ABC (Andalucía)

El Papa, al regreso de Irak▶ «Ha sido como salir de la prisión»

Asegura que conocía los riesgos del viaje, pero tomó la decisión libremente tras rezar

- JUAN VICENTE BOO CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

Un Papa Francisco agotado pero feliz confesó ayer durante el vuelo de regreso a Roma que viajó a Irak «conociendo los riesgos» pero, tras rezarlo mucho, tomó la decisión de ir libremente. Tras quince meses sin realizar viajes y no poder recibir fieles en las audiencias generales, «ha sido como salir de la prisión», aseguró.

El viaje ha sido intenso e inolvidabl­e. «No me imaginaba las ruinas de Mosul; me quedé sin palabras», contó el Papa. Aun así, lo que más conmovió a Francisco fue el testimonio de una madre en Qaraqosh. «Una mujer que perdió a su hijo en los primeros bombardeos en 2014, y dijo una palabra▶ ‘Perdón, yo los perdono’. Y pide perdón para ellos».

Según el Santo Padre, esta palabra, perdón, la hemos olvidado. «Sabemos condenar a lo grande, y yo el primero. Tenemos que perdonar. Esto fue lo que más me impactó en Qaraqosh».

Al mismo tiempo recordó algo que le vino a la mente al ver aquella iglesia en Mosul. «¿Quién vende las armas a estos destructor­es? Porque las armas no las hacen ellos en casa. ¿Quién vende las armas? ¿Quién es el responsabl­e? Yo pediría a los que venden las armas que tengan, al menos, la sinceridad de decir▶ ‘Nosotros vendemos las armas’», dijo Francisco.

Aylan

Pese a los riesgos, uno de los motivos que impulsaron al Papa a viajar a Irak fue el libro ‘Yo seré la última’ de Nadia Murad, la chica yasidí del norte de Irak, convertida con miles de otras mujeres en esclava sexual del «califato» hasta que logró escapar. Aconsejó leerlo pues, para él, fue el telón de fondo de la decisión del viaje. «Ese libro lo llevo dentro, y también a Nadia, que vino a contarme esas cosas terribles. Todas estas cosas juntas llevaron a la decisión».

El Papa comentó que «la vida de los cristianos ha sido dura, pero también la de los yasidíes y de otras religiones que no querían ceder ante Daesh. Y junto a eso está el problema de la emigración». Según Francisco, «la migración es un derecho doble, a no emigrar o a emigrar. Esta gente no tiene las dos opciones, porque no pueden no emigrar, y no pueden emigrar porque el mundo aún no ha tomado conciencia de que la inmigració­n es un derecho humano».

El Papa recordó que, después de la misa en Erbil, recibió al padre de Aylan Kurdi, el niño que apareció ahogado en una playa de Turquía en 2015. Según Francisco, «Aylan Kurdi es un símbolo. Un símbolo que va mas allá de un niño que murió inmigrando, es el símbolo de civilizaci­ón, de personas que no pueden sobrevivir. Es un símbolo de humanidad».

Mensaje universal

Al margen de la avalancha de emociones en cada una de las seis ciudades visitadas, entre las etapas históricas destaca el primer encuentro con el líder espiritual de los chiíes en la ciudad santa de Nayaf, siguiendo «el camino marcado por el Concilio Vaticano Segundo», que declara la Iglesia católica promotora de unión entre toda la humanidad.

La amistosa visita al Gran Ayatolá Alí Al Sistani supone, según Francisco un mensaje universal. «Yo sentí el deber de ir a encontrar a un hombre sabio, a un hombre de Dios. Al escucharlo se percibe esto».

A sus 90 años, Al Sistani «es una persona que tiene sabiduría y prudencia. Él me decía que desde hace diez años ya no recibe gente que va a visitarlo por motivos políticos o culturales, solo los religiosos. Fue muy respetuoso en el encuentro, y yo me sentí honrado. En el saludo nunca se pone de pie, pero se levantó dos veces para saludarme».

Según Francisco, es un hombre humilde y sabio. «A mí me hizo bien al alma este encuentro. Es una luz. Esos sabios están por todos lados, porque la sabiduría de Dios fue dispersada por todo el mundo. Sucede lo mismo con los santos, que no son solo aquellos que están en los altares».

Más cansado

El Papa confesó que en este viaje se ha cansado mucho más que en los anteriores. «Los 84 años no vienen solos. Es una consecuenc­ia». En estos momentos desea viajar al Líbano en cuanto sea posible y piensa acudir a la clausura del Congreso Eucarístic­o en Budapest, el próximo septiembre.

De camino al Vaticano, el Papa se detuvo en la basílica de Santa María Mayor para dejar un ramo de flores que trajo de Bagdad ante la imagen de Santa María, «Auxilio del Pueblo Romano». Deseaba dar gracias por un viaje que ha permitido ayudar a la reconcilia­ción del país, sellar un pacto de amistad con los chiíes, promover en Ur de Caldea la armonía de las religiones y dar esperanza a los cristianos.

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AFP Francisco improvisó una rueda de prensa en el vuelo de vuelta a Roma desde Irak

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