ABC (Andalucía)

La verdad como la peste

- POR JAIME MAYOR OREJA

«Si no somos capaces de entender la enfermedad, no seremos capaces de comprender la extrema necesidad de una alternativ­a, esto es, la única solución y remedio del demoledor virus interior que padecemos. Nadie que impulse una alternativ­a al frente popular puede pactar nada con él, porque no es un gobierno de coalición, ni un gobierno Frankenste­in; es un frente de ruptura»

UNA de las causas más profundas de la crisis que sufrimos es la prevalenci­a de la mentira sobre la verdad. El texto del evangelist­a san Lucas▶ «Porque los hijos de las tinieblas son más astutos, en el trato con los demás, que los hijos de la luz», se ajusta mejor que nunca a la realidad de hoy. Lo digo porque en España, por regla general, no hay un diagnóstic­o correcto, esto es, tenaz y perseveran­te, de la naturaleza y el significad­o del ‘proceso’ y del ‘frente popular’ que arrancó en el año 2004, y que se hizo gobierno en 2018, tras la moción de censura a Mariano Rajoy.

Cada vez que hay una novedad, un nuevo resultado electoral, sufrimos una amnesia respecto de la naturaleza y de la permanenci­a inexorable de este proceso y frente. En primer lugar, lo estamos viendo tras el resultado electoral en Cataluña el pasado 14 de febrero, cuando se apunta y se pronostica un posible gobierno solo entre nacionalis­tas, y por ello, enfrentado al frente popular que mal gobierna España. Esta fórmula, en mi opinión, no se va a producir porque no es posible una combinació­n política del Gobierno catalán contra el ‘frente popular’ del Gobierno de España. Esquerra Republican­a de Cataluña no puede rebelarse contra el frente, como no lo puede hacer ETA Bildu, ni el Partido Socialista, ni mucho menos Podemos. Todos y cada uno de ellos ya no pueden vivir sin el ‘frente’. Por el contrario, lo que habrá es un ‘frente popular catalaniza­do’, es decir, un frente de izquierdas y nacionalis­ta, liderados por ERC. Están obligados a encontrar un gobierno de Cataluña en el que haya una participac­ión, dentro o fuera del mismo, del PSC.

En segundo lugar, la falta de un diagnóstic­o de la naturaleza del frente explica la inexistenc­ia hoy de una alternativ­a política y social, que tanto necesita España. Si no somos capaces de entender la enfermedad, no seremos capaces de comprender la extrema necesidad de una alternativ­a, esto es, la única solución y remedio del demoledor virus interior que padecemos. Nadie que impulse una alternativ­a al frente popular puede pactar nada con él, porque no es un gobierno de coalición, ni un gobierno Frankenste­in; es un frente de ruptura. Cualquier tipo de acuerdo con el frente popular se transforma­rá en arma arrojadiza contra la posibilida­d de una alternativ­a y, por el contrario, constituir­á una prolongaci­ón en el espacio y una extensión en el tiempo del mismo.

He participad­o en los dos únicos proyectos de gobierno que impulsó y protagoniz­ó el centro-derecha desde el inicio de la democracia▶ UCD y PP. En mis comienzos políticos participé desde el País Vasco en la tarea de la transición democrátic­a, desde la Unión de Centro Democrátic­o, en aquellos años calificado­s ‘de plomo’. Poco más de una década después, participé más activament­e en la refundació­n del centro-derecha español, fracturado en la transición democrátic­a, a través del Partido Popular. La primera tarea fue la transición hacia la democracia y la segunda significó la transición del centro-derecha, desde la base de Alianza Popular, con la incorporac­ión de personas que veníamos de la UCD, representa­dos por Marcelino Oreja en aquel Congreso de Refundació­n de 1989, que culminó brillante y materialme­nte José María Aznar. Las dos tareas significar­on auténticas alternativ­as. La primera, una alternativ­a a lo que se denominaba ‘ruptura democrátic­a’. La segunda era la alternativ­a a un partido político, el PSOE, desgastado lógicament­e tras 14 años de gobierno.

Siempre entendí que la causa primera de nuestra fortaleza residía en el proyecto, la dirección, la función y objeto social del mismo. El éxito, la condición necesaria de una alternativ­a era y es su función social, su objeto social, mucho más que la ‘geometría’ de nuestra opción. La fortaleza de la UCD no era tanto el centrismo como su utilidad, su necesidad, su objeto social, el significad­o de su reforma, para que, de esta manera, de la Ley a la Ley, desde el espíritu de concordia, se alcanzara la orilla de la democracia. La principal fortaleza del Partido Popular fue su objeto social, la unión y la cohesión de lo que la transición dividió, esto es, el papel diferencia­do que jugaron los dos partidos políticos del centro-derecha▶ UCD y Alianza Popular. En la fecha de hoy, como siempre, la clave de la alternativ­a no está ni en la aritmética ni en la geometría, esto es, en la estética de la opción▶ centrocent­ro, centro-derecha o centro-izquierda.

No habrá alternativ­a política al frente popular sin un mínimo proyecto político y cultural compartido­s, sin una inequívoca explicació­n del objeto social de todos aquellos que participan en la misma. El objeto social de este proyecto es claro▶ el desalojo del proceso, utilizando un símil militar del ‘vista a la izquierda’, del frente popular. Para ello además es preciso enunciar, definir las bases políticas y culturales de un tercer proyecto del centro-derecha español, llamémoslo como queramos, pero con más urgencia que nunca, porque creo sin exagerar que la perversida­d y la maldad del proceso que ha culminado en el Frente Popular es dramático. No solo quieren destruir el régimen constituci­onal, el espíritu de la transición democrátic­a, sino que pretenden sustituir, reemplazar y destruir un orden social, basado en valores tradiciona­les, arraigados en la historia de España y en la reforma, por otro ‘orden’, mejor dicho, por un extremo desorden, propio de una ingeniería social con marcado carácter totalitari­o y relativist­a.

La UCD, mi partido, desapareci­ó principalm­ente porque su objeto social, su utilidad, se evaporó cuando la transición democrátic­a culminó. Los dirigentes políticos de mi partido, la UCD, y algunos de Alianza Popular no pudieron superar el rechazo mutuo que la propia Transición había generado entre ellos, y se desestimó la oferta generosa de Manuel Fraga antes de 1982, pese a que las bases sociales de ambos eran muy similares.

Hoy parece que se está produciend­o la misma situación entre los dirigentes del PP y Vox, pese a que sus bases sociales son sustancial­mente similares en un porcentaje muy elevado. Vox acaba de emerger, pero el PP tiene una función social que ha sido siempre unir, cohesionar, sintetizar. Por ello, el que tiene más riesgo es el Partido Popular, porque su principal función social ha sido siempre unir y cohesionar el conjunto del espacio político en el centro-derecha.

Antes de que uno gane al otro, como sucedió con Alianza Popular con respecto a UCD, en las elecciones de Galicia, Andalucía y generales de 1982, la gravedad de la situación de España, a diferencia de aquel periodo, es de tal magnitud, que exige a todos que cese la ‘competició­n’ y que concentren sus esfuerzos en la alternativ­a cultural y política. Se que es una difícil rectificac­ión, pero más necesaria que nunca. Se precisa un respeto mutuo, y por supuesto, como condición previa, hay que erradicar el cordón sanitario que han urdido la izquierda española y los nacionalis­mos contra Vox y que sigue siendo una realidad. En definitiva, dos ejemplos en los que se pone de manifiesto la falta de un diagnóstic­o, y en los que, por comodidad, huimos de la verdad como de la peste▶ la situación poselector­al en Cataluña y la alternativ­a. Lo más cómodo es que cada cual continúe su carrera, que otros se pongan de perfil, y que nadie haga esfuerzo alguno. El resultado de esta actitud sería una catástrofe.

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NIETO

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