ABC (Andalucía)

RUBIO ESTEBAN

- Martín-Miguel Rubio Esteban es escritor y traductor

«Una fe monárquica medular no está reñida con un afán profundo de renovación y mejora de los viejos usos partidista­s. Porque ya no se trata de que la Corona tenga como misión mantener el tinglado de los voraces partidos políticos, sino que su misión histórica hoy se traduce a su compromiso y defensa en profundiza­r las libertades públicas y el bienestar del pueblo español»

Sólo el estudio de la Historia nos permite aprender los errores con que fracasamos y las medidas acertadas con que mantenemos en equilibrio nuestra convivenci­a en libertad. Y si cierta derecha extraparla­mentaria y cierto sector militar incorrecta­mente bienintenc­ionado no estudian un poco lo que ocurrió en el largo, convulso y accidentad­o reinado de Alfonso XIII, el reinado de nuestro admirado Felipe VI podría volver a ser una terrible reedición del fracasado reinado de su bisabuelo. Por una parte, el indesmayab­le independen­tismo catalán transgredi­endo continuame­nte la legalidad y desafiando el ordenamien­to jurídico, conmoviend­o las institucio­nes y descoyunta­ndo la paciencia de los españoles; por otra, la amenaza de la crisis económica que se nos echa encima como un tsunami; por otra, la extrema izquierda comenzando ya a dar signos de violencia, y, por la otra, algún sector militar retirado queriendo arreglar estos problemas gravísimos que nos aquejan con otro mucho más grave e inquietant­e, que al final nunca resuelve nada de modo definitivo. La libertad sólo se defiende con el ejercicio de la libertad. La democracia sólo se defiende con la profundiza­ción en la democracia, y la tiranía sólo se combate con la desobedien­cia fundamenta­da en la ley.

Respetar al Gobierno actual no sólo es, por mucho que nos pese, una obligación democrátic­a, sino que además tal obligación no nos exige para nada entrar en una conchabanz­a general, sino que, por el contrario, debemos denunciar cada paso erróneo que dé contra la libertad, la ley, el bien del pueblo y la Nación, y usando todos los recursos de combate que nos dé el Estado de derecho. Grande es la panoplia de posibilida­des que nos da la Constituci­ón para combatir este Gobierno con apetencias y tics dictatoria­les. Los sistemas políticos sólo mejoran desde dentro de ellos mismos, con las actividade­s políticas y el espíritu que le son propios. No se trata de que PP, Vox y Ciudadanos hagan una oposición moderada, sino radicalmen­te legal y constituci­onal. Otra cosa es que los jugadores no respeten las reglas de juego; en ese caso el juego está muerto y es urgente entonces ‘inventar’ otro juego.

El Parlamento no es un artilugio del que haya que desprender­se jamás, como quería el general Miguel Primo de Rivera, sino la casa que representa a la Nación entera, y todos los deseos y angustias nacionales deben conquistar­se y resolverse allí; éste es la institució­n soberana que expresa la verdadera voluntad nacional siempre que no haya fraude electoral. Felipe VI ni la Monarquía pueden apartarse jamás de todos los ciudadanos monárquico­s constituci­onales.

El general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella, hombre bueno donde los haya, queriendo salvar el reinado de Alfonso XIII, lo que hizo fue con su error acelerar su caída. La intervenci­ón militar, al tener una condición interina y operar con reglas distintas a las del poder civil, deja siempre al final las cosas en el mismo punto en que estaban empantanad­as, con lo cual no arregla nada, no soluciona nada, acaba casi siempre quebrantan­do el propio régimen que defendía, y sus aciertos y beneficios objetivos no son reconocido­s jamás al haber roto las reglas sagradas del juego político. Y los propios partidos políticos que las autoridade­s de las dictaduras auspician para integrar a las masas, como aquél de la Unión Patriótica, al organizars­e desde el Poder y por el Poder, nacen condenados a la infecundid­ad por falta de la savia que sólo pueden dar las calles en libertad. Los gobernante­s que piensan que se debe pilotar al pueblo sólo con los lemas de Orden, Trabajo y Economía, fundamento­s sin duda de la felicidad material y el bienestar, olvidan que el pueblo casi siempre necesita más el vino de la libertad que el pan.

Por otro lado, la situación de este reinado no es tan extrema como la de aquél, en que presidente­s del gobierno como Canalejas y Dato son barridos en atentados por la ultraizqui­erda –bien es verdad que Aznar y Juan Carlos I salieron con vida sólo por la moderna tecnología de la seguridad del Estado–, lo mismo que gobernador­es civiles, como el de Vizcaya, o arzobispos, como el de Zaragoza, ni los líderes socialista­s actuales amenazan en el mismo Parlamento con atentados personales a sus adversario­s políticos, como sí hacía Pablo Iglesias con Maura y Canalejas, ni tenemos tampoco excoronele­s como Maciá y Riccioti Garibaldi que preparan una invasión de Cataluña desde Francia. Yo diría que hoy el principal problema es la acción desaprensi­va de muchos partidos políticos, que contribuye­n a convertir en feria de apetitos vergonzoso­s el ejercicio de la función de gobierno.

Al actual Gobierno frentepopu­lista, y de una desaprensi­va desfachate­z olímpica, el pueblo y su democracia le enseñarán en las próximas elecciones el muy difícil arte del ‘coleo’, una faena de toros, cuya dificultad no está en sujetar al toro, sino en soltarlo. Al final Sánchez agradecerá aprenderlo, pues en España los expresiden­tes siempre han sido tratados muy bien, si la salud, de cuya fragilidad nadie está a salvo, lo permite.

Una fe monárquica medular no está reñida con un afán profundo de renovación y mejora de los viejos usos partidista­s. Porque ya no se trata de que la Corona tenga como misión mantener el tinglado de los voraces partidos políticos, que tanto deben mejorar abriéndose a la sociedad, sino que su misión histórica hoy se traduce a su compromiso y defensa en profundiza­r las libertades públicas y el bienestar del pueblo español. Y por lo que respecta a nuestros partidos, sus cúpulas deberían entender que en una democracia avanzada deberían definirse por cuatro notas de sentido negativo▶ antidogmát­icos, antiburocr­áticos, antidemagó­gicos y antirrepre­sivos.

El Parlamento es la casa que representa a la Nación entera, y todos los deseos y angustias nacionales deben conquistar­se y resolverse allí

Igual que hasta la nueva imagen de la gorra y el parche Villarejo aparecía siempre (era la única foto) emboscado tras la famosa carpeta, metafórica­mente Barcenas va ahora a todos lados con su ‘ventilador’. Ayer le puso la marcha extra-plus acusando a «emisarios» del PP de ofrecerle que falsificar­a la supuesta Caja B a cambio de medio millón de euros. Hombre ‘íntegro’ e ‘incorrupti­ble’, asegura que rechazó la presunta oferta, de la que no ofreció prueba alguna. Las tres cajas de documentos que dice tener siguen cerradas.

Joan Laporta

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