El presidente asesinado que esbozó la España del futuro
Se cumple hoy un siglo del magnicidio en pleno centro de Madrid del político que impulsó la reforma social más importante del siglo XX
han matado”. Herido mi compañero, me lancé a tierra y fui a abrir la portezuela. Horrorizado, vi al presidente como muerto, con la cabeza reclinada sobre el respaldo y una gran cantidad de sangre brotando de su frente y de su cara», declaró el chófer después.
Al escuchar los gritos, este aceleró en dirección al domicilio en la calle Lagasca, desde donde fue trasladado inmediatamente a la Casa de Socorro de Buenavista. Allí ingresó cadáver, con 64 años. Encontraron ocho balas en el cuerpo de este presidente conservador que, según Manuel Pimentel, «fue muy avanzado a su tiempo y sería importante que lo reivindicáramos en la actualidad». El que fuera ministro de Trabajo entre 1999 y 2000, durante el Gobierno de José María Aznar, está convencido de que «su estudio histórico está, sin ninguna duda, muy por debajo de sus logros, si tenemos en cuenta la honda huella que dejó con sus leyes. Fue un coloso político al que no se conoce hoy proporcionalmente a la gran talla de su obra».
Acababa así, de forma abrupta, la vida del hombre que impulsó y protagonizó la reforma social y laboral más importante del siglo XX. El mismo que evitó, además, que España entrara en la Primera Guerra Mundial. Dos hitos históricos por los que Dato tuvo que sufrir enormes presiones de las principales potencias europeas y enfrentamientos con la gran mayoría de políticos, intelectuales y periodistas del país, convencidos todos de que teníamos que enviar a nuestros jóvenes a las trincheras para
se produjeron en el ámbito laboral. El historiador Roberto Costa Martínez califica estas en su reciente tesis, «El presidente idóneo▶ una biografía de Eduardo Dato» (UNED, 2020), de «visionarias, pues consiguieron esbozar la sociedad del futuro». Pimentel destaca su arrojo al crear el primer Ministerio de Trabajo, «una de las carteras nucleares hoy en día». Y explica que, «a pesar de gobernar en un momento de gran inestabilidad, dictó leyes que transformaron a España▶ estableció por primera vez los descansos dominicales, la protección de los menores y las mujeres frente a la explotación y las bajas por accidente laborales y enfermedad. Sus medidas fueron vanguardistas, pues supo ver que los trabajadores debían tener derechos».
La venganza anarquista
Espinosa de los Monteros aclara que la creación del ministerio fue la culminación de las medidas que empezó a implementar, en 1899, cuando fue nombrado ministro de Gobernación por Francisco Silvela▶ «Ahí también lo pasó muy mal, porque un sector de la derecha comenzó a llamarle “socialista” y muchos de sus compañeros se dieron de baja del Partido Conservador. Él, sin embargo, estaba convencido de que había que corregir el desequilibrio entre los obreros y los patronos. Pensaba que el Estado no podía permitir las condiciones infrahumanas en las que vivían los trabajadores. Antes que él, si uno enfermaba, iba directo a la beneficencia. Además, creó el Instituto Nacional de Previsión, base de la actual Seguridad Social, y el Instituto de Reformas Sociales para proponer leyes que mejoren las condiciones laborales, además del derecho a la huelga».
A la vista de estos avances, resulta paradójico que fueran tres anarquistas quienes le acribillaran, pero así ocurrió según la versión oficial. Apenas se conoció la noticia, se emitieron órdenes de detención de cualquier motocicleta que circulase en un radio de 90 kilómetros. Los asesinos habían decidido permanecer en Madrid hasta que la situación se calmase y se le
duardo Dato fue un hombre extremadamente educado, elegante y simpático, con un gran don de gentes y un fuerte espíritu familiar. Era eficaz y resolutivo, pero nunca se creyó un ser excepcional ni un político irremplazable. Dato era también un gran abogado. Alguien cuyo buen hacer ganó la confianza de los Rothschild en España, donde también mantuvo una estrecha amistad con Gustavo Bauer y su familia. En Palacio, Dato era un político que inspiraba confianza.
Este mismo hombre que se elevó por sus méritos a lo más alto sentó las bases del posteriormente conocido como Estado de bienestar en nuestro país. Lo hizo tanto en el plano legislativo, empezando por la ley de descanso dominical hasta la de seguros de accidentes, como en el plano institucional, con su impulso al Instituto de Reformas Sociales y el de Previsión, lo que culminaría en la creación del Ministerio de Trabajo en su último gobierno de 1920-21. Gran jurista, fue miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, que llegó a presidir, y de la de Ciencias Morales y Políticas.
Dato no fue un canovista ortodoxo y participó destacadamente en la disidencia de Silvela en 1892 y luego apoyó a Maura frente a Villaverde. Cada vez pesaron más en su pensamiento las ideas de Cánovas a medida que aumentó su protagonismo político. De modo que se mantuvo firme en dos de las «verdades madre» de aquél▶ la Monarquía como fuente incuestionable de legitimidad del Estado constitucional y de la unidad de la nación, pues esta se había forjado a lo largo de los siglos en torno a la Corona. Y la necesidad absoluta de que al menos dos partidos se alternaran en el poder con lealtad a la misma Constitución y sus instituciones. Por eso le dijo que no a
E
Ramón Casanellas logró huir a Rusia, donde escribió cartas exculpatorias de sus compañeros la represión en Barcelona, sugirió en una entrevista que la muerte del presidente había sido un error. «Es cierto, los asesinos aseguraron que intentaron matar a este, pero que estaba tan protegido que les fue imposible, y que por eso decidieron acabar con mi tatarabuelo. Dijeron que no era personal, sino por lo que representaba», explica a ABC la actual duquesa de Dato, María del Pilar Espinosa de los Monteros.
Una de las últimas teorías de la conspiración fue la defendida por Francisco Pérez Abellán en «El vicio español del magnicidio» (Planeta, 2018), donde aseguraba que los asesinos de Dato no eran más que chivos expiatorios. El reconocido investigador creía que eran asesinos a sueldo entrenados para el crimen y sólo remotamente relacionados con los círculos anarquistas. Sería la única manera de explicar que con tan pocos recursos económicos y sin trabajo pudieran comprar una moto último modelo con sidecar y un par de Mauser sin ayuda de nadie. O que alquilasen un garaje en Arturo Soria y un par de pisos en la calle Alcalá para vivir y planear el ataque. «Nunca lo sabremos», sentencia la tataranieta.