Retiran otros siete artículos al científico español más retractado
Calvo-Guirado, que ya suma 28, denuncia un «complot»▶ «Mi prestigio les ensombrece»
Seis publicaciones científicas han retractado siete artículos más al catedrático de Odontología de la Universidad Católica de Murcia José Luis Calvo-Guirado. Líder de la trama de tesis plagiadas y experimentos manipulados destapada por ABC, Calvo Guirado es, que se sepa, el científico español con más investigaciones retiradas, pues ya suma un total de 28. En 17 de ellos es el autor principal y en los once restantes coautor.
Los motivos de haber tumbado estos trabajos por parte de los editores y revisores son varios, pero destacan dos▶ la repetición y la manipulación de imágenes. José Luis Calvo-Guirado
y sus colaboradores usan una y otra vez las mismas imágenes de una investigación científica y las hacen pasar por experimentos y momentos diferentes, lo que les permite engordar su producción científica.
Según la principal base de datos sobre el fraude científico, «retractiondatabase.org», las últimas retractaciones se han producido desde el 17 de junio de 2020, cuando ‘Journal of Clinical Medicine’ le retiró un ensayo odontológico con hueso cerámico en conejos, y hasta el pasado 17 de diciembre, cuando la revista ‘Annals of Anatomy’, de Elsevier, la mayor editora científica del mundo, le retiró dos artículos.
Entre tanto le retractaron experimentos los editores de ‘Applied Sciencies’, ‘Dentistry Journal’, ‘Clinical Implant Dentistry and Related Research’ y ‘Journal of Biomedical Materials Research’.
Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) fue uno de los primeros infectados por coronavirus en Colombia. Pasó la enfermedad en marzo de 2020, con síntomas fuertes pero no críticos, aunque con bastante ansiedad, por el desconocimiento generalizado que se tenía del bicho. Después, confinado y liberado de compromisos sociales, y con el mundo demasiado agitado como para mirarlo fijamente durante demasiado tiempo, decidió entregarse a su oficio, que le sirvió como refugio. Leyó mucho, muchísimo, de Dostoievski a García Márquez, y escribió más inspirado que nunca, espoleado por un recogimiento que entonces era mundial. En ese periodo extraño y fértil nació ‘Volver la vista atrás’ (Alfaguara), una novela sobre la pasmosa vida del cineasta Sergio Cabrera, que está llena de recuerdos violentos, revolución, exilio y rencores paternofiliales. No hay nada de invención en sus páginas, porque no hace falta, pero sí mucha literatura.
—¿Qué le llamó la atención de Sergio Cabrera para decidirse a relatar su vida, para entregarle tantas horas de trabajo?
—El proyecto comenzó cuando a Sergio le pidieron que inventara una historia sobre sus años en China. Era suficientemente exótico, raro▶ un adolescente colombiano que pasa los años de la Revolución Cultural viviendo solo, con su hermana, en China. Él me pidió que inventara una historia de ficción para cumplir con el encargo. La película nunca salió, por las cosas que tiene el cine, pero ya con esas pocas horas de conversación con él a mí me quedó clarísimo que Sergio era una especie de encarnación andante de lo que me ha obsesionado toda la vida como novelista▶ la manera en que la historia, las fuerzas de la historia y de la política, moldean nuestras vidas privadas. Él era exactamente eso, una persona que, junto con su familia, atraviesa grandes momentos de la historia del siglo XX▶ del exilio republicano de su padre hasta los movimientos armados en Latinoamérica, pasando por la Revolución Cultural. Me pareció clarísimo▶ era como ver un libro mío antes de escribirlo.
—La vida de los Cabrera está escrita, en parte, por la ideología.
—Las ideas son fuerzas vivas que pueden descarrilar una vida privada, que pueden darle forma a un destino de maneras que no siempre son positivas. La novela trata de explorar cómo una cierta corriente de ideas durante el siglo XX trastornó las vidas privadas de muchas personas y muchas familias.
—Le cito: «Habían vivido tantas cosas juntos, y tan distintas de las que habrían debido vivir, que desde muy pequeños se tuvieron esa lealtad especial: la de quienes saben que su vida es incomprensible para los demás». ¿Ha llegado a comprender a estas personas zarandeadas por la historia?
Juan Gabriel Vásquez, retratado ayer en Madrid
—Volviendo a la novela: ¿cómo se escribe sobre la vida de un amigo?
—Ha sido como tratar material radioactivo o explosivo. Sergio y Marianella me contaron toda su historia como si eso nunca fuera a salir al público, con una especie de franqueza de apertura absoluta, y yo creo que en algún momento del proceso tuvimos una especie de acuerdo▶ no valía la pena hacer todo ese ejercicio de memoria para maquillar o edulcorar las cosas. Había que contar la verdad. La verdad entera. Y eso fue lo que hicimos. Es un acto de mucha valentía, tratándose de recuerdos tan dolorosos. De algo que querrían olvidar.
—En la verdad de una vida siempre hay dolor.
—Lo interesante, lo potente y lo elocuente de las historias está en esos momentos dolorosos▶ si no, no valdría la pena escribirlas. A mí la idea de escribir historias felices nunca me ha interesado mucho.
—¿No tuvo miedo de tener conflictos como el que Emmanuel Carrère ha tenido con su exmujer por su último libro?
—Yo he hablado mucho con Carrère de este tema, de la relación que establecemos con un personaje que es real. Y
—La ficción es la manera más completa que hemos descubierto los seres humanos para darle forma y concreción a todo eso que llamamos memoria, pasado. En otro ensayo, Ford Madox Ford dice que la novela es la única manera de conocer por completo a una persona. Y lo mismo se puede decir de los fenómenos sociales o históricos. Al trabajo de un historiador, por extraordinario que sea, le falta una dimensión que podemos llamar emocional, o psicológica, que se encuentra en la ficción. Si queremos comprender por completo las guerras napoleónicas podemos leer varios libros de historiografía, pero ese esfuerzo por comprenderlos por completo es imposible si no leemos ‘Guerra y paz’, de Tolstói. Sin la novela la comprensión de la historia es incompleta, porque accede a territorios de la experiencia humana que al historiador le están vedados. Por eso tiene sentido seguir escribiendo novelas.
«Volver la vista atrás»
Juan Gabriel Vásquez. Alfaguara. 480 pp.
19,90 euros.