Un enjambre de grupúsculos radicales caldean el Día de la Mujer
Facciones diferentes del feminismo se mueven, combativas, de forma asamblearia y con vena anticapitalista
Aseguran las Fuerzas de Seguridad que no hay corrientes antisistema soterradas bajo las comisiones y plataformas feministas promotoras de los actos del 8-M, que encuentran su hito anual en las manifestaciones del Día de la Mujer. Pero en el enjambre de decenas de corrientes y sensibilidades dispares (casi hasta antagónicas) que aglutina la llamada ‘lucha feminista’ en el país, sí hay grupúsculos que aletean ciertas acciones vandálicas.
Ocurrió recientemente en una plaza de Galicia, donde la corriente radical transexcluyente (las RadFem, con implantación estatal) denunciaron que el colectivo más afín a los transexuales estaba promoviendo actuaciones indecorosas, como el ‘ahorcamiento’ de una muñeca con la imagen de la vicepresidenta Carmen Calvo, en alusión a la cruzada que el feminismo clásico, encarnado por la ministra de la Presidencia, mantiene contra la ‘ley Trans’ y los postulados ‘queer’ de la ministra
Irene Montero y Podemos. Esos postulados, que creen en la construcción social del género de la persona y abolirían la categoría sexual con la que biológicamente nace una persona (dividida entre mujer y hombre), son los que últimamente mantienen más despierto al movimiento y personifican las ofensas más llamativas tanto en redes sociales como en actos públicos.
Las radicales de Frente Obrero, Libres y Combativas (dentro del Sindicato de Estudiantes) o la Asamblea Abolicionista (que preconizan la abolición de la prostitución) se manifiestan con sus eslóganes dispersos cada 8 de marzo. Ayer, miembros de la última, como su portavoz Ana de Blas, acusaron directamente a las organizadoras de la marcha estatal –la Comisión 8-M Madrid– de promover la división total a cuenta de una marcha feminista, ya que unas querían manifestarse en las calles. Y otras no lo permitieron, por seguridad.
Las discrepancias ideológicas y reivindicativas son muy visibles, «pero no revientan las marchas, no se dedican a quemar contenedores», recuerdan los agentes consultados, que además reivindican el mayor civismo que ha precedido a todas las marchas de mujeres de años anteriores, incluso la huelga general de 2018, la mayor protesta feminista que ha habido en España, con decenas de miles de personas
Protesta no autorizada del Sindicato de Estudiantes, ayer en MadridISABEL en las ciudades de todo el país.
Lo que sí ocurre y ayer volvió a suceder es que las redes feministas son amplias y están enmarañadas por intereses diferentes. Algunas asociaciones y federaciones reciben fondos públicos directamente por sus actividades. Otras lo hacen por clamor interno contra la desigualdad. Altruistamente. El ansia por derribar la discriminación de género, la violencia sexista y las brechas aún existentes llegan, con sus tentáculos, a grupos que defienden preceptos harto diferentes. Ayer estos movimientos de mujeres usaron como nunca antes las redes para auspiciar que se desatendiese la pandemia, se desoyesen las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y las prohibiciones de Gobierno y tribunales y salieran a la calle pese al riesgo de propagación del coronavirus.
A pesar de que se exhiben con menor presencia pública que otros energúmenos radicales de mayor entidad e instalados en las ciudades, se mueven con pericia para encajar sus mensajes, de tendencia radical, y que estos calen bien entre sus seguidoras. Muchos de ellos son también los que, durante los últimos días, han sembrado los perfiles, manifiestos y carteles de llamadas a todas las habitantes de Madrid a tomar las calles al grito de «más feminismo que nunca».
Asambleas del 15-M
Los poderes asamblearios que protagonizaron las sentadas del 15-M perviven en varios de estos grupúsculos. «La juventud en pie de guerra contra el machismo y la opresión». Con esta declaración de intenciones llamaba ayer el Sindicato de Estudiantes a participar en los actos convocados por toda España, entre ellos una manifestación no autorizada en la Puerta del Sol de Madrid, que tensionó la cuerda con agentes policiales y manifestantes. Este grupo sindical se autodefine como una organización estudiantil «de izquierdas, revolucionaria y anticapitalista» para quienes «el único camino» es la lucha. Junto a ellas, también participaron en la concentración jóvenes del movimiento ‘Libres y Combativas’. «La única forma de acabar con la postración que nos pretenden imponer es con la lucha colectiva y la movilización en las calles», recogen en sus lecturas, que instan a derribar el heteropatriarcado por la vía pacífica.
Los grupos del nuevo feminismo están formados mayoritariamente mujeres jóvenes, de entre 18 y 29 años, estudiantes universitarias, y de convicciones de izquierda. Claman contra el sistema actual y batallan por imponer sus ideas y criterios. Se desgañitan con mensajes contra el sexo masculino.