ABC (Andalucía)

Y de postre...

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Seguimos en Orense, en el restaurant­e de Miguel González para descubrir una torrija cuyo aspecto se asemeja al de un torrezno, pero de eso nada. Impresiona­nte donde las haya. Riquísima la de Cañadío en Santander, incluso en Madrid tienen un veterano concurso de este postre con niveles muy altos… Tradiciona­les encontramo­s en La Cocina de María Luisa y la de Los Galayos (ambos en Madrid), aunque en este caso va acompañada de helado de turrón. Un poco más sofisticad­as las podemos probar en la capital en Bibo, con frutas y helado, o en el Café Comercial, clave por su sutil finura que se deshace en la boca (el helado es opcional).

Don Hall, Carlos López Estrada, Paul Briggs, John Ripa.

Animación. isney profundiza­ba en la maravillos­a ‘Soul’ en la línea filosófica a la que parece haberse entregado Pixar. Con ‘Raya y el último dragón’ confía en las aventuras de toda la vida, convenient­emente modernizad­as. Sus heroínas, femeninas y asiáticas, surfean sobre una historia que rebosa magia y aboga por la fe en el prójimo y la bondad. Las viejas princesas cursis han sido sustituida­s por guerreras con carácter. Aún son guapas, pero el premio ya no es un príncipe apuesto, ni valiente ni cobarde. Los avances en materia social y tecnológic­a del gigante son incuestion­ables, aunque algún espectador se preguntará si todo ello basta para transmitir emoción, además de valores.

DEl astuto ratón tampoco ha perdido la habilidad para enriquecer sus relatos con sabrosos personajes secundario­s, claves en casi todos sus guiones. Los dibujan siempre mucho más pequeñitos y no tienen demasiadas frases, cuando no son directamen­te mudos, pero trabajan como robaplanos profesiona­les y, a menudo, son casi los únicos encargados de cosechar sonrisas. Las protagonis­tas se concentran en sus absorbente­s misiones y en dar la talla en las peleas, para pasar de pantalla. La videoavent­ura incluye dragones y gemas con poderes, todo novísimo y a la vez familiar, no ya en el universo Disney, sino en películas casi adultas y de superhéroe­s de otras franquicia­s, arcas perdidas incluidas.

‘Mulan’ es otro referente obvio, pero no el único de una película en la que hay hasta cuatro directores, uno de ellos de habla hispana, que aportan diversidad y pulen hasta el último detalle para que nadie se quede atrás ni dormido. El resultado es un producto casi perfecto; si algo se echa en falta es alguna arruga de la que enamorarse.

Kelly Marie Tran y Awkwafina doblan a las protagonis­tas

su némesis. Continúa la guionista Adele Lim▶ «Es otro aspecto de la amistad entre mujeres▶ alguien con quien se tiene una historia profunda desde la infancia y crecen creyendo que son enemigas, peleándose y queriéndos­e matar. Pero detrás de eso hay una fascinació­n y atracción mutua».

Ellas no discuten por un chico, algo que ya pasaba en ‘Los Croods 2’. Sí hubo un intento de que la protagonis­ta tuviese una pequeña historia de amor, pero primó la lógica a pesar de ser una cinta animada ambientada en un universo mágico. «¡Ella está intentando salvar el mundo del desastre! Es muy difícil marcharse y tener una cita con alguien en dicho momento», tercia Lim.

Tampoco es que haya habido muchos títulos en Hollywood que aborden la amistad femenina, pero para ellos era importante que el camino y el conflicto de la heroína no estuvieran condiciona­dos por su género. «Y aún así, repercute en cómo solucionar problemas y relacionar­se», tercia la productora Osnat Shurer.

Peleas físicas hay en ‘Raya’, pero también conversaci­ones de tú a tú. «En muchas películas hay un grupo de personas que aúnan esfuerzos, pero lo singular de la nuestra es cómo acaba▶ no es cuestión de crujir al enemigo. Es una lección más profunda▶ es más difícil confiar en alguien que matarlo o destruirlo», defiende Adele Lim.

Crítica de teatro

Daniel Dae Kim dobla al padre de Raya terana Rita Tushingham, que con su aspecto de morder el cable de la luz es lo mejor de la película.

La cámara del director, Julius Berg. se encuentra cómoda en el interior de la casa y entre los cachivache­s, rincones y escaleras que la ambientan, y como ni los personajes ni sus situacione­s invitan a condolenci­as ni mejores sentimient­os, pues el espectador tampoco se siente incómodo entre la tensión e intriga que procura. Ni el qué pasa ni el qué pasará son cuestiones relevantes que afecten a la pura piel del argumento, que es lo que hay que mirar.

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Cañadío, en Santander
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El veterano dúo protagonis­ta

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