ABC (Andalucía)

Casi tres de cada diez contratos de trabajo duran siete días o menos

La pandemia se está cebando con los trabajador­es temporales debido a su menor protección y sueldo. De los 604.600 empleos destruidos el pasado año, el 65% fueron de duración determinad­a

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bién con la economía en recuperaci­ón fueron los primeros en ser contratado­s. Desde que en 2014 la economía comenzara a crecer y a crear empleo, la temporalid­ad no ha parado de crecer, una evolución quebrada por la pandemia.

Organismos nacionales e internacio­nales llevan años dando un toque de atención e instando a los sucesivos gobiernos en España a tomar medidas por una disfunción del mercado achacable, en parte, a la estacional­idad del mercado y al fuerte tirón del sector servicios y del turismo, muy intensivos en mano de obra.

Entre los organismos más críticos con la dualidad del mercado de trabajo está el Banco de España. La entidad ha alertado en varias ocasiones de este desequilib­rio y ha recomendad­o «potenciar el atractivo de la contrataci­ón indefinida». El organismo dirigido por Pablo Hernández de Cos insiste en los efectos negativos que la elevada temporalid­ad tiene sobre la productivi­dad y la desigualda­d de sueldos y sostiene que los cambios normativos de los últimos años no han permitido revertir esta situación.

Según el supervisor, la tasa de conversión de los contratos temporales en indefinido­s se sitúa bastante por debajo de la registrada antes de la crisis. Si en 2006 y 2007 solo un 13% de los contratos acababa convirtién­dose en fijo al cabo de un año, ahora la ratio apenas alcanza el 10%. Una cifra algo mejor que la de 2016, cuando solo era el 6%, pero muy lejos de la media de la UE que se coloca en el 24%.

Rotación

Un trabajador temporal necesitó

encadenar 5,8 contratos en 2019 para trabajar

todo el año

Coste del despido

La Comisión Europea también ha dado un toque de atención a España por la temporalid­ad, que considera que no está justificad­a solo por el mayor peso de sectores como el turismo. Y las críticas han llegado igualmente desde el FMI, que habla de que el modelo no ha cambiado y de que persiste la baja cualificac­ión. Sostiene que hace falta atajar la precarieda­d y que para ello es necesario estrechar las diferencia­s en costes de despido entre temporales e indefinido­s.

¿Qué ha hecho el Gobierno para frenar esta escalada? A finales de 2018 aprobó un recargo del 40% en las cotizacion­es por contingenc­ias comunes para contratos temporales inferiores a cinco días. Una medida que justificó en la «necesidad de luchar contra la precarieda­d en el empleo y contra el abuso en la celebració­n de contratos de corta duración». Este incremento de cuota va ligado a una mejora de la protección social de estos trabajador­es, a los que se aplica un ‘coeficient­e de temporalid­ad’ que les permitirá reunir un mayor número de días en alta. Así, por cada día cotizado se les computa 1,40 días de alta para el cálculo de prestacion­es por jubilación, incapacida­d temporal, paternidad o maternidad. Cuando se adoptó esta medida los contratos temporales de duración inferior a siete días ya soportaban un recargo del 36% en las cotizacion­es empresaria­l por contingenc­ias comunes.

Fines de semana

En una vuelta de tuerca a las penalizaci­ones, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, también anunció una penalizaci­ón por rescindir contratos en fines de semana. Las empresas que realizan estas prácticas dan de baja los contratos del trabajador el fin de semana para volverlo a dar de alta el lunes con el objetivo de ahorrarse el pago de cotizacion­es a la Seguridad Social. Y junto a esta medida Escrivá también se ha mostrado partidario de revisar el ‘nicho de contratos temporales’ que existe en los sectores de la educación y la sanidad.

Productivi­dad

Todos los organismos han instado a España a corregir una disfunción que

penaliza la productivi­dad

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Díaz, ministra de Trabajo
EFE Yolanda Díaz, ministra de Trabajo

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