ABC (Andalucía)

Próximas víctimas

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de los centros de menores maduras y valientes, con la dificultad de tener que darse vida. Hacen alarde de una sabiduría adelantada a su tiempo. Geanella sufrió tocamiento­s por su padre. Ahora el Samur Social la mantiene bajo techo en un centro del barrio madrileño de San Blas. Está de siete meses, será madre soltera. No deja de sonreír. Con una mirada profunda y oscura, navega en el océano de la fantasía.

Conrado asiente. La pobreza está subiendo como una hidra por los peldaños de ese ascensor social que se ha quedado detenido por la pandemia. «Sueño con que alguien me diga un día▶ ‘come lo que quieras, Eugenia’», dice esta madrileña de 26 años. «Hay veces que pienso▶ ‘¿y qué me como ahora, el ladrillo de la casa que ocupo?’», espeta Villar.

«Hay un incremento notorio de familias que tenían unos ahorros y los han triturado en la pandemia», explica Giménez. El mazazo económico ha tumbado a las clases medias, y ahora amenaza a familias de clase alta. «¿Quiénes empiezan a caer? Los que tengan un piso en propiedad tardarán un poco más; los que viven de alquiler o sin casa han caído a lo bestia. El ahorro y el entorno familiar han soportado el peso hasta ahora. Empieza a desplomars­e. Estas personas se hacinan de momento en casas de familiares, regresan al pueblo o vuelven a sus países de origen. Hay un éxodo brutal desde mayo. Nuestros gobernante­s no tienen ni idea de ingeniería social, está mal diseñada y peor implementa­da, porque la hacen desde los despachos. ¿De qué forma contesta a estas personas la administra­ción? Con el cierre, al 50%, por pandemia. Una semana con una taquilla cerrada significa que Elisabeth, Erika, Geanella, Gema, Juan, Pedro y María Eugenia no comen, o sus hijos enferman. Semana tras semana, esta cola crece sin que a nadie le importe. Así responde este Gobierno a este desastre humanitari­o. Cuando se alcance el 25% de paro real y otro 25% de gente en ERTE, el estallido será imparable. Eso o, para evitarlo, volverán a confinarno­s. Todo el mundo lo sabe y todo el mundo calla. Les doy un año».

«Los que tengan un piso en propiedad tardarán un poco más; los que viven de alquiler han caído a lo bestia»

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«Somos apestados del Estado», se quejan en la cola del hambre por la ausencia de socorro a los que ya nada tienen
Sin ayudas «Somos apestados del Estado», se quejan en la cola del hambre por la ausencia de socorro a los que ya nada tienen

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