Pastor bueno y sencillo
Se desvivía por complacer y prestar ayuda a cuantos han necesitado algo de él
NO es fácil resumir en pocas líneas más de cinco años como secretario de don Rafael Palmero, por lo que sólo pretendo esbozar con breves trazos algunos de los aspectos que permanecen en mi recuerdo y que se refieren a la vida cotidiana del que fue nuestro obispo desde 2006 hasta 2012. El primero de ellos, su actitud de acogida en torno a su mesa. Cuántas veces ha levantado el teléfono de su despacho para avisar a las encargadas de la cocina y decirles▶ «Vienen a comer fulanito y menganito; echad un poco más de agua a la sopa y podremos comer todos juntos».
A don Rafael le gustaba la compañía y disfrutaba de un agradable rato de tertulia con sacerdotes, familiares y cualquier persona que viniera a visitarlo. Y muchas veces prefería escuchar a intervenir en la conversación (¿será que cuando era secretario de don Marcelo también le agradaba escuchar más que platicar en aquellas memorables sobremesas toledanas?).
Don Rafael, y éste es el segundo trazo de este retrato, disfrutaba con las pequeñas cosas de la vida▶ leer un buen libro, pasear por el jardincillo de la residencia episcopal o por las calles de Alicante, visitar al sacerdote que está enfermo, rezar el rosario al mediodía, cuando atardece o ya de anochecida, contemplando un cielo que muchas veces se confunde con nuestras aguas mediterráneas.
Don Rafael no ha salido de un molde diferente al nuestro, aunque a veces pensemos que los obispos parecen estar hechos de otro material▶ más duros, inconmovibles, casi impasibles, diríamos. Pero no. A él también le preocupaban las mismas cosas que a sus diocesanos▶ la falta de vocaciones, los sacerdotes que sufren por la enfermedad, la soledad o la muerte de un ser querido, las familias afectadas de lleno por la crisis de valores y la crisis económica, etcétera.
Por último, don Rafael valoraba mucho la amistad, que ha cultivado siempre con esmero. Un obispo muy cercano a él nos hizo la siguiente confidencia▶ «A poco que os fijéis, podréis daros cuenta de que don Rafael es más amigo de sus amigos que ellos en relación a él». Esto lo he podido comprobar en múltiples ocasiones en que se desvivía por complacer y prestar ayuda a cuantos han necesitado algo de él.
Muchas gracias, don Rafael, por su dedicación y entrega tan generosas a nuestra diócesis. Que Dios lo acoja en sus brazos y que pueda contemplar el rostro misericordioso de Aquella a quien con profundo cariño y devoción rezó en tantísimas ocasiones▶ la Virgen María, la Señora.