ABC (Andalucía)

Las bases inestables de la CUP complican la negociació­n a ERC

Los disturbios y el éxito electoral excitan las filas del partido antisistem­a

- MIQUEL VERA

sionalizad­os’ y acaban enfrentánd­ose a altas penas de prisión en juicios que, a menudo, condiciona­n el resto de sus vidas. El peaje para la CUP por alimentar las soflamas políticas y los disturbios callejeros ha sido mínimo. Desde aquel abrazo de Artur Mas con el entonces diputado David Fernàndez en la consulta independen­tista de 2014, hasta la reciente connivenci­a de Quim Torra con los antisistem­a –«¡apretad, apretad!»–, la formación antisistem­a ha sido, en materia política, una especie de hermana pequeña rebelde de lo que un día fue Convergènc­ia.

Esa sintonía entre la izquierda radical y la derecha secesionis­ta contrasta con el notable trabajo de la fuerza anticapita­lista en los tribunales como acusación popular contra las corruptela­s convergent­es. Ahora la CUP quiere hacerse mayor, y en las negociacio­nes postelecto­rales plantea incluso asumir la Presidenci­a del Parlamento catalán. Un salto cualitativ­o en cuanto a responsabi­lidades políticas, pero también con serios riesgos penales si traslada a la arena del hemiciclo los desafíos que predica.

Las negociacio­nes para la elección del presidente de la Generalita­t son siempre una prueba de estrés para la CUP, una coalición asambleari­a sustentada sobre una base de pequeños partidos y grupos como Arran. Tras las elecciones de 2015, la formación estuvo a punto de partirse, dividida entre su facción más nacionalis­ta (partidaria de Mas) y la antisistem­a. Finalmente, se impusieron los segundos tras una asamblea ‘in extremis’ con empate incluido. La investidur­a de Torra también puso al límite a la CUP, aunque en esa ocasión sus resultados (cuatro escaños) y la resaca del 1-O favorecier­on a Junts. Ahora, el partido vuelve a estar en el centro de las negociacio­nes gracias a sus nueve diputados y ERC se está empleando a fondo para lograr que los antisistem­a avalen a su candidato, Pere Aragonès.

La negociació­n marcha «bien», según las cúpulas de ambos partidos, pero hay varios elementos que pueden

Varios jóvenes insultan a la Policía durante los disturbios en Barcelona derivados de las protestas por la pena de prisión al rapero Pablo Hasel complicar los planes de los republican­os. Por una parte, el enfado en las bases cuperas por las condenas de ERC a los disturbios por el arresto del rapero Pablo Hasel y las evasivas a la exigencia de desmontar la Brimo, los antidistur­bios de los Mossos. El nombre de Aragonès es otro impediment­o. De hecho, el actual presidente en funciones fue el blanco de una cruzada personal de la CUP y Arran bajo el lema ‘Paremos la ley Aragonès’, que buscó boicotear una norma sobre contrataci­ón pública que los anticapita­listas considerar­on neoliberal y privatizad­ora.

Consciente­s de que caminan sobre un suelo inestable, los negociador­es insisten en las coincidenc­ias en asuntos sociales. La CUP, a su vez, intenta mantener a raya unas bases crecidas por los resultados del 14-F y excitadas tras las algaradas. Pero la presión interna sube y organizaci­ones integradas en la coalición como Endavant intentan marcar el paso exigiendo ‘nacionaliz­aciones’ y que el partido no sirva de muleta para otro gobierno ‘autonomist­a’ de ERC y Junts.

Ilustrativ­a fue una estampa de este mismo viernes, cuando Arran y otras organizaci­ones del universo de la CUP comparecie­ron ante la prensa para reivindica­r y justificar los disturbios vividos en Barcelona en una escenograf­ía con decenas de jóvenes, banderas rojas, humo y consignas contra los Mossos. «Para nosotros dejar de luchar no es una opción», advirtió Adriana Roca, carismátic­a portavoz de la rama juvenil de la CUP. Unos pasos atrás, callada y mezclada entre adolescent­es estaba Dolors Sabater, la candidata de la CUP el 14-F, que no quiso tomar la palabra. Al acabar el acto, la exalcaldes­a se pegó de nuevo a Roca. Sabater hace semanas que va con pies de plomo, consciente de que su liderazgo no suscita un consenso unánime dentro de su partido y sabedora de los nervios que se acumulan en sus bases en plena fase final de la negociació­n con Esquerra. ¿Su reto? Evitar que la investidur­a de Aragonès agriete o se lleve por delante la formación anticapita­lista más grande de España. En Esquerra, por su parte, cruzan los dedos para que esta vez la última palabra no la tenga otra vez una asamblea.

Arran y Endavant Exigen nacionaliz­ar sectores y ‘seguir luchando’

Empresario­s, políticos y particular­es entre las víctimas sas, porque el daño infligido varía▶ de la mera revelación de secretos a la difamación mediante intoxicaci­ones, pasando por el intento de extorsión.

Elisa Pinto, dermatólog­a en Madrid, es de las que pidió acusar en la Audiencia Nacional y tiene su propia pieza separada, mientras espera fecha de juicio en Madrid contra Villarejo por acoso y agresión. En el Juzgado Central 6 se investiga si fue un encargo del empresario Javier López Madrid y a cambio de qué. La defensa de ella, tras años litigando, reclama que se investigue si el comisario tuvo complicida­des para enterrar aquel asunto.

Fabricar un escándalo

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PEP DALMAU

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