El Barça aspira a la Copa
Los azulgranas avivan su sueño en la Liga e invitan a pensar en una remontada el próximo miércoles
El Barça está exactamente a una semana de cambiar su suerte. Joan Laporta ganará las elecciones el próximo domingo, y este equipo, con los mismos jugadores y el mismo entrenador, volverá a tener, pasados tantos años, una misión, un destino. ¿Quién ganó las tres Champions consecutivas? ¿Zidane? ¿Cristiano? ¿Keylor? No. Ni en lo individual ni en su conjunto fue brillante el juego de aquel equipo. Las Champions, si no eres Guardiola, no se ganan con técnica, sino con espíritu. Las tres seguidas las ganó Florentino, el espíritu de Florentino, el alma sublimada del Madrid, tal como el Barça emergió de las ruinas con Laporta, y no por un sistema, y no por unos jugadores, sino por la intuición que Joan tuvo, por su fuerza y por su idea, por su gusto por vivir, por su insobornable alegría. Él se la jugó entregándole a Pep el primer equipo. Saltó al abismo, es cierto. Pero se equivocan los que dicen que fue suerte. Saltó al abismo, claro, y tomó un gran riesgo, pero sabía perfectamente lo que hacía.
El equipo con que el Barça se presentó
Bono
Navas
Koundé
Diego Carlos (46) Escudero
Jordán
Fernando
Rakitic (63) Munir (46) De Jong (63) Papu Gómez (46)
Rekik (46) Suso (46)
En-Nesiry (46) Oliver Torres (63) Óscar (63)
ayer en Sevilla no fue muy distinto del que saltará el 10 de marzo en Saint-Denis para afrontar la improbable tarea de remontar el 1 a 4 contra el PSG. Pero aunque el Barça no pase a cuartos, estoy convencido de que veremos algo distinto▶ un nuevo ímpetu, un mejor destino, la sensación de que volvemos a saber quién somos, y a qué jugamos, y qué queremos. Los exactos motivos por los que el vulgo odia a Laporta son los que minuciosamente explican por qué merece la pena. Su rival, Víctor Font, dice que Laporta
es la nostalgia y que él es el futuro. «No hay tiempo más triste –según sentencia de Jaime Gil de Biedma– que el futuro pasado». Tiene razón siempre Jaime, pero hay un tiempo aún más trágico, que es el futuro muerto. Este Víctor Font, cuya principal propaganda es que lleva siete años preparando su candidatura, me pregunto en todo este tiempo, qué habrá hecho. Sean ustedes laportistas o no lo sean, les recomiendo que nunca usen como argumento el tiempo que llevan preparando algo. No sea que les pase como a Font, que al final, cuando les arrasen, además de como unos fracasados queden como unos necios.
El partido no era nada, ni sabía a nada, ni hubo nada consignable salvo el gol de Dembélé, cuyo mérito estuvo tanto en su ejecución como en la asistencia filtrada, y afortunada, de Messi. El Barça ganaba, el Sevilla no acababa de encontrarse, pero el fútbol era triste y deprimente. Es verdad que el Barça se creció con el gol, pero todo lo que hacía era tosco e impreciso. Es verdad que en su responsabilidad individual, los jugadores presionaron más, estuvieron más concentrados, como si respondieran al estímulo de estar jugando un partido importante contra el Sevilla. Pero con este fútbol, por su falta de alma y de sino, no se conquista nada, y a duras penas se mantiene lo que uno tiene. Partido serio, aburrido y que en las radios cosechaba excesivos elogios porque el Barça ganaba. Sin el gol, nadie habría dicho tanto. De hecho, nada puede realmente cambiar hasta que no cambie el paradigma.
Reacción de Lopetegui
Un partido muy serio
Los goles de Dembélé y Messi sentencian un duelo en el que el Sevilla generó muy poco ofensivamente
El Barça empezó a regular su presión tras el descanso, ‘regular’ como prometen los yogures bio para que hagan de vientre a partir de una cierta edad las señoras. Lopetegui reaccionó bien con un tercer central y mientras el Barça poco a poco se regulaba, el Sevilla poco a poco llegaba. Pero Dest casi marcó tras una larga posesión de profundidad activada cuando Messi decidió acelerar, y Dembélé se salió en la siguiente jugada, pero Messi la remató como si no fuera Messi. Koeman sofocó la tímida reacción local, pero el Sevilla no se rendía. Araujo entró por Piqué, y Pedri, lesionado, se retiró y entró Ilaix, en un quiebro más de esta fijación anti-Riqui que tiene Koeman y que a mí, justo lo contrario de la grada culé más fanática, me hace mucha gracia. Araujo también cayó. Entró Umtiti. Marcó Messi el segundo, tras un bello recorte. El Barça llegó con profesionalidad donde el talento no le alcanzaba. Remontar en la Copa no parecía ya una meta tan inalcanzable. Trabajada victoria, pero para nada inspirada. De todos modos da igual, esto en una semana cambia.