llamaba al exterminio.
«Se puede matar por cólera o por miedo –explica Hatzfeld a ABC–, pero para matar como ellos lo hicieron, durante varias horas al día, hay que dejar de considerar a la víctima un ser humano». «Me impactó –añade– que los genocidas hablasen de las matanzas como si fuera un trabajo agrícola. La única diferencia era que también las hacían los domingos. Eran cristianos y abandonaron toda actividad religiosa. No podían ir a las iglesias porque estaban llenas de cadáveres. Hicieron un paréntesis con Dios».
Las raíces del odio
Situado en la región de los Grandes Lagos y con el Kivu como su frontera con el Congo, Ruanda no era un país demasiado conocido en 1994. A finales del siglo XIX, los alemanes lo convirtieron en un protectorado, que se transformó en un mandato belga tras la derrota del Segundo Reich en la Primera Guerra Mundial. En julio de 1962, obtuvo la independencia, con el establecimiento de una república con preeminencia hutu. En julio de 1973, el general Juvénal Habyarimana dio un golpe de Estado, proclamándose presidente y ahondando el racismo del régimen anterior.
Según los historiadores, fueron los colonos europeos, tanto alemanes como belgas, los que cubrieron de un barniz étnico, biológico, las diferencias entre los hutus y tutsis de Ruanda. Como explica Frederick Cooper en ‘Historia de África desde 1940. El pasado del presente’ (Rialp, 2021), los tusis, en realidad, solo conformaban una suerte de ‘aristocracia’. Según Martin Meredith, autor de ‘The State of Africa’ (Simon & Schuster, 2005), hutus y
El periodista francés es autor de varios libros que analizan el genocidio de
Ruanda
país africano no fue reprochable▶ «El único papel que Francia desempeñó en Ruanda fue intentar impedir que la guerra civil desencadenada en 1990 por Paul Kagame y el Frente Patriótico Ruandés (FPR) no se transformara en masacres», afirma.
Archivos a oscuras
pués de que una joven birmana que se encontraba en estado crítico tras recibir un disparo en la cabeza en una manifestación el 9 de febrero contra el golpe de Estado falleciera este viernes, convirtiéndose en la primera víctima mortal de la represión de las protestas.
Protestas y detenciones
Las manifestaciones se han sucedido en el país desde la asonada del 1 de febrero, ocurrida poco antes de que se constituyera el nuevo Parlamento surgido de las elecciones legislativas de noviembre. Durante el golpe fueron detenidos la entonces líder de facto del país, Aung San Suu Kyi, y el presidente, Win Myint. Desde entonces se han sucedido además las detenciones de antiguos ministros y parlamentarios, mientras que los miembros de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) electos en los comicios procedieron a establecer un Parlamento ‘paralelo’, no reconocido por la junta militar. En este contexto, las autoridades militares imputaron el jueves al ministro principal de Mandalay, Zau Myint Maung, quien es además vicepresidente de la NLD, por incitación a la violencia. Suu Kyi hace frente a cargos por violación de la Ley de Exportaciones e Importaciones y por supuestas violaciones de la ley de gestión de desastres en el marco de la pandemia.
El máximo responsable diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, condenó ayer enérgicamente la represión que están ejerciendo los soldados birmanos contra los manifestantes.
Tres muertos El balance de víctimas mortales durante la protestas asciende ya a tres personas