Ayaan Hirsi Ali Activista y escritora
Tras huir de un matrimonio forzado, refleja en ‘Presa’ su repudio al credo islámico y avisa de lo que amenaza a Europa
Cuando en 1992 llegó a los Países Bajos huyendo de un matrimonio forzado, Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969) dice haber experimentado una libertad que le hizo repudiar su credo islámico y la religión en general. Nacida en Somalia y criada entre Arabia Saudí, Etiopía y Kenia, Hirsi Ali halló en las mujeres europeas un referente de fortaleza e independencia al que ya no querría renunciar jamás. Sin embargo, hoy siente que los fantasmas que la atemorizaron de niña, los rigores del credo musulmán y lo que define como una brutal victimización y sexualización de las mujeres, comienzan a florecer en Europa tras echar raíces durante largos años de pasividad social e institucional. Sobre esta amenaza a las mujeres versa ‘Presa’ (Debate), uno de los libros más polémicos de una de las intelectuales más controvertidas de su generación, una mujer que profiere unas advertencias sobrecogedoras con tono afable y sonrisa educada.
—Usted cree que es un gran riesgo permitir una migración sin trabas a Europa en este momento. ¿Por qué?
—Hablamos de una migración masiva no planificada, que es desordenada y espontánea, proveniente de países de mayoría musulmana en África, Oriente Próximo y el sur de Asia. El efecto es que la mayoría de los grupos que llegó en los 60, 70 y 80 no lograron integrarse. Una gran afluencia va a retrasar la integración de los que ya están en Europa. Y eso se comprueba de muchas formas. Por ejemplo, la cantidad de personas que dependen de ayudas sociales, el número de niños que abandonan la escuela, las tasas de desempleo inmigrante y, como detallo en mi libro, las actitudes hacia las mujeres en espacios abiertos, en las calles y el transporte público. La falta de integración y otros problemas son cada vez más grandes, y se agravan cuando ingresa más y más gente.
—Usted asegura que es imposible que el islam acepte la igualdad de las mujeres.
—Correcto. El islam como religión y filosofía de vida es intrínsecamente
hostil a las mujeres y su libertad, tal como las entendemos en Europa y el resto de Occidente. Hay una minoría de personas de países musulmanes que ha adoptado actitudes occidentales, pero sus propias comunidades los desprecian como antimusulmanes. Cuando estas comunidades llegan a Europa se enfrentan al dilema de tener que elegir entre llevar una vida de acuerdo con las reglas del islam o con las reglas del país europeo en el que han elegido vivir. Los enfrentamientos en el pasado ocurrían por la libertad de expresión, pero ahora creo que el problema mayor es el trato a las mujeres en general. Hay debates en diferentes países de Europa sobre cómo las musulmanas inmigrantes son tratadas por sus propias familias y comunidades, con los problemas del matrimonio infantil, el matrimonio forzado y la mutilación genital femenina. Es necesario tener estos debates sobre cómo podemos emancipar a las mujeres musulmanas inmigrantes.
—A su entender, ¿cómo está actuando el feminismo europeo ante este problema?
—Las feministas, no todas, se enfrentan a este problema en el marco del contexto actual, de lo que llamamos políticas identitarias, el convencimiento de que los países están expiando su pasado, el colonialismo, la trata de esclavos, lo que pasó durante Holocausto a los judíos y otras minorías. Las feministas han decidido ignorar a las mujeres que son victimizadas por hombres inmigrantes. Por ejemplo, si eres un hombre blanco, y cometes un acto de violencia sexual u otro delito contra las mujeres, estas feministas se enfrentarán a ti. Pero si vienes de Marruecos o tus padres vienen de Marruecos, se sienten inhibidas porque tú mismo, como hombre inmigrante, eres visto como una víctima de la pobreza, de la guerra, un desplazado.
—Y la izquierda europea, ¿hace lo mismo?
—Está haciendo exactamente lo mismo. Una razón es esa expiación del pasado, pero hay otras. En lugares donde muchas comunidades musulmanas se han asentado y echado raíces, los políticos de izquierda quieren aprovechar ese voto. Y no pueden exigir que se asimilen o que se integren en la sociedad, porque si lo hacen van a perder ese voto. Mientras, los grupos de extrema derecha proponen directamente expulsarlos. Y, desafortunadamente, lo que sucede es que se vuelve extremadamente difícil consensuar soluciones racionales basadas en hechos en torno a la falta de integración y los derechos de las mujeres.
—Usted fue diputada por un partido conservador en Holanda. ¿Cree que el conservadurismo europeo tiene una solución a esos problemas?
—Creo que sí. Pero en algunos de estos países europeos, los partidos políticos conservadores no son mayoría. Tienen que trabajar con otros y formar coaliciones. Y a veces están en la oposición. Sí tengo una crítica al movimiento conservador▶ este asunto nunca ha sido prioritario en su agenda a menos que haya una crisis. Si hay un ataque terrorista, entonces verá que estos líderes conservadores salen y dicen, bueno, el multiculturalismo ha fracasado. Necesitamos invertir en integración y tenemos que cambiar las leyes. Pero nunca se cumplen esas promesas. Y creo que eso es lamentable. Los partidos conservadores tampoco se meten realmente de lleno en el proceso de integración, la exigencia de que un permiso de residencia o ciudadanía obliga a cumplir una serie de condiciones. Creo que en parte tienen miedo de que les llamen racistas.
—En España hay una parte de la izquierda populista que ahora se empeña en glorificar el viejo califato omeya y que defiende, como hizo una candidata de Podemos, que Mahoma creía en la igualdad de las mujeres.
—Es algo total y absolutamente irrelevante. Si eres una mujer que va por la calle y te agreden unos hombres musulmanes, no te importa lo que dijera el profeta y cómo trató a las mujeres, o cómo era el califato. Y, además, son afirmaciones falsas. Una tiene que preguntarse ¿por qué estas personas defienden una narrativa falsa y totalmente irrelevante? Es un intento de cambiar el tema, y eso es desviarnos de los problemas. Con esas personas lo mejor que se puede hacer es simplemente ignorarlas. En mi libro yo atiendo a las estadísticas reales y a los testimonios de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual. Y lo que también hago es caminar por las calles, ir a esos barrios y verlos por mí misma.
—El Gobierno francés ha anunciado que investigará si las universidades avanzan una especie de «izquierdismo islamista» que, según él, «corrompe la sociedad». Acusa directamente a las universidades de EE.UU. de plantar la semilla. ¿Está de acuerdo?
—Es lo que se llama «cultura de la cancelación» en EE.UU. Es una ideología que tiene muchos nombres, pero el nombre original es posmodernismo. Fue desarrollado en Francia por intelectuales franceses como Derrida o Foucault. Se convirtió en algo muy insignificante en Francia, pero se abrió camino en las universidades estadounidenses para convertirse en lo que ahora llamamos teoría crítica. En ella es central el concepto de justicia. Pero no es justicia como la podemos entender usted o yo. Para los ideólogos de la teoría crítica la sociedad se divide entre quienes ostentan el poder y quienes están oprimidos. Y esa es la única dinámica que ven. Para ellos los opresores han creado instituciones y estructuras que los hacen poderosos, a ellos y a sus descendientes. Estos opresores son blancos, hombres, heterosexuales. Todos los demás son víctimas. Pero no todas las víctimas son iguales. Algunas víctimas lo son más que otras. La mujer blanca es solo víctima del hombre blanco. Pero la mujer negra es víctima del hombre blanco, de la mujer blanca y del hombre negro. Han creado una matriz completa sobre quién es más víctima y en qué grado. A eso le llaman interseccionalidad. Es la base de esa ideología que
Las mujeres en el islam
«El islam como religión y filosofía de vida es hostil a las mujeres y su libertad, como las entendemos en Europa»
Integración en Europa
«Hay una izquierda que no quiere que los inmigrantes se asimilen porque quieren sus votos»
Peligra el estado social
«El estado del bienestar no se creó para una sociedad de inmigrantes. Eres una cosa o la otra»
Adaptarse al país receptor
«Los partidos conservadores no se meten en el proceso de integración por miedo a que les llamen racistas»
ahora regresa a Francia y a Reino Unido. Y me parece que el presidente y el ministro de Educación franceses rechazan esta forma de pensar por dividir a la sociedad y crear tribus y facciones enfrentadas. Se supone que todas estas facciones son hostiles entre sí, es un juego de suma cero. No es posible que compartamos el poder. Lo tiene uno u otro, y si lo quiero, tengo que quitártelo. Si llevamos esta ideología a su conclusión lógica, lo que queda es la nada. La única forma de que haya poder para todos es que derribemos todas las instituciones y las destruyamos. Es muy bueno que las autoridades francesas digan que no quieren formar parte de esta dinámica tan desafortunada. Es un grave problema.
—Déjeme preguntarle por lo que hace años se llamó «veto musulmán» de Donald Trump, la prohibición de que entraran en EE.UU. ciudadanos de países de mayoría musulmana. ¿Cómo lo vio?
—Es algo que hay que ubicar en el contexto del terrorismo, no en el contexto de la inmigración. Propuso examinar con mayor detención las solicitudes de entrada de personas de países afectados por terrorismo antes de que subieran a un avión a EE.UU. Pero ese es un proceso que toma mucho tiempo, y hay países en que los gobiernos no cooperan, como Somalia. Así que él puso una prohibición temporal hasta que se pudieran poner en marcha los mecanismos de control. Y entonces, ya sabe, los medios de comunicación le dieron la vuelta de una manera muy diferente a la que él pretendía. Ahora, él debería haber sido mucho más cuidadoso y haberlo consultado con sus asesores legales para ejecutar esto de forma más correcta.
—Por último, en su libro usted habla de cómo el estado de bienestar es un imán para unos colectivos de inmigrantes que pueden acabar con él. ¿Por qué esta contradicción?
—Creo que es probablemente el mayor problema de Europa, porque cuando se estableció este generoso estado de bienestar, quienes lo diseñaron no creo que tuvieran en cuenta la inmigración. Es increíblemente difícil ser una nación de inmigrantes y un estado de bienestar. Eres uno u otro. Si decides ser una nación de inmigrantes, terminarás como EE.UU., vas a tener que aceptar una gran desigualdad, que es lo que tenemos aquí. Permitimos que mucha gente entre y halle su camino, y no dependen de las ayudas sociales. La suposición es que vas a trabajar, vas a encontrar tu propio camino. En cambio en estos estados del bienestar más generosos en Europa, no importa quién venga o por cuánto tiempo. Se les da vivienda, atención médica y comida. Y estos inmigrantes les dicen a quienes se han quedado en sus países de procedencia que allí es fantástico, y les invitan a venir, porque todo es gratis. Esto va añadiendo una carga sobre unos recursos públicos limitados, poniendo en peligro esos mismos servicios. Hay motivos de sobra para preocuparse por el futuro del estado del bienestar.
m. 65▶ Casemiro.
(Comité Balear). Amonestó a Alcaraz, Lucas Vázquez, Nacho, Orellana, Arribas y Óscar Plano.