El expresidente prevé el regreso con un acto sobre inmigración
Trump sale de su retiro como invitado especial del mayor congreso conservador
Ya hay fecha para el regreso político de Donald Trump, tras un mes de silencio y reclusión en su mansión de Mar-a-Lago. Y como muestra de que el expresidente pretende seguir siendo una fuerza decisiva en su partido, el lugar elegido es el gran congreso de políticos conservadores CPAC («Conferencia de Acción Política Conservadora», por sus siglas en ingles), que este año se celebra en Orlando el 28 de febrero. Allí, Trump dará las gracias a los 74 millones de personas que le votaron y criticará las reformas migratorias de su sucesor, Joe Biden, según dijo a este diario ayer una miembro de su equipo de comunicación.
Será la primera aparición en público de Trump tras ser exonerado por el Senado en su segundo juicio político del ‘impeachment’. Es cierto que, ya fuera del poder, son más los republicanos que se han distanciado de él. Siete votaron a favor de condenarle, forzando un resultado de 57 a favor y 43 en contra, aunque para inhabilitarle se necesitaban dos tercios del Senado. De hecho, CPAC ha invitado a quien fue su vicepresidente, Mike Pence,
con quien sus relaciones han quedado rotas por el saqueo del Capitolio, y Pence ha rechazado acudir.
La familia Trump está estudiando sus siguientes pasos, con la intención de crear una estirpe política, algo que no es nuevo en EE.UU. Basten los Adams, los Roosevelt, los Kennedy, los Bush o los Clinton como ejemplo. Como el senador republicano por Carolina del Norte Richard Burr votó a favor de condenar a Trump, la nuera del expresidente, Lara Trump, sopesa presentarse a las primarias para ese escaño dentro de un año. El sábado la misma Lara Trump dio una entrevista a la cadena Fox News en la que reafirmó que su suegro es «el cabeza del Partido Republicano, la persona a la que todos van a pedir ayuda para ganar».
Los críticos con Trump ponen de manifiesto que aunque Trump ganó en 2016, no reeditó la victoria en 2020. En ambos casos además perdió el voto popular. Aunque sumó 74 millones de votos, un récord para un presidente en activo, Biden obtuvo 81 millones. Bajo Trump, se perdió la Cámara de Representantes y el Senado, y hoy por hoy los demócratas tienen un poder con pocos límites en Washington. De momento, sin embargo, el expresidente Trump se ha centrado en hacerle la oposición no a los demócratas, sino a aquellos republicanos que se han distanciado de él y le han condenado por sus acciones antes y durante el saqueo al Capitolio, durante el cual murieron cinco personas (dos agentes policiales se suicidaron después).
Un púlpito muy influyente
Ruptura
El que fue vicepresidente, Mike Pence, ya no se habla con quien fue su jefe cuatro años
La razón por la cual Trump y Pence no se hablan es que el expresidente se negó a condenar rápidamente a la turba que asaltó el Capitolio. Es más, les enardeció al criticar en Twitter a Pence por negarse a bloquear la certificación de los resultados en una sesión conjunta del Capitolio el 6 de enero. Las pruebas presentadas en el juicio político en el Senado demuestran que muchos de los asaltantes gritaban «ahorcad a Mike Pence». Al exvicepresidente lo desalojó el Servicio Secreto por la vía de urgencia. Desde entonces, las relaciones entre ambos mandatarios quedaron completamente rotas.
Al invitar a Trump, la conferencia conservadora CPAC le asegura al expresidente un púlpito muy influyente para con las bases republicanas. Desde él, Trump podrá repetir sus infundadas denuncias de fraude electoral, que han rechazado todas las cortes de justicia a las que ha acudido. El expresidente de hecho aún no ha admitido abiertamente su derrota, y se negó a verse con su sucesor en la Casa Blanca para formalizar un traspaso de poderes pacífico y ordenado.